Oskar Matzerath y Jojo Betzler dos miradas infantiles sobre
la Alemania Nazi con más de 40 años de distancia y reflexión.
Armando Enríquez
Del enorme Günther Grass, uno de los escritores pilares de
la literatura mundial en la segunda mitad del siglo XX, a Christine Leunens,
una mujer de múltiples nacionalidades y un maravilloso humor negro retorcido.
De la pluma de estos escritores tan lejanos física y temporalmente nacieron dos
niños que crecieron de manera anestesiada bajo la bandera Nazi en medio de la
terrible II Guerra Mundial. De la visión de dos grandes directores Volker Schölndorff
y Taika Waititi las dos novelas llegaron a la pantalla de cine.
El Tambor de Hojalata fue la novela con la que debutó
Grass cómo escritor, publicada en 1959, la historia habla de una manera fantástica
del episodio que marcó a generaciones de alemanes al exterior de sus fronteras
y pero sobre todo al interior, y del cual aún cargan con ciertas culpas. La
Guerra vista a través de los ojos de Oskar Matzerath, un niño que decide, en un
manifiesto físico en contra del absurdo mundo de los adultos en la guerra,
dejar de crecer. Pero Oskar no es inocente, todo lo contrario, es cruel, como
todo niño y es lujurioso, es vengativo y no puede soportar ver a su madre en
los brazos de su amante. Oskar se pasea con su pequeño tambor de metal, destrozando
con sus gritos la vida y tranquilidad de aquellos que han hecho lo mismo con la
infancia de Oskar.
La novela nunca ha sido un orgullo para los alemanes, por lo
que cuando 20 años después en 1979 cuando Schölndorff decidió adaptarla y
llevarla a la pantalla cinematográfica había cierta expectativa de como se
trataría un tema alemán en tiempos donde el Holocausto Judío comenzaba a
hacerse de una narrativa de víctima, que no ha dejado de vender desde entonces
sin importar lo que el pueblo de Israel haga a otras naciones, que se ha
vertido maniquea en las pantallas de los cines y caseras. La cinta, sin embargo,
ganó ese año la Palma de Oro del Festival de Cannes y el Oscar a la mejor
película extranjera.
Con las excepcionales actuaciones del suizo David Bennent,
entonces un niño de 13 años, en el papel de Oskar, Angela Winkler como la madre
de Oskar, Katharina Thalbach como María Matzerath, amante y madrastra de Oskar y
Charles Aznavour el amigo de la madre de Oskar que tiene una tienda de juguetes
y es el que le regala a Oskar su primer tambor de hojalata y quien además es
judío.
Y de pronto acordarme de Oskar con su metálico tambor,
gritando desde la torre de la iglesia de Danzig, se proyecta de manera con Jojo
Rabbit y la imagen de un niño en éxtasis alentado por un Hitler imaginario
para robarle la granada de mano a su instructor en las juventudes Nazi y lanzarla
con sus tremendas consecuencias. La extraordinaria cinta del neozelandés Taika
Waititi acerca de un niño que es parte de las juventudes Nazi está basada en la
novela de una escritora neozelandesa – norteamericana – belga llamada Christine
Leunens, titulada El Cielo Enjaulado, publicada en 2007, y cuenta la
historia de Jojo Betzler, un niño fanático a quien los miembros más grandes de
las juventudes nazi apodan Rabbit, por no atreverse a matar a un conejo como
parte de su entrenamiento. Jojo es un niño marginado social, con gran
imaginación, cuyos padres están con la resistencia sin que él lo sepa, con una
hermana mayor muerta de manera misteriosa y un Adfolfo Hitler imaginario como
mejor amigo. Jojo es interpretado por Roman Griffin Davis que tenía 11 años
cuando se rodó la película y en el papel de Hitler esta el director de la película.
Ambas historias hablan de niños que son discapacitados por la
guerra, física y mentalmente. Oskar sólo quiere que la guerra pase y su familia
cambie, mientras que Jojo necesita que la guerra se extienda porque sólo de esa
manera podrá demostrar al Führer su valor y formar parte de la guardia personal
del dictador. Jojo habrá de enfrentar un problema extra; su madre tiene escondida
en casa a una jovencita judía que era amiga de su hija. La historia de Oskar
cuenta la historia de toda su familia, la de Jojo la de su momento.
Oskar y Jojo descubren el amor; Oskar de manera carnal, con
los celos y el desprecio del ser amado. Jojo en la manera más naive que una
novela rosa le permite. Los dos niños viven en la misma guerra. Sin duda cada
uno es hijo de su tiempo, de ese tiempo en que la pluma de un autor y la cercanía
o distancia de ese suceso tenían creador y creadora. Ambas adaptaciones tienen
como es lógico variaciones que apuntalan lo que Schölondorff y Waititi quieren
decirnos sobre los seres humanos y su condición.
Oskar es sombrío, su humor y su fantasía responden a un
personaje de posguerra. Jojo tiene toda la distancia para sentarse a la mesa mientras
del otro lado Hitler se come una cabeza de unicornio, sin que sea ofensivo para
nadie. Para Oskar el final de la guerra significa la oportunidad de vengarse de
su padre, crear y retomar la saga de su familia y la decisión de crecer físicamente.
Para Jojo la entrada de las fuerzas aliadas en su ciudad representa liberarse
de sí mismo y permitirse un baile.
Oskar trabaja con un grupo de enanos de circo por los
territorios ocupados, los únicos que lo entienden. Jojo tiene suficiente con el
circo que hay a su alrededor y su gran amistad con Yorki, otro niño que sufre
la guerra como él. Scarlett Johanson que interpreta a la madre de Jojo demuestra
sus enormes dotes como actriz en uno de sus mejores papeles y nos recuerda de
alguna manera Roberto Benigni extraordinario papel de La vita é bella de
demostrarle a su hijo que en medio del horror y la estupidez autómata de la
guerra, uno puede encontrar algo de belleza. Sam Rockwell en el papel del Capitán
Klezendorf está de igual manera magistral y mostrando que en los peores
momentos y en el delirio del ser humano, siempre puede salir lo mejor del ser
humano.
Al final de Jojo Rabbit, como hace cuarenta años al
final del Tambor de hojalata, al prenderse las luces permanecí unos
momentos en la butaca en silencio, golpeado, estrujado por lo que acababa de
ver, frente a la grandeza de esas cintas acerca de dos niños en la guerra que
al final los dejan al final en ese oscuro sendero maravilloso que es crecer.
De los libros que las originaron escribiré otro día.
imagenes: filmmin.es
hipertextual.com
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