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jueves, 7 de enero de 2016

Groucho Marx a Woody Allen.



Si hay un personaje genial entre los cómicos norteamericanos del siglo XX es Groucho Marx, comediante, actor, conductor y escritor. 

Armando Enríquez Vázquez.

Groucho, cuyo verdadero nombre fue Julius Henry Marx y nació en Nueva York el 2 de octubre de 1890, se distinguió a lo largo de sus casi noventa años de vida por permanecer un tipo con gran sentido del humor, irónico, ácido y ante todo genial, las veinticuatro horas del día.
Además del cine, Marx condujo programas de radio y Televisión durante las décadas de los cuarenta y cincuenta en Estados Unidos. Groucho mantuvo una amistad con personajes tan dispares como el poeta T.S. Eliot, o Elton John al que se dice que llamaba John Elton, además de otros músicos y cómicos mucho más jóvenes que él como Alice Cooper y Woody Allen. Con la mayoría de sus amistades Marx desarrolló una relación epistolar.
Entre las cartas más famosas que escribió el comediante neoyorquino se encuentra una que dirigió a los directivos del Friars Club en Nueva York, al que pertenecía renunciado a su membresía, ya que Groucho: Nunca podría pertenecer a un club que lo tuviera a él como miembro.
En el caso de Woody Allen, la diferencia de edades era de 45 años, pero el joven cineasta, expulsado de la universidad, tenía grandes afinidades con el viejo comediante más allá y mucho más obvias que su religión. Sin Embargo en algún momento la correspondencia entre los dos comediantes se interrumpió debido a que Groucho no contestó una carta del cineasta, lo que tenía Woody Allen resentido con su amigo. Alguien comentó esto con Groucho y decidió entonces escribirle a Allen:
                                                                                                              Marzo 22, 1967.
Estimado WW:
Goodie Ace le contó a alguno de mis amigos desempleados que estás decepcionado o molesto o contento o ebrio porque no he contestado a la carta que me enviaste hace algunos años. Por supuesto que reconoces que no existe forma de hacer dinero contestando cartas, a menos de que se trate de cartas de Suiza o de la mafia. Te escribo con ciertas reservas porque estoy consciente de que estas haciendo seis cosas a la vez, cinco incluyendo el sexo y no sé de dónde sacarás el tiempo para contestar.
Espero que tu obra aun este en la cartelera cuando viaje a Nueva York la primera o segunda semana de abril. Debe ser una verdadera molestia para los críticos, que si mal no recuerdo le vaticinaron un fracaso por ser demasiado graciosa. Y como aun esta en cartelera, deben estar más que molestos. Lo mismo le sucedió a la obra de mi hijo, la que escribió con Bob Fisher. La moraleja es: Jamás escribas una comedia que haga al público reír.
Este problema con los críticos ha sido materia de discusión desde que hice mi Bar Mitzvah, hace casi cien años. Nunca le he contado esto a nadie pero recibí dos regalos cunado pase de la niñez a los que hoy supongo es la hombría. Un tío, personaje de mucho dinero, me regaló un par de largos calcetines negros, mientras que una tía que trataba de ganarme, me obsequió un reloj de plata. Tres días después de haber recibido los regalos, el reloj desapareció. La razón por la cual desapareció fue que mi hermano Chico no jugaba billar tan bien como él creía, así que lo empeñó en un establecimiento en la calle 89 y la Tercera Avenida. Un día en el que vagaba sin rumbo, descubrí mi reloj en el aparador de la casa de empeños. Si no hubiera sido porque tenía mis iniciales grabadas en él, jamás lo hubiera reconocido ya que el sol lo había oscurecido de tal forma que ahora era negro como el carbón. Los calcetines, que había usado a lo largo de una semana sin siquiera haberlos lavado, eran ahora de un verde mohoso. Esta fue mi premio por haber sobrevivido a lo largo de trece años.
Y esa es, de manera breve, la razón por la que no te he escrito en algún tiempo. Aún tengo puestos los calcetines, ya no son mis calcetines, ahora son parte de mis piernas.

