El documental de Netflix sobre la falsificación de arte
contemporáneo pone sobre la mesa temas que son importantes de considerar desde
el crimen hasta la apreciación artística.
Armando Enríquez
Vázquez.
En 2011 Knoedler una galería de arte de la ciudad de
Nueva York cerró de manera definitiva sus puertas. Este fue el gran final de
una centenaria galería, fundada en 1847, así como el punto final a uno de los
escándalos de falsificación más importantes en la historia del arte moderno.
Neflix estrenó el documental Made you look,
dirigido por Barry Avrich, acerca de este caso, pero más allá del caso
policiaco el documental plantea de manera tácita una de las cuestiones más
importantes del arte moderno abstracto; su apreciación y valoración desde el
ojo del espectador.
Durante 20 años a través de su directora Ann Friedman, Knoedler
adquirió pinturas atribuidas a los grandes maestros del arte contemporáneo
norteamericano como Jackson Pollock o Mark Rothko. Pinturas perdidas de las que
nadie sabia nada y que en teoría habían sido, en un principio, adquiridas
directamente en el estudio de los artistas por un comprador que con el tiempo
se había establecido en México, por lo que no había el menor registro de las
obras. Friedman vendió las pinturas a lo largo del tiempo por más de 80
millones de dólares. Al final estas resultaron ser falsas.
El documental pone las voces de casi todos los actores
principales de la estafa y del mundo de la venta del arte en Nueva York, así
como de críticos, forenses del arte, periodistas y el agente del FBI que llevó
a cabo la investigación, también están las voces de aquellos que en su momento
acreditaron o dudaron de la autenticidad de las pinturas. A algunos de ellos se
les nota que se regocijan por el destino de Friedman y otros intentan no hacer
más ruido del necesario porque de alguna u otra manera validaron las obras
falsas.
Es sorprendente el frío y carente de emociones testimonio de
Friedman, parece aprendido de memoria. La directora de Knoedler quien a
pesar de su gran experiencia y conocimiento del mundo del arte alega inocencia
y se considera víctima de la mujer que le vendió las pinturas; Glafira Rosales,
la única que no da su testimonio en el documental. Otros de los entrevistados
no creen en la palabra de la ex directora de la galería y la consideran
cómplice de Rosales y sus otros asociados; el pintor de origen chino Pet Shen
Qian y su pareja sentimental un estafador español de nombre José Carlos
Bergantiños Díaz. De todos ellos únicamente Rosales piso la cárcel. Shen Qian
regresó a China y Bergantiños a España. Friedman misma después de ser dada de
baja de la galería no tardo en recuperarse y crear su propia galería que vende
obras de arte.
La historia es fascinante por muchos motivos, desde el hijo
de Rothko que aseguró que los cuadros eran de su padre y lloró ante uno de
ellos, hasta la neófita pareja de banqueros que se hizo de una obra falsa, por
su snobismo y arrogancia de tener un Rothko. Hay que aclarar que en este caso
las falsificaciones no eran copias de obras conocidas, sino que se vendieron a
Friedman como originales no conocidos del artista, y así pasaron entre
conocedores y compradores.
Sólo una persona fue capaz de poner en duda el origen de una
de las pinturas y puso en alerta al FBI tras descubrir que la obra no podía ser
original por una de las pinturas utilizadas y es gracias a esto que se descubre
todo el fraude.
Queda clara la maestría de pintor chino, su habilidad para
copiar las técnicas de los artistas en cuestión y su poder de interpretación y
ejecución para lograr obras que engañaron a expertos. Al principio del
documental aparece una anécdota en la que al preguntarle al director del Museo
de Arte Moderno de Nueva York cuantas obras falsas podría haber en la colección
de la institución el funcionario respondió: No lo sé. Y el subtitulo del
documentas es: A True Story About Fake Art. (Una historia verdadera
acerca de arte falso)
Tras ver la película queda claro lo ambiguo del arte
abstracto y lo despiadado y feroz del mercado del mismo. Manejado por unos
pocos que ofrece a gente que pretende mostrar su estatus social a través del
arte que posee, el satisfactor tan deseado. Uno de los problemas y por lo que
el trabajo de estos artistas se cotiza tan alto es que son autores ya
fallecidos y su obra es limitada.
Pero la mayor reflexión que me dejó el documental es: Cuándo
aquellos que conocen a fondo la obra de un pintor declaran una obra como
producida por un autor fallecido, ¿cómo podemos nosotros los neófitos
desmentirlos?, igual o más importante ¿Si una falsificación hace que el
espectador tenga una experiencia estética similar a la que produce un cuadro
original, tiene menos valor?
No se trata de minimizar todo el pensamiento teórico del
artista original para llegar a su forma de expresión, tampoco de la calidad del
nuevo artista y sin pensar en la firma que lo inculpa como falsificador
calificarlo como simple imitador. El arte nos hace vibrar de la misma forma
cuando realmente lo es. Sin importar el autor, ni cuanto hemos pagado por ello.
Al menos eso creo.
Made you look es un documental que bien vale la pena
ver y también más allá del argumento y la anécdota, agradecer a Barry Avrich
por su gran ojo para retratar a sus entrevistados y dejarnos ve mucho más con
la cámara que ellos dicen, creando su propia obra de arte.
Imagen: Netflix
No hay comentarios:
Publicar un comentario