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sábado, 29 de marzo de 2014

Marfil proveniente del mar.





La matanza anual de especies para obtener marfil, no se limita a los elefantes y se extiende a magnificas especies marinas en el Polo Norte.

Armando Enríquez Vázquez

Dentro de las grandes crónicas y descripciones de los animales que los Europeos encontraron en su expansión y conquista por el mundo muchas veces se impuso una distorsionada y curiosa manera de entender la vida animal. Se dice que Colón avistó lascivas sirenas de grandes tetas en las cercanías de sus barcos, científicos modernos nos dicen que estas sirenas eran tan solo manatíes hembras que amamantaban a sus crías.  Salvajes hombres dispuestos a violar mujeres y que tenían la cara en el torso, son las primeras descripciones de los gorilas. A finales del siglo XVI el explorador inglés Martín Frobisher, zarpó en busca del paso del norte, un mítico pasaje que permitiría a los navegantes europeos cruzar del Océano Atlántico al Pacífico en una ruta directa a la India y sus riquezas, sin pisar tierras americanas. Aunque el pasaje no existe, Frobisher descubrió y anotó en sus diarios el hallazgo en la playa de una isla, del cuerpo de un extraño pez parecido a una marsopa pero de mayor tamaño y el cual tenía un extraño y largo cuerno que parecía estar hecho de cera que salía de su nariz… al cual identifico con un unicornio marino. En realidad se trataba de uno de los cetáceos más extraordinarios que existe: el narval. Su nombre viene del nórdico antiguo y significa cadáver de ballena en referencia a su piel blanquecina y moteada similar a la de los cuerpos en descomposición. Entre los animales que desde mi infancia me han fascinado, sin duda se encuentran estos extraordinarios cetáceos.
Para desgracia de los narvales su colmillo, porque no es un cuerno, si no un diente que puede alcanzar hasta tres metros de largo, no está hecho cera sino de marfil. En un estudio publicado la semana pasada se sugiere que el colmillo del narval es además, un órgano sensorial que ayuda al animal a medir la salinidad del agua entre otras cosas de su medio ambiente, otros científicos descartan esta idea, por el simple hecho de que el colmillo es propio de los machos exclusivamente y afirman que el diente es una característica para atraer a las hembras, como lo son los plumajes coloridos en el caso de las aves.
Lo cierto es que el marfil del colmillo ha sido desde siempre causa de la caza de este mamífero, como en el caso de los elefantes y rinocerontes en tierra. La reina Isabel de Inglaterra pagó 10,000 libras esterlinas de su época por un colmillo de narval engarzado con joyas. Una cifra similar habría sido suficiente para comprar un castillo. Los vikingos lo vendían como cuerno de unicornio y los vasos hechos con estos cuernos, se creía que podían detectar el veneno. Actualmente el precio por un colmillo de narval es de aproximadamente 125 dólares por cada 30 centímetros.
Los narvales se encuentran catalogados en el apéndice II de CITES que es la Convención Internacional de Comercio de Especies, tanto de flora como de fauna, en Peligro de Extinción. Este apéndice II se refiere a aquellas especies que a pesar de no estar actualmente amenazadas por la extinción, el no protegerlas puede llevarlas a ese status de manera muy rápida. En Canadá la caza de narvales está permitida únicamente a los inuit, por sus tradiciones y costumbres, el número a cazar anualmente es determinado por las autoridades canadienses en conjunto con las autoridades inuit. El pasado mes de febrero se destruyó en Estados Unidos una red de comercio ilegal con colmillo de narvales que durante seis años hizo ventas por más de un millón y medio de dólares.
La población de narvales se considera entre 30,000 y 70,000 animales y su hábitat se limita al círculo polar. Se calcula que alrededor de 400 narvales son cazados por los inuit cada año con el permiso del gobierno, pero desgraciadamente por lo métodos que actualmente utilizan los indígenas para cazar a los narvales es difícil saber que tanto se excede la cuota. Los inuit antes arponeaban a los narvales actualmente los cazan con rifles desde la orilla hiriendo a algunos y provocando que otros ejemplares mueran y se hundan en el Océano Ártico. Los inuit son los únicos, en Canadá, a los que se les permite comerciar con el marfil de los colmillos del cetáceo. Mientras que Groenlandia que adoptó una política de cuotas desde principios del actual siglo, los datos de la matanza de narvales son poco claros. Año tras año ha incrementado estas cuotas lo que ha diezmado a las poblaciones de narvales que habitan o migran a través de sus costas.
Hoy en día la Unión Europea ha establecido una prohibición en el comercio de colmillos de Narval, lo mismo que México y Estados Unidos. La excepción es Dinamarca, no está claro si este veto es vigente en esa nación, por ser Groenlandia parte de aquel país.
Un caso similar sucede con las morsas, habitantes también de los fríos mares del polo norte. La morsa es otro de los animales cazado entre otras cosa por el marfil de sus colmillos. Los colmillos de una morsa pueden llegar a medir hasta sesenta centímetros de largo y son utilizados por los animales como defensa frente a sus depredadores, como herramienta para abrir los moluscos de los que se alimentan, incluso para aferrarse a los bloques de hielo en el mar y poder treparlos. A pesar de que las poblaciones de morsas suman aproximadamente 250,000 ejemplares en el mundo y que algunos países como Canadá y los Estados Unidos limitan la caza de este mamífero a los pueblos indígenas, la caza furtiva de las morsas es una realidad, aunque no es tan cruenta en número como la de los elefantes, es difícil cuantificar los animales sacrificados al año, porque como en el caso de los narvales incluso los cazadores con permiso han sustituido los arpones por rifles y algunos de los ejemplares heridos de muerte se hunden en el océano. Por otra parte, debido a la gran extensión de los litorales en los que habitan las morsas que muchas veces se encuentran totalmente aislados, su protección es difícil. Eventualmente se han encontrado animales decapitados, los cazadores se llevan las cabezas y con ellas los colmillos. Los cazadores tradicionales utilizan casi la totalidad de la morsa; piel, grasa, carne y colmillos, pero los furtivos van tras los colmillos únicamente.
Los seres humanos somos muy selectivos de lo que queremos hablar y dar a conocer, nos preocupa más proteger a los animales que a los mismos seres humanos, pero incluso en el caso de los animales parecen existir categorías en lo que nos interesa y no conservar.

