Parecería que
una tercera entrega de esta serie polaca es excesiva y sin embargo por muchos
momentos vale la pena verla.
Armando Enríquez Vázquez
¿Hasta donde se
puede estirar una historia sin que se convierta en un pastiche artificial?
¿Cuándo parar y dejar a los personajes en paz?
Cuando una serie se vuelve exitosa todo mundo en el lado de producción
se emociona y se intenta mantener la historia viva a costa de cualquier
incongruencia o acciones que no tienen ya lógica alguna.
El viaje final de
Don Drapper, en Mad Men, para regresar al mundo impostor de la
publicidad resulta un tanto cuanto lento, para llegar a la gloriosa secuencia
final con sus implicaciones y referencia triunfal. Juego de tronos, para disgusto de la
gran mayoría tuvo un final contundente y lógico. No feliz, pero al estilo del
autor de la historia; veraz, sin exagerar en el optimismo y dándole la vuelta a
un fácil final feliz. Hijos de la Anarquía es otra serie con una gran
lógica interna y un final acorde al desarrollo de la serie.
El pantano, una serie polaca cuya primera temporada fue
estrenada en 2018. La acción se sitúa en un pueblo ficticio de aquella nación
en los días que antecedieron al fin del comunismo; abuso de poder de los
líderes políticos, policiacos y sindicales, la injusticia social del comunismo
y una serie de asesinatos. La más reciente temporada fue estrenada a principio
de este año por Netflix, desde el primer capítulo aparecen ya los personajes y
los arcos dramáticos que unen tres temporadas que recorren más de 20 años en la
historia de Polonia y los cambios sociales que esas décadas representaron con
la caída y desaparición de la Europa comunista y la permanencia de la condición
humano; explotación, corrupción y poder, como también de la mano de la
culpabilidad autoinfligida va el eterno intento de la expiación de pecados o
cuando menos de la justificación.
Esta por
finalizar el siglo XX Piotr Zarzycki, aquel ambicioso periodista que protegido
desde el nepotismo de los altos círculos del poder sobrevivió a la primera
temporada y en la segunda regresa al pequeño diario después de 10 años, sólo
para enfrentar una serie de verdades que destruyen su vida y su seguridad pero
los tiempos han cambiado y ya nada lo puede salvar por lo que no hay vuelta
atrás; Zarzycki queda estancado en el pueblo al finalizar la temporada. Ahora
Piotr Zarzycki encerrado en casa, traumado por los sucesos de la segunda temporada,
con una nueva relación sentimental y una hija adolescente que se siente
rechazada desde la muerte de su madre y la huida de la amante de su madre habrá
de enfrentar su mayor temor; su pasividad y entrar en acción.
A la par la
historia del periodista Witold Wanycz (Andrzej Seweryn) quien hastiado de la
vida y de la mediocridad del periodismo de estado en Polonia inicia esta serie
en un momento cuyo único objetivo es huir de Polonia y reencontrar al amor de
su juventud y de la vida en Alemania, al final de la primera temporada el viaje
se aplazará en un sacrificio que podría definirse humanitario, pero que también
admite que el amor real sobrepasa al platónico.
Con el pasar de
las décadas, Wanycz vive de manera tranquila retirado del diario pero
constantemente obligado a investigar nuevas y las mismas atrocidades. En la
segunda temporada el regreso de una amiga a Polonia lo lleva a sentar cabeza
sin dejar de pensar en el amor pasado que vive en Alemania y en la tercera la
promesa de una carta perdida en el tiempo detona todo.
Pero el gran hilo
conductor de la serie son los crímenes que se van descubriendo enterrados en los
pozos de brea y lodazales del pantano cercano a la ciudad. Crímenes de odio, de
guerra, genocidios o simples asesinatos. La oscuridad del pantano no solo está
en los personajes de la serie, si no ese pantano que se ha vuelto fosa siniestra.
El hotel central del pueblo es un personaje más de la serie de centro social
donde la prostitución, las reuniones políticas y arreglos corruptos se llevan a
cabo permanece casi intacto en las tres temporadas, y por intacto no me refiero
a que los estragos del tiempo no hayan mellado el edificio, ni que los muebles
y paredes no parezcan ya fuera de lugar conforme avanzan las temporadas, pero en
el sentido clandestino y de centro de poder el Hotel se niega a morir. Es un
emblema de ello a pesar de la llegada de nuevos grupos criminales con la
llegada del nuevo milenio.
Y el mayor
negocio criminal del mundo, el más redituable, la trata de personas está
presente a lo largo de los 17 episodios de la serie y es sin duda un tema que
pasa de un personaje incidental a uno de los protagonistas de la serie.
Al iniciar la
tercera temporada, llamada El pantano milenio por Neflix, Wanycz recibe una llamada
del eterno gerente del hotel central con la promesa de entregarle una carta que
no espera y que viene del pasado. Pero cuando Wanycz llega al hotel, el gerente
ha sido asesinado.
El descubrimiento
de nuevos cuerpos en la ciénega, junto con la necesidad del procurador por
hacer de los restos más victimas de los soldados Nazi y la II Guerra Mundial, a
pesar de que los estudios forenses demuestran que los restos son de los años
sesenta. Mientras su asistente, molesta por la actitud oficial, decide revelar
la verdad y además es su manera de expiar culpas del pasado.
La tercera
temporada ata cabos sueltos que nadie estaba consciente de su existencia, y sin
embargo, no parecen haber sido incrustados a fuerza, aunque se tuvieron que
crear tramas en el pasado para explicar la existencia de algunos personajes y
su relevancia en la historia, como el padre de Anna Jass (Magdalena Roczczka),
la detective de armas tomar que aparece a partir de la segunda temporada y es
la amante de Teresa Zarzycka (Zofía Wichlacz) esposa de Piotr. La misma
asistente del procurador entra sutilmente y de manera tímida como su personalidad
a cumplir su papel en la historia del pueblo.
Anna Jass regresa en la tercera entrega con la
insensatez impuesta por la muerte de Teresa que la obliga a cometer acciones
suicidas y la culpabilidad que siente. Convaleciente en el hospital del pueblo,
su viejo compañero el policía Adam Mika (Lukasz Simlat) la involucra en la
investigación que esconde trata de jóvenes rumanas. El caso se complica con la
desaparición de Wanda Zarzycka, la hija de Piotr.
Si, bien El
pantano no ha recibido los reflectores merecidos en este lado del mundo, la
primera temporada ganó el premio nacional en Polonia a la mejor serie, es una
serie que vale la pena ver. Muchos podrían argumentar ciertas deficiencias
narrativas sobre todo en la segunda de temporada, pero la trama la que nos hace
verla de principio a fin. La congruencia de los personajes con el paso de los
años, el pequeño pueblo como personaje de la serie con su pantano, sus multifamiliares,
la alberca pública del comunismo, lugar de abusos sexuales y redes trata ahora
parte abandonada y otra convertida antro y burdel.
Reflejo de diferentes
momentos de la historia y de la hipocresía oficial sin importar la ideología del
gobierno, la serie, como la vida, abandona al ciudadano a su suerte frente a la
corrupción y el crimen organizado.
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