Poco a poco vamos conociendo la historia a fondo lo que en un principio era una desaparición comienza a convertirse un secuestro, para transformarse en siniestra y perversa historia de un pacto pagano.
Armando Enríquez Vázquez
¡Gracias Netflix!
Más allá de las tonterías estadounidenses que semana a semana dominan los
estrenos de la plataforma, de vez en cuando aparece una serie, sobre todo
europea extraordinaria.
No había visto
que la plataforma estrenó Equinox, una serie danesa. Muchas de las
grandes series que he visto en la década pasada son danesas. Así que siempre me
atraen, en el entendido que la nacionalidad no las vuelve en dignas de verse,
pero sí marca una línea en la manera de tratar los diferentes temas, contra la
visión melodramática y cursi que abunda en la mayoría de las series
norteamericanas, las nórdicas tienden a ser bastante duras y poco
autocomplacientes. Así sucede con Equinox.
Equinox es una serie basada en el podcast Equinox
1985 de la danesa Tea Lindeburg; guionista, escritora, directora de cine y
televisión, y que ha creado y escrito también la serie para Netflix sobre la
desaparición en 1999 de Ida (Karoline Hamm), una chica que acaba de terminar su
bachillerato y durante el viaje de celebración junto con 21 de sus compañeros
desaparecen del camión en el que viajan en un extraño incidente. Sólo cuatro
sobrevivientes; Torben ( Peder Holm Johanssen) el chofer del camión que queda
en coma y sale de él cuatro años y los tres amigos más cercanos de Ida; Jakob
(August Carter), Amelia (Fanny Leander Bornedal) y Falke (Ask Truelsen) La vida
de estos cuatro personajes de una u otra manera quedara destruida. Pero el
personaje más roto es Astrid (Danica Curcic), la hermana menor de Ida.
Equinox inicia 21 años después de la desaparición
de los jóvenes preparatorianos. Astrid vive en el norte de Dinamarca, lejos de
la ciudad de su infancia. Divorciada y madre de una niña pequeña, Astrid trabaja
en una estación de radio local. Una noche recibe una llamada a la cabina de un
hombre que dice ser Jakob y saber que le pasó a Ida, al momento en que Astrid
intenta cuestionar al hombre, éste cuelga. Ida a partir de ese momento regresa
al pasado y la visión de un extraño bosque en el que habita un siniestro
personaje que asemeja un conejo. Astrid abandona su vida para con el pretexto
de entender que le sucedió a su hermana y va en busca de Jakob.
La historia no es
sencilla, estructurada entre el presente y el flashback poco a poco vamos
conociendo la siniestra verdad de una sociedad contemporánea en la que los
ritos paganos pre-cristianos siguen existiendo y Ostara la diosa de la
fertilidad y de la primavera se encuentra presente en la Dinamarca
contemporánea.
No se trata de un
simple thriller sobrenatural como lo clasifican en algunos sitios de internet. No
es tampoco una serie de terror como tal. Es una narración donde la mitología se
mezcla con las narraciones infantiles, con la sociedad moderna y con las
clásicas explicaciones siempre ambiguas pero determinantes de la siquiatría y
la psicología. La actuación de Viola Maritnssen que interpreta a Astrid a los
nueve años es muy buena y lleva todo el peso a lo largo de diferentes
secuencias a lo largo de la serie, con toda la contención que la joven actriz
le imprime a su papel, el personaje se vuelve entrañable con su aire
melancólico. No se trata de un pacto demoníaco, pero sí de contratos con los
dioses que se han incumplido y perturban el orden cosmogónico.
Como suele
suceder en este tipo de historias, la investigación y la forma en que esta
estructurada la historia, poco a poco vamos conociendo la historia a fondo y lo
que era en un principio una desaparición comienza a convertirse una especie de
abducción, para más tarde transformarse en la siniestra y perversa historia de
un pacto pagano.
Los padres de Ida
y Astrid se separan tras la desaparición, pero ambos son importantes para
Astrid y la búsqueda de Ida. Mientras Dennis (Lars Brygmann), el padre, ha
reconstruido su vida con una nueva pareja e intenta ser lo más racional
aceptando la muerte de su hija, Lenne (Hanne Hedelund), la madre permanece en
la vieja casa familiar con el cuarto de Ida como lo único intacto y limpio al
interior de la vivienda. Esperando el regreso de Ida, Lenne tiene la certeza de
que Ida está viva y Astrid es la única que puede traerla de vuelta a casa.
Jakob y Falke se
han convertido en meros fantasmas de seres humanos cargan con su culpa; la
esquizofrenia y paranoia de cada uno los han convertido en seres exiliados de
la sociedad, ambos han llegado a vislumbrar la realidad de lo sucedido, y a
intuir no sólo su papel en ello si no la importancia de Astrid dentro de la
continuación de la trama. Por su parte Amelia ha huido de Dinamarca para crear
una secta religiosa en Rumania y hasta aquel país viaja Astrid tratando de
encontrar las razones de la desaparición de Ida.
El papel de Jakob
no sólo es detonar la latente curiosidad de Astrid, en un inicio es gracias a
la atracción sexual y emotiva que siente Ida por él y a su conocimiento de una
antigua religión que todo habrá de suceder, ¿o no? Porque Lenne también tiene
un par de secretos, al igual que Dennis y la misma Astrid va recordando lo que
se ha escondido en el fondo de su alma.
Equinox es una serie que vale la pena ver, para
quitarnos la autocomplacencia melosa de los melodramas habituales.
P.D. Si alguien
en Netflix lee esto, por favor compren otras series del norte Europa que son
extraordinarias como Jordskott, Springfloden, Mammon, Bedrag, Heimebane
o las belgas Beau Sejour o Nieuwe
Buren
publicado originalmente en roastbrief.com,mx en febrero de 2021
Imagen Netflix.
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