Me mandaste una carta en la que decías que estarías por aquí en febrero y loco de alegría compre tantas carnes frías que las guardo en la caja de seguridad en lugar del refrigerador. Con ellas podría cubrir mis aportaciones a las caridades judías de Estados Unidos durante 1967 y 1968.

Creo que me hospedaré en el hotel St. Regis cuando este en Nueva York y por el amor de Dios para ya de tener tantos éxitos, me estas volviendo loco. Lo mejor para ti y para tu pequeñísimo amigo, tu pequeño palito.

Groucho.

En 1945, Tras la filmación de la película A Night in Casablanca Warner Brothers mandó una carta a los miembros de la película prohibiéndoles usar la palabra Casablanca, Groucho molestó escribió una carta a los Warner en la que entre otras cosas decía:

No entiendo su actitud. Ni siquiera el plan para estrenar su película. Estoy seguro de que el asistente promedio a las películas puede llegar a distinguir con el paso del tiempo entre Ingrid Bergman y Harpo. Yo no sé si podría, pero me gustaría intentarlo.

Reclaman que Casablanca les pertenece y nadie puede utilizar la palabra sin su permiso. ¿Qué hay acerca de Warner Brothers?  ¿Tambien es de su propiedad? Muy probablemente ustedes tengan el derecho de usar el nombre Warner, ¿Pero qué sucede con la palabra hermanos? Profesionalmente, nosotros somos hermanos mucho antes que ustedes… y aun antes de nosotros ha habido otros hermanos: Los hermanos Smith, Los Hermanos Karamazov, Dan Brothers que es un Jardinero de los Tigres de Detroit y Hermano, ¿tienes un centavo que compartir?, (en un principio era Hermanos pero hacía que la repartición fuera muy miserable así que sólo uno de los hermanos se quedó con el dinero, por eso se cambió a Hermano, ¿tienes un centavo que compartir?)

Marx era un hombre de una gran ingenio y no sólo por lo que decía en sus cartas, o lo que escribía para sus películas, se dice que en cierta ocasión un hombre lo reconoció en un restaurante y le pidió que porfavor unsultara a su esposa que era una gran admiradora del cómico y sus bromas pesadas, que eso la haría muy feliz. Groucho se limitó a contestarle al hombre:

­- Señor, usted realmente me sorprende, con una esposa como esa, usted debería ser capaz de inventar sus propios insultos.


Todo esto, no sólo para hablar de un comediante genial, sino para demostrar que la creatividad y la genialidad como muchas otras cosas no se aprenden en manuales, si no practicándolas y tampoco están sujetas a un horario o lugar, están grabadas en la personalidad de cada uno.

publicado en roastbrief.com.mx el 28 de septiembre de 2015

domingo, 16 de febrero de 2014

Woody Allen y un almacén japonés.




La atracción entre los norteamericanos y los japoneses tiene décadas llevando a celebridades y actores norteamericanos a las pantallas de la televisión nipona.

Armando Enríquez Vázquez.

Tras la II Guerra Mundial y los agravios criminales entre ambos países hoy en los Estados Unidos es difícil encontrar una ciudad donde no se pueda comer sushi o se consuman grandes marcas japonesas como Sony,  Mazda, Honda, Toyota, Panasonic. Y lo mismo sucede en Japón con productos norteamericanos
Entre estas atracciones occidentales, una de las más llamativas para la cultura japonesa contemporánea se encuentra en la costumbre de los anunciantes japoneses por utilizar celebridades norteamericanas en sus campañas publicitarias. Esta es una costumbre que lleva décadas. Entre los americanos que han anunciado productos japoneses en los medios nipones se encuentran: James Brown, el célebre cantante de Soul y Funk, anunciado la sopa instantánea NIssin. Jodie Foster en un comercial de cosméticos, Arnold Schwartzenegger bebidas energizantes,  Tommy Lee Jones, como un extraterrestre en una larga serie de comerciales  para un café de marca Boss. John Travolta para Tokyo Drink. Cheryl Ladd en sus épocas de Ángel de Charlie, cantó un jingle para el whisky Suntory. La mayoría de estos comerciales son muy divertidos de ver desde nuestra cultura occidental 