publicado en blureport.com.mx el 24 de marzo de 2014
imagen:borninthenet.com

martes, 6 de noviembre de 2012

A cazar lobos



Hace tres semanas en el estado norteamericano de Wisconsin y el sábado pasado en el de Minnesota, se abrió por primera vez en la historia una temporada de caza de lobos.

Armando Enríquez  Vázquez


¿Cuántas veces hemos oído las voces de protestas en contra de la cacería de focas en las costas canadienses? Sin embargo la caza de focas tiene un propósito legítimo; evitar que las focas se vuelvan una plaga en el país del norte. Algo similar pasa con los conejos y canguros en Australia. Lo que nunca habíamos escuchado es que este control se llevara a cabo en poblaciones de depredadores que no hace mucho estuvieron en las listas de especies en peligro de extinción como acaba de suceder en el caso de los lobos grises en un par de estados al norte de la unión americana.
Desde los años cincuenta del siglo pasado los lobos han sido una especie protegida en casi toda Norteamérica, incluido nuestro país. Para 1973, sólo en el noreste de Minnesota había unos pocos de lobos y en Wisconsin se les consideraba extintos. Sin embargo, casi cuarenta años después la situación ha cambiado, gracias a los esfuerzos de grupos que han cuidaron y reintrodujeron a los lobos en el norte de los Estados Unidos. Lo que de acuerdo con la agencia de vida salvaje de los Estados Unidos ha logrado que las poblaciones de lobos están sanas y creciendo en algunos estados o parte de ellos del norte central de su país: Minnesota, Wisconsin, Michigan, Idaho, Montana y partes de Oregón, Washington y ambas Dakota se encuentran en la lista que eliminó a los lobos como una especie en peligro de extinción en Enero de este año y tan pronto como desaparecieron de la lista, las legislaturas locales decidieron al menos en Wisconsin y Minnesota abrir temporadas de cacería de lobos para controlar las poblaciones naturales de los mamíferos.
En Wisconsin se expidieron  1,160 licencias  y en Minnesota  alrededor de 3,600 para matar unos 200 lobos en Wisconsin, alrededor de la cuarta parte de la población existente en el estado y otros 400 en Minnesota, el 15% de la población local. 600 lobos habrán de morir en los estados que han hecho de esta decisión un hecho histórico por ser la primera temporada de caería de lobos en la Historia de ambos estados.
Michigan, Idaho y Montana comienzan a considerar la opción de abrir el año que entra temporadas de caza en sus territorios. La realidad es que el control de la población del depredador es una pobre excusa para cubrir la ambición de los gobiernos locales y las ganas de acabar con la vida animal de los cazadores. Al menos en Wisconsin más de 22,000 personas entraron al concurso para obtener las 1,600 licencias y de aquellos que las obtuvieron, no todos cazarán lobos pues la cuota se detiene en 200 lobos.
Algo similar sucede en Minnesota. Los gobiernos locales ingresan dinero en sus arcas y los ciudadanos van y matan un lobo. Pero la cacderia de lobos impone algunas preguntas importantes, las poblaciones actuales de lobos no representan un peligro para los seres humanos y tampoco han disminuido las poblaciones de venados cola blanca, de los cuales se alimentan,  en la zona, al contrario las poblaciones de venado siguen creciendo. Sin Embargo los grupos ecologistas están preocupados porque al cazar indiscriminadamente machos o hembras las poblaciones de lobos se pueden afectar, cachorros morir como daño colateral, incluso a obligar a lobos solitarios a buscar alimento en los gallineros de las granjas, lo cual los haría ver como animales peligrosos para la actividad humana.
Una vez  más en unos años las poblaciones de lobos en esa zona podrían comenzar a caer. No han pasado ni diez meses  de la salida del lobo de las lista de especies en peligro de extinción, a diferencia de las Focas o los canguros de los que hablaba al principio del texto que se convierten en verdaderas plagas para las comunidades humanas, y ya se les caza.  Además algunos  grupos indígenas de la zona como los Objiwe y los Anishinaabe han prohibido la caza de lobos, aunque sea solo en las áreas de las reservaciones en las que habitan, pues el Lobo es uno de los dioses centrales en sus mitos de creación.
Hoy en México es difícil saber cuál es la situación de los lobos que se han reintroducido a la naturaleza en el norte del país pues no existe un monitoreo y  ya se han encontrado ejemplares de la manada muertos por las balas del hombre.
La pregunta que queda es ¿Valen la pena todos los esfuerzos de grupos y organizaciones para salvar animales de la extinción, si otros hombres están dispuestos a eliminarlos tan pronto como se les permite?

Publicado por blureport.com.mx el 5 de Noviembre de 2012
Imagen rateeveryanimal.com