Pero la corrupción en la capital del país es rampante ahora con Miguel Ángel Mancera, a quien lo que menos le importa es el ciudadano de a pie.
Armando Enríquez Vázquez
Miguel Ángel Mancera es sin lugar a dudas la máxima
expresión de como el PRD ha ido a lo largo de más de dieciocho años en control
de la Ciudad de México, vendiendo la capital de la República al mejor postor.
Desde tiempos del PRI, la ciudadanía chilanga era lo que
menos importaba a los gobernantes de la Ciudad y lo realmente trascendente era
mantener a grupos de ambulantes, ladrones disfrazados de taxistas ambulantes y
grupos de choques contentos para poder utilizarlos en los momentos de tensión o
en a lo largo de las elecciones. Marcelo Ebrard fue un artífice del control de
esos grupos cuando desde su puesto de secretario de gobierno de Manuel Camacho
Solís controló a ambulantes del Centro Histórico y puso a los microbuseros en
su lugar, o mejor dicho bajo su mando. Desde esos años del salinismo, el
después jefe de gobierno de la Ciudad de México ya estaba en oscuras
negociaciones con grupos de choque de la Ciudad, los cuales vendió como capital
político a los siguientes Jefes de Gobierno Perredistas.
Si quisiera creer que a lo largo de todos estos años de una
Ciudad de México perredista existió un Jefe de Gobierno interesado por la
ciudadanía, tal vez tendría que pensar en Cuauhtémoc Cárdenas, pero tampoco
puedo ser tan ingenuo tras todos los corruptos que le heredó a la Ciudad de
México y con quienes, queda claro desde el momento el llamado El Ingeniero, para diferenciarlo de los
otros licenciados surgidos del PRI, formó parte de la comisión que redactó ese
adefesio que Miguel Ángel Mancera presentó como borrador de la Constitución de
la Ciudad y que promueve una serie de estupideces y barbaridades, sigue aliado.
Es claro que desde la jefatura de gobierno del PRD se han
ido cometiendo cada administración peores fechorías, desde los favoritismos de
Rosario Robles por el empresario Carlos Ahumada, el respaldo a la corrupción de
López Obrador al defender a personajes como René Bejarano, a quien dio trato
preferencial en una prisión de mentiritas, o las sospechas de corrupción que
mantienen a Marcelo Ebrard fuera del país, huyendo de órdenes de aprehensión.
Pero la corrupción en la capital del país es rampante ahora
con Miguel Ángel Mancera, a quien lo que menos le importa es el ciudadano de a
pie. Le importa cubrir a los miembros corruptos de su gabinete, le preocupa
vender proyectos a empresarios y le importa hacer de la CDMX (Marca Registrada)
una de las más injustas, menos amigables, más contaminada y más opacas ciudades
del país. Así como López Obrador, negaba la existencia de la inseguridad en una
ciudad que llenó de familias de todas las clases sociales vestidos de blanco
del Ángel de la Independencia hasta el Zócalo y a los que el tabasqueño con
esos aires de superioridad que se da, calificó de pirruris burlándose de la ciudadanía, así Miguel Ángel Mancera se
ha empeñado en negar la existencia de crimen organizado en la Ciudad, cuando
todos los días desde que inició su gobierno los hechos se empeñan en
demostrarle lo contrario.
El borrador de la Constitución que firmaron personajes
siniestros del México moderno como Porfirio Muñoz Ledo o Alejandro Encinas
propone estupideces como permitir y proteger a los ambulantes y a los
ciudadanos en situación de calle, en este último caso, permitiendo que el
gobierno de la tan cacareada CDMX (Marca Registrada) se desentienda de la
protección de estos descastados quienes en teoría, sólo en teoría, deberían ser
protegidos y cuidados por una importante de política social de cualquier
partido de izquierda tiene entre sus propuestas. Un borrador que discrimina a
sectores de la población, favoreciendo a otros y que no reconoce en su
modernidad leyes para implementar el desarrollo y crecimiento económico para la
entidad.
Poco a poco, los diferentes gobiernos del PRD han vendido la
capital del país al mejor postor. Grupos de ambulantes, constructoras,
concesionarios del transporte público, dueños de verificentros, taxistas
piratas, etc. Y si el gobierno central de la capital permite toda esta
corrupción que ha enriquecido a muchos miembros del PRD que son dueños de flotillas
de taxis, de grúas, de departamentos, ni que decir de los enanos delegados de
todos colores, que han hecho de sus delegaciones feudos y un PRD que temeroso
de perder más de lo que ya ha perdido en confianza ciudadana los protege a la
más patética usanza priísta. Y ese es el último postor al que un hombre sin
escrúpulos, ni postura ideológica como lo es Mancera, ha vendido la CDMX (Marca
Registrada); al PRI. Porque no hay otra manera de explicar el actuar de Mancera
al permitir que una asamblea constituyente, que a ningún chilango nos importa,
que sólo es un asunto de corrupción y politiquería barata, esté compuesta por
una gran cantidad de priístas, un partido que en la Ciudad de México no es
querido, ni votado. Pero para Mancera eso no importa, no protestó por este
hecho como ahora lo hace por el recorte presupuestal que le impide seguir su
cadena de corrupción.
Habría que decirle a Mancera que nuestra Ciudad, siempre
desde su fundación se ha llamado Ciudad de México, qué además de descubrir el hilo
negro, él no ha hecho nada más que vender la ciudad y sus espacios. El sólo ha
promocionado la ilegalidad y el ecocidio. El sólo ha funcionado como escudo de
funcionarios corruptos y punta de lanza de un grupo de empresarios de la
construcción. Incapaz o indolente para actuar en problemas de la seguridad en
la ciudad, de mejorar el transporte público, de crear una verdadera
infraestructura para la ciudadanía, Mancera se ha limitado a decirnos cuanto
trabaja por sus amigos y a llorar lágrimas de cocodrilo frente al SCHP, pero
nos gustaría verlo sacar la casta y pelear por sus gobernados, por la ciudad y
no doblar las manos ante las condiciones de Peña Nieto, con tal de tener dinero
en las arcas de la Ciudad.
¿Dónde quedó la Izquierda mexicana? ¿Sí esa que con
mayúsculas enfrentaba y denunciaba los excesos del poder priísta? No se trata
de una pregunta retórica o nostálgica acerca de líderes o ideólogos que fueron
devorados por la avaricia y ambición de personajes resentidos que vieron en la
oposición una forma barata disfrazar sus frustraciones. Si no de un
cuestionamiento que debemos hacernos acerca de la política mexicana. Nuestra
izquierda no evolucionó, pero tampoco se estancó en ideas comunistas,
simplemente desapareció devorada por oportunistas como Porfirio Muñoz Ledo, un
priísta amargado, que hoy juega a ser de izquierda y que no tuvo empacho en el
2000 con jugar de lleno con Vicente Fox en la derecha. O López Obrador, un
stalinista trasnochado que señala con dedo flamígero a los corruptos que como él
defienden a otros corruptos y se rodea de golpeadores como Martí Batres,
Ricardo Monreal o Gerardo Fernández Noroña. ¿Dónde quedó esa facción ideológica
necesaria en cualquier país que proponga verdaderas políticas sociales? ¿Qué
abogue por el bienestar de todos en la sociedad, no sólo de grupos clientelares
y minorías facciosas? ¿Qué tenga dignidad y no se venda al mejor postor?
publicado en blureport.com.mx el 4 de octubre de 2016
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