La falta de una educación, de respeto y tolerancia, promovidas desde las pantallas de televisión, discursos y
actos políticos de diferentes colores nos muestran como lo que
somos; un país inculto, machista y discriminador de las mujeres.
Armando Enríquez Vázquez
En México el extremo del machismo y de las faltas de respeto
por el género femenino terminan siendo la cantidad de violaciones y
feminicidios que se dan a lo largo y ancho del país. Desde la década de los
años noventa del siglo pasado las entidades gobernadas por el PRI son las que
muestran los casos más graves y las cifras más altas en cuanto a delitos de
género se refieren de Ciudad Juárez a Ecatepec en el Estado de México son clara
muestra de ello.
La falta de una educación cívica, de respeto y de tolerancia,
muchas veces promovidas desde las pantallas de televisión o los discursos y
actos políticos de diferentes colores e ideologías nos muestran como lo que
somos; un país inculto, machista y discriminador de las mujeres.
Por eso año con año de manera contradictoria se crean
instituciones y campañas de propaganda encaminadas al fracaso cuyo objetivo es
el respeto de las mujeres. Ningún esfuerzo por acabar o reducir todas estas
afrentas y crímenes debe ser minimizado y debe ser elogiado, pero también se
debe valorar, consciente de que el argumento suene incorrectamente político, la
parte negativa de como se viene manejando este tipo de campañas de propaganda.
Este año el gobierno de la Ciudad de México, junto con organismos
como la ONU Mujeres, la Agencia Española de Cooperación Internacional para el
Desarrollo, y la agencia de publicidad JWT, creó una campaña que a primera
vista impacta por la expresión de los modelos de la foto, que con caras de lujuria
y morbo acompañado frases: “Así es como
miran a tu… hermana, madre, amiga, novia todos los días”. Para concientizar
a hombres y mujeres del problema del acoso y como este no sólo se refiere a insinuaciones
o aquellos que de manera enferma persiguen, tocan o muestran su cuerpo a las
mujeres. El problema inicia desde la manera en que los hombres y mujeres se
miran unos a otros.
Las imágenes en blanco y negro, de esta campaña también
conocida por sus creadores como #Noesdehombres, impresas en grandes formatos
estaban en las estaciones de Metro y Metrobús, mientras que formatos más
pequeños en el interior de los vagones del metro. La ejecución y las actitudes
de los modelos, un caso o dos exageradas, muestran la lujuria y morbo con el
que los hombres escudriñan con la mirada los cuerpos femeninos y son lo
suficientemente elocuentes para hacer conscientes a los inconscientes y
apáticos ciudadanos y ciudadanas de la Ciudad de México.
El año pasado, también, el gobierno de la Ciudad de México,
tuvo la idea de repartir silbatos de color rosa en el transporte público para
que las mujeres lo pudieran hacer sonar cuando fueran víctimas de acoso o
ataques de tipo sexual en su recorrido diario, en esta última acción existe una
gran irresponsabilidad por parte del gobierno de la Ciudad que intentando
terminar con uno de los males del transporte público no supo o no quiso medir
la consecuencias de sus acciones, pues la respuesta por parte de autoridades y
usuarios puede no ser la más rápida, ni la más correcta y un linchamiento como
respuesta a un silbatazo seguramente enviará un mensaje no deseado a la
ciudadanía.
Existen videos en Internet de mujeres poderosas y entrenadas
golpeando hombres hasta el cansancio, supuestos acosadores, en el Metro de la
Ciudad lo que sin duda repercute en sentido contrario, especies de vigilantes
ciudadanas, como sucede en el caso de los defensores armados en el transporte
público a los que la autoridad no duda en calificar de delincuentes y aunque,
en el caso de las mujeres violentas, estas son minoría que tampoco pueden ser
ignoradas por las autoridades.
Así como en la historia de la humanidad se registran casos
como el de Gilles de Rais, existen también los de mujeres asesinas como
Erzsébet Báthory conocida como la Duquesa Sangrienta. La violencia y la lujuria
no son privativas del hombre o de la mujer.
Desgraciadamente el mensaje es claro y va más allá de la
igualdad y el respeto: Los hombres son los malos de la creación. Se nos olvida
que durante décadas se ha criticado el modelo de publicidad donde el
estereotipo de la mujer es ser atractiva y sexy. La promoción de una mujer
objeto es tan detestable como la idea del hombre el depredador de mujeres y en
ambos casos promueve valores erróneos a los que predican todos aquellos que se
autonombran defensores de la igualdad.
Tal vez, en un país machista y lleno de discriminación,
donde del piropo vulgar y obsceno a la violación y al feminicidio existe una
muy ancha línea de permisividad de las autoridades, en el que a veces los actos
de violencia a las mujeres son ignorados y hasta glorificados por ciertos
cantantes, la respuesta, aunque si bien enérgica, debe evitar avivar fuegos en
ambos extremos, evitar el fomento de respuestas radicales de ideologías
extremas tanto de ultraconservadores, como del feminismo extremo.
La idea de la igualdad y del respeto, debe ser incluyente y
promover la convivencia armónica. Esa es la mejor propaganda que pueden ofrecer
gobiernos estatales y federal en un país donde el número de víctimas de la
violencia de género crece de manera exponencial, ayudado por campañas donde lo
que se vea no sea el morbo o la lujuria, sino el valor y peso de la ley.
publicado en roastbrief.com.mx el 17 de julio de 2017
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