Las plataformas están buscando maneras de satisfacer a las audiencias que demandan constantemente nuevos y atractivos contenidos no siempre con buenos resultados.
Armando Enríquez
Vázquez.
Todos sabemos que los medios como la radio o la televisión
devoran contenidos, el aire no admite pretextos, ni excusas. Lo que vamos
descubriendo en los tiempos del confinamiento global es que en el caso de los
contenidos On demand, que tanto elogiamos y preferimos, esta necesidad
de una oferta mayor de contenidos a la medida de diferentes y millones de
espectadores la demanda del monstruo por ser alimentado es aún mayor.
Las plataformas están buscando maneras de satisfacer a las
audiencias que demandan constantemente nuevos y atractivos contenidos, en el
caso de Amazon Prime el hecho de ir liberando un capítulo a la semana de The
Boys nos demuestra que la plataforma no tiene los contenidos que le
gustaría para sus suscriptores. La producción de las nuevas temporadas de Marvelous
Mrs. Maisel y Carnival Row se vieron interrumpidas por la pandemia,
ante este panorama las dos plataformas de contenidos de video más populares se
han visto obligadas a llenar sus catálogos, para fortuna de muchos y
conocimiento de otros, con cintas y series de décadas pasadas. A mi parecer
esto debieron haber hecho hace mucho y no esperar la emergencia sanitaria. No
todo lo nuevo es bueno y como ejemplo basta un botón, aunque existen muchos en
ambas plataformas.
Hace apenas un mes reseñé la primera temporada de Símbolos
la serie polaca producida por AXN en 2018 y distribuida a nivel mundial por
Netflix este año. Tal vez por ese frenón en la producción del que hable al
inicio, esta semana Netflix estrenó la segunda temporada que como anoté ya en
el primer texto se estrenó en abril de este año en AXN, algo que no suele
suceder en la plataforma de Internet.
¿Por qué ver la segunda temporada, sí la primera es bastante
incongruente? Por lo general tengo la manía de ver las continuaciones de
historias que veo y no me gustan sólo por morbo, podría decir por curiosidad,
pero no, es morbo puro por saber como se intenta reparar los daños argumentales
y narrativos. En este caso también tiene que ver la falta de nuevas series que
me llamen la atención. Además, se trata de una temporada breve. Símbolos
consta de sólo 8 capítulos en cada una de sus temporadas.
En la segunda temporada lo que sucede es que a partir de
mantener a un puñado de personajes que ya conocemos se cuenta una historia que,
aunque quiere parecer continuación, es otra totalmente diferente.
Sabemos por la primera temporada que: en las Montañas del
Búho, en las que estás enclavada la villa de Sowie-Doly, donde se desarrolla la
historia, los Nazi intentaron desarrollar un arma secreta cuyos planos están en
manos de dos diferentes habitantes del pueblo; el falso pastor del pueblo Jonasz
(Andrezj Mastalerz) y un coleccionista que termina en manos del primero al
final de la primera temporada. Sabemos también que el oficial de policía Krzysztof
Sobczyk (Piotr Trojan) es un asesino en serie en desarrollo y que al final de
la primera temporada secuestró a Nina Trela (Magdalena Zak) la hija del
comisario que llega Sowie-Doly en el inicio de la serie. Sabemos que el nuevo
cura del poblado, el padre Roman (Rafal Cieszynski) es tan sociópata como Krysztof.
Que el pueblo esta lleno de personas con severos problemas mentales.
Para la segunda temporada el comisario Michal Trela (Andrzej
Konopka) ha regresado al alcoholismo con la desaparición de Nina, continúa
viviendo en la posada de su subalterna Ada (Helena Sujecka) quien se ha
separado de manera definitiva de su marido Blazej (Michal Czernecki) que en
esta temporada competirá por la alcaldía de la aldea en contra del corrupto y
ahora discapacitado alcalde, Antoni Pazske (Miroslaw Kropielnicki), quien tras
el accidente en el bunker está en silla de ruedas además de haber sido inhabilitado
por corrupción. No quiero entrar en los detalles telenovelescos que inundan la
segunda temporada, me voy a detener un momento en los nuevos personajes que
incorpora la serie y los hilos narrativos erráticos con los que nos envuelve.
Dos personas que viajan desde Bratislava a Sowie-Doly en busca del arma secreta;
la nave que parece un platillo volador. Eliza (Ewa Jakubowicz) y su esposo
quienes para construir el misterio necesario para hacer interesante la serie
desaparecen en el primer capítulo abandonando su vehículo y a su bebe. Así como
Twerski (Mariusz Ostrowski) y la siniestra Kaja (Barbara Wypych) que apoyan,
pagan la candidatura de Blazej, Kaja incluso se casa con él en busca de un
nunca claro apoyo pero que tiene que ver con el arma secreta Nazi. Pero además
esta la historia de un hombre demonio que ayudo a los Nazi de la zona y que en
teoría oculta un tesoro y un guardian de los bosques de la región. La historia
que quiere rodearse con halo de misterio y extrañeza no logra del todo su
objetivo, pero lo peor desgraciadamente es que logra caricaturizar y
despersonalizar a los personajes que nos presentaron en los primeros ocho
capítulos, jamás se nos explica porque Agata la hija del alcalde ya no va a la
escuela, ni cómo es que el comisario Trela se recupera tan rápidamente de su
alcoholismo.
La historia más importante; la desaparición de Kasia (Bianka
Pilitowska), la adolescente hija de la amiga de Ada asesinada en la primera
entrega y la abulia de su alcohólico padre, parece por momentos prescindible. La
culpabilidad de Trela tampoco es importante. Lo parcialmente relevantes es que
al final, la historia que nada tiene que ver con la primera es sólo un pretexto
para intentar de crear un universo similar al de otras series que tienen más
que ver con lo sobrenatural y lo misterioso al más puro estilo de Los expedientes
secretos X, que con el thriller y el enigma criminal que se nos planteó en
un inicio, y aunque desde la primera entrega están presentes los planos del
arma secreta o nave nazi el giro de tuerca obligado en el caso de la serie con
una llave inglesa, no resulta verosímil.
Aun no se sabe si habrá una tercera temporada, AXN o Netflix
no se han manifestado al respecto, pero no parece lógico que la haya más que
interés o incógnitas el final resulta tan predecible y soso como el resto de la
serie. Peor lo que todos debemos reflexionar en los tiempos del democrático
Internet y la maravilla del On demand, es si los contenidos pueden
seguir siendo tan mediocres como muchas veces lo son en los medios
tradicionales ante la demanda de tener materiales al aire.
publicado el 28 de septiembre de 2020 en roastbrief.com.mx
imagen netflix.com
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