lunes, 17 de abril de 2017

Ingobernable.



Un país ingobernable porque así lo quieren sus gobernantes que poco o nada hacen para cambiar la historia.

Armando Enríquez Vázquez

La historia es sencilla, trágica y patética 120 millones de personas, un poco menos, viendo como un país se desmorona físicamente por una oligarquía empeñada en saquear una y otra vez a la nación. Un cuento que inicia con un partido nacido de hampones que ganaron y eliminaron a los ideólogos de la Revolución de 1910, tras asesinarlos a sangre fría, decidieron aliarse con los más oscuros intereses internacionales, Abelardo Rodríguez y sus nexos con Bugsey Siegel. Miguel Alemán vendiendo México a los Nazis y más tarde maniatado políticamente por Estados Unidos, pero que robó del erario hasta el hartazgo y de ahí la lista tiene sus altibajos, pero siempre las presidencias priístas fueron encabezadas por ladrones que nos fueron robando poco a poco y cada vez más descaradamente el país. Con la llegada de Vicente Fox, el modelo de político ladrón se extendió a los otros partidos, y otros personajes que se sentían tener las mismas canonjías para saquear al país. Todos por igual, una crisis de cinismo y avaricia, los políticos brincan de un partido a otro sin importarles la ideología, si no únicamente el provecho propio. La situación se ha agudizado hasta ver cosas como las que han sucedido en los últimos días.
Ya sea en la historia de un procurador estatal arrestado en Estados Unidos por ser sospechoso de narcotráfico, el indignante encubrimiento de la diputación priísta de un ladrón de siete suelas buscado por la justicia chihuahuense, la caballada de secretarios de estado y el dinero que el gobierno federal utiliza en el Estado de México para la compra de votos y la manipulación de sectores de la sociedad civil a favor del candidato del PRI, el crecimiento de la violencia en Veracruz, Chihuahua, CDMX (Marca Registrada) y ahora Baja California, probablemente patrocinada  por el partido oficial y ejecutada por sus aliados del crimen organizado, como se está documentando ya, ejemplo el asesinato de la periodista Miroslava Breach. Como vimos y se confirmó en más de un caso, de los muchos saqueos a principio de año en diversas zonas del país, donde los saqueadores portaban credenciales del PRI. Gobernadores que se hacen presas para beneficio propio y encubren el tráfico de menores durante su administración. Hermanos gobernadores que por un pleito familiar y de interés propios son capaces de dividir a un estado de la República y cubrir, si no es que hasta permitir un genocidio a manos del crimen organizado que muestra la indiferencia por los gobernados y la rendición incondicional frente al dinero y el poder que le ofreció el crimen organizado.
La historia es sencilla, patética e inverosímil, porque no se trata de sólo un partido político, sino de todos. Se trata de un sistema tan corrupto que permite el surgimiento de mesías y de seguidores incondicionales de los mismos. De partidos donde la única manera de seguir viviendo del erario nacional es unirse a los partidos grandes para ficticiamente lograr los números que les permitan sobrevivir trienio a trienio. Se trata de un país donde antes que la ideología o el bien común los políticos se mueven en función a donde encontrar el mayor beneficio económico.
En ningún sexenio como este se han liberado narcotraficantes, ya sea por una supuesta legalidad o porque los criminales se han escapado de prisiones de alta seguridad. En ningún otro se han asesinado periodistas con el contubernio silencioso de las autoridades como en este. Leo en el Washington Post acerca el cierre del diario El Norte en Ciudad Juárez, porque no existen las condiciones para ejercer un periodismo libre. El hecho no lo consignan ninguno de los diarios importantes a nivel nacional; Universal, Excélsior, Milenio, ni La Jornada, más preocupados por servir a sus diferentes amos dentro de la partidocracia que en ejercer un periodismo digno de México.  
El panorama es desconsolador, porque desde que Enrique Peña Nieto asumió la presidencia de la República, la procuraduría de la nación ha servido únicamente como el principal escaparate de la incompetencia y la corrupción promovida desde la oficina del presidente. Jesús Murillo Karam y su descarada posición frente a los acontecimientos de Ayotzinapa. Areli Gómez la apoteosis de Televisa al colocar una Procuradora General de la República y finalmente el dedazo del presidente para nombrar a un hombre tan gris, como lo es Raúl Cervantes, cuya única misión era pasar calladito para ser nombrado Fiscal y de esta manera blindar la corrupción de Peña Nieto y ni siquiera eso pudo hacer, mucho menos declarar acerca de los avances en las investigaciones de crímenes, y fugas tanto de delincuentes, como de ex gobernadores. 
La historia es sencilla, es trágica y es patética como telenovela barata. Los mexicanos nos quejamos, nos sentimos víctimas. Pero no estamos dispuestos a sacrificar ni un ápice de nuestra cada día menor comodidad por evitar que todos los miembros de la partidocracia mexicana se den cuenta de nuestro hartazgo y se sientan amenazados por el verdadero valor de la democracia y el poder ciudadano.

publicado en blureport.com.mx el 5 de abril de 2017

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