De la larga lista de figuras del cine y el espectáculo que han participado en la publicidad japonesa, esta es la historia de una serie de comerciales que a principios de los años ochenta protagonizó el director de cine Woody Allen para una tienda departamental japonesa.
Las primeras tiendas departamentales de Japón datan de principios del siglo XX.  Seibu es una de las más tradicionales y cuenta con presencia en Japón, Indonesia, Hong Kong y los Estados Unidos. Fue establecida a finales de la década de los cuarenta. En los años ochenta únicamente operaban dentro del mercado japonés, y eran la cuarta en el mercado japonés. En 1981 decidieron utilizar a Woody Allen como la figura principal de su campaña, la cual inició el 31 de diciembre con un poster donde se mostraba una fotografía de Woody Allen y una frase en japonés diciendo Una vida de buen gusto, cabe aclarar que al parecer Woody Allen todavía no era una gran celebridad y el público japonés no lo reconocía. Por lo que la campaña de Seibu llamó mucho la atención en particular cara del director norteamericano, después vinieron los comerciales de televisión en los que Woody Allen no decía nada se limitaba a actuar y hacer esos gestos tan de él mientras un jingle se encargaba de promover al almacén. En uno Woody Allen recibe una terapia tradicional japonesa, en Otro se encarga de comprar en una maquina que tiene su foto, en otro se limita a consultar un papel que lleva en su saco y que muestra al público al final y que tiene la frase Una vida de buen gusto. En otro sentado en un escritorio Allen poniendo en su superficie algunos de los productos que se pueden comprar en la tienda. Seibu aprovechó también para posicionar a Woody Allen entre los japonenses, al promocionar una exhibición de películas del neoyorquino y más tarde puso a la venta los libros de Allen en sus almacenes. 
Los comerciales tienen una factura muy sencilla y dependen de la actuación de Allen para impactar. De Woody Allen y comerciales, recuerdo el que hizo sobre la ciudad de Nueva York tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, en el que aparece como un diestro patinador en Rockefeller Center.
 Después de ver los comerciales japoneses me puse a ver que más había hecho Woody Allen en materia de publicidad y me encontré que en 1966 Allen sirvió en una serie de carteles para el vodka Smirnoff, en ese entonces la carrera de Allen apenas comenzaba y su participación en el cine se había limitado a escribir y actuar en la cinta de comedia What’s new pussycat? El año anterior, durante 1966 dirigió su primera película What’s up, Tiger Lily?
Volviendo a los carteles de Smirnoff. En uno de los posters se ve al joven Woody Allen saliendo de la concha de un caracol marino. En el cartel se lee: Sal de tu Concha, prueba Smirnoff.
Entre los varios impresos en los que participó Woody para la marca de vodka hizo varios para un cocktail conocido como Moscow Mule o mula moscovita creado en los Estados Unidos en la década de los años cuarenta y que al parecer fue muy popular. Este cocktail tiene como ingredientes vodka, cerveza de jengibre, hielo, jugo de limón todo mezclado y servido en tarros de cobre, lo cual parece ser un ingrediente más del cocktail.
Para los que se interesen por el tema, la receta es la siguiente:
Hielo Picado.
Dos tantos de Vodka.
El jugo de medio limón.
Cerveza de jengibre al gusto.
Se mezcla todo y se pone en un tarro de cobre.
Y es todo por esta semana.

publicado por thepoint.com.mx el 11 de febrero de 2014.
imagen: lookatme.ru