En una época de pocas
mujeres médicas, Virginia Apgar inventó el campo de la neonatología sin
proponérselo.
Armando Enríquez
Vázquez
Los logros y descubrimientos de muchos médicos nacen de su
verdadero interés por entender, comprender y ayudar con ello a sanar o generar
mejores escenarios no sólo para sus pacientes, sino para los seres humanos en
general. Se pude decir que ese fue el caso de la doctora Virginia Apgar, a quién
debemos la prueba que universalmente se hace a los recién nacidos para conocer
su estado físico y su evolución inmediata al abandonar el vientre materno y que
funciona también para tratar de descubrir algún tipo de enfermedad o
discapacidad en el bebé desde los primeros minutos.
Pero, Virginia Apgar fue mucho más que la creadora de la
prueba que hoy lleva su nombre, fue anestesióloga, teratóloga que es la parte
de la medicina encargada de estudiar las malformaciones o anomalías que se
desarrollan en la etapa embrionaria, y la madre de la neonatología, que es la
rama de la pedagogía encargada del recién nacido.
Virginia Apgar nació el 7 de junio de 1909 en Westfield,
Nueva Jersey. Su mente se vio alimentada en su infancia y juventud por la
actividad de investigador amateur de su padre, Charles Emory Apgar, quien
trabajaba en una empresa de seguros, pero dedicaba su tiempo libre a la
investigación del radio y del espacio. Es reconocido por haber logrado las
primeras grabaciones de señales inalámbricas de radio, así como de haber
diseñado un telescopio, estudiar y escribir sobre los satélites naturales de
Júpiter. Este interés científico influyó de manera decisiva en Virginia quien a
los doce años había ya decidido hacer una carrera médica. Algunos de sus
biógrafos quieren acentuar como otro antecedente la muerte de su hermano mayor
de tuberculosis como algo que la incitó a su decisión por la medicina.
Virginia antes de estudiar medicina se graduó en la
Universidad de Mount Holyoke, una institución únicamente para mujeres fundada
en 1837, en zoología y en 1929, comenzó la carrera de medicina en la
Universidad de Columbia, en Nueva York. Tras graduarse en 1933, Virginia Apgar
decidió hacer una pasantía en cirugía y tras un año y por consejo de una de sus
profesores, Allen Whipple, quien no veía que la cirugía resultara un buen
negocio para las mujeres, Apgar cambió de la cirugía a la anestesiología, donde
de acuerdo su profesor la energía y el arduo trabajo de Apgar podían tener una
repercusión positiva tanto en el campo que era principalmente ejercido por
enfermeras, como para ella. Apgar se trasladó entonces a estudiar en la
Universidad de Wisconsin en Madison, para regresar en 1938 a Columbia y hacerse
cargo como directora de la División de Anestesia y Atención Anestésica de la
Universidad de Columbia.
Su principal preocupación fue el efecto de la anestesia en
los partos y para ello diseñó una serie de pruebas, que con el tiempo serían
conocidas como Prueba de Apgar y que actualmente en todos los partos. La prueba
consiste en medir la frecuencia cardiaca, el ritmo respiratorio, el tono
muscular, el color y la respuesta refleja del recién nacido al minuto de haber
emergido del vientre materno y una vez más a los cinco minutos.
A finales de la década de los años 50 y tras haber asistido
a más de 17,000 partos, Virginia Apgar había sido capaz de asociar problemas de
malformación y los datos surgidos de la prueba en los recién nacidos. Durante
estos años es cuando Apgar de manera inconsciente crea un nuevo campo para la
medicina; la neonatología. Su punto de vista formado a través de la meticulosa
investigación surgida de sus reportes la llevó a sentar las bases para tener un
protocolo que se asegurara de la salud e integridad del bebé, algo que hasta la
llegada de Virginia era despreciado a comparación que médicos e internos
dedicaban a la madre.
Por eso la prueba realizada por Virginia Apgar se centra en
escuchar bien la forma en que respira el bebé, el color de su piel es también
un fuerte indicador de la salud del recién nacido. Virginia Apgar hizo, en un
principio, responsable al anestesiólogo de las primeras atenciones para recién
nacido mientras los demás se dedicaban a la madre.
En 1955, publicó un texto dentro del New York State Journal
of Medicine, acerca de la importancia del anestesiólogo en la sala de parto
titulado The Role of the Anesthesiologist
in Reducing Neonatal Mortality.
En 1957, escribió artículo en la revista de la sociedad de
obstetras y ginecólogos de Nueva Inglaterra titulado Los primeros 12 minutos en el analizaba la importancia de esos
minutos y el protocolo a seguir para rápidamente determinar cualquier problema
en el recién nacido.
Virginia Apgar
presentó en el año de 1972 el libro Is My
Baby All Right, (¿Está bien mi bebé?), que escribió junto con Jean Beck y
en el que se explican los tratamientos y causas de diversos defectos comunes en
los recién nacidos. El libro tiene consejos para que la madre mantenga un
embarazo saludable que ayude a tener un bebé sano, reduciendo las posibilidades
de cualquier problema.
Entre 1964 y 1965 Estados Unidos sufrió una gran epidemia de
Rubéola que se estima produjo más de más de 12 millones de casos de la
enfermedad, aproximadamente once mil de ellos terminaron en un aborto y se cree
veinte mil niños presentaron efectos secundarios por que la enfermedad fue
transmitida a través de su madre, niños que murieron durante la infancia, o
quedaron sordos, ciegos o algún tipo de retraso mental. Apgar se convirtió en
una vocera de la necesidad de la vacunación preventiva en madres embarazadas.
Apgar dirigió, también, la Fundación Nacional de la
Parálisis Infantil Marcha de los Diez Centavos y se involucró dando
conferencias y recolectando fondos de 1959 hasta el año de su muerte.
A Virginia Apgar, ya desde niña, le llamaba la atención
también la música. Aprendió a tocar el violín y el cello, no sólo tocaba cada
vez que podía en grupos amateurs de música. formó parte de tres orquestas
diferentes a lo largo de su vida. A finales de la década de los cincuenta, se
interesó, a través de una paciente, a construir instrumentos musicales:
violines, chelos y violas.
También jugaba golf, volaba aviones, era fanática del
béisbol, en específico de los Dodgers de Brooklyn y se cuenta que gracias a que
siempre llevaba consigo un tubo y un bisturí salvo 16 vidas en la calle o en
restaurantes. Alguna vez dijo: Nadie,
absolutamente nadie va a dejar de respirar frente a mí. Al referirse al por qué llevaba siempre con
ella un equipo de resucitación.
Virginia Apgar obtuvo numerosos reconocimientos por sus
logros y tres doctorados honoríficos otorgados por diferentes instituciones,
así como la medalla de oro a los alumnos destacados de la Facultad de Médicos y
Cirujanos de la Universidad de Columbia en Nueva York.
Virginia Apgar murió el 7 de agosto de 1974 de Cirrosis. Tenía
65 años de edad.
publicado en mamaejecutiva.net el 3 de abril de 2017
imagen wikipedia.org
No hay comentarios:
Publicar un comentario