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sábado, 30 de enero de 2016

El manglar.



Un manglar sirve como barrera natural en contra de huracanes y tormentas tropicales, refugio de especies de todo tipo, de biofiltro y ayuda a mantener zonas pesqueras sanas.

Armando Enríquez Vázquez

Cuando se hace una nota de un ecocidio como el ocurrido en Tajamar, Quintana Roo, los periodistas acostumbran resaltar como lo más importante el ángulo de la corrupción, de la responsabilidad de un puñado de advenedizos y avariciosos hombres que ven el oficio de político como uno de los mejores negocios para hacerse de un patrimonio para las siguientes siete u ocho generaciones de su familia.
Lo siguiente a resaltar es la matanza de especies animales, no tanto de la flora, lo que para muchos se reduce a pobres animalitos. Cuando lo más relevante es el trasfondo a nivel global que un acto como el llevado a cabo por FONATUR, el gobierno de Quintana Roo y PROFEPA han permitido por un puñado de monedas a irresponsables empresarios en Cancún.
Dentro de los ecosistemas marinos los manglares son de vital importancia para el equilibrio climático del mundo y de gran relevancia para las zonas en donde se encuentran. Los manglares son ecosistemas que se sitúan en las costas entre aguas saladas y dulces, en aguas someras que dan hogar a diferentes especies de fauna y flora que contribuyen de una manera muy importante en la producción de materiales orgánicos que terminan en los océanos sirviendo como alimento a muchas especies costeras que son de gran importancia para los pescadores locales, el número de manglares y su salud como ecosistema está relacionado directamente con una mejor pesca. Especies como los camarones y algunos peces viven durante sus estados juveniles en los manglares que los ayudan a evitar a los depredadores que tienen en el mar abierto, se cree que cada hectárea de manglar destruida impacta de manera directa en la pesca reduciendo esta en más de 700 kilogramos anuales.
Además, otras de las grandes funciones de un manglar es el servir como barrera natural en contra de huracanes y tormentas tropicales, las destrucciones que ya hemos visto en Cancún a lo largo de los últimos cuarenta años por este tipo de fenómenos naturales se debe en gran parte a la destrucción constante que se ha hecho de los manglares desde que el gobierno de Luis Echeverría decidió hacer de la zona un paraíso turístico. Los manglares son refugio de cientos de especies de aves migratorias, casa de flora muy especializada que habita en aguas salobres y puede alimentarse tanto de aguas dulces como saladas, pero además filtran las grandes cantidades de nutrientes que se encuentran en las aguas dulces producto de las diversas actividades humanas tanto urbanas, como agrícola lo que evita una sobre fertilización de los océanos, convirtiéndose así en un biofiltro.
En México existen alrededor de 6,000 Kilómetros cuadrados de manglar siendo uno de los países con un mayor número de estos ecosistemas en América y África. Las regiones más importantes de manglares en nuestro país se encuentran en el Golfo de México y las Costas del Noroeste de la República como Sinaloa, Sonora, Nayarit y también el en sur de la costa del Pacífico en Chiapas. En las últimas décadas los manglares de Quintana Roo se han hecho famosos gracias a la cantidad de turismo y promoción turística de la zona, sin embargo, al parecer son un estorbo para desarrolladores ambiciosos, gobernantes y funcionarios corruptos que permiten la destrucción de estos ecosistemas con una mano en la cintura y la otra en el fajo de billetes que les dan los desarrolladores. Muchos de los daños más imperceptibles al manglar suceden a diario a lo largo y ancho del país gracias a las diferentes actividades humanas a su alrededor como el azolvamiento producto directo de malas prácticas agrícolas y ganaderas, así como de la deforestación, entre otros factores de mucho mayor impacto como el desarrollo urbano de zonas turísticas y puertos, sin tener en cuenta un estudio de sustentabilidad con la zona, la preservación, conservación, manejo y restauración de los manglares no parece figurar en los planes de las autoridades.
El caso de los manglares no es el único, todos los ecosistemas de nuestro país se encuentran bajo el ataque de desarrolladores y funcionarios sin escrúpulos. Recordemos el caso de los arrecifes de coral en Quintana Roo, y que son sin lugar a duda otro de las grandes barreras en contra de fenómenos naturales destructivos como ciclones. También las zonas desérticas, porque no es lo mismo un desierto que contiene vida que una tierra estéril y árida incapaz de brindar nada al equilibrio del planeta.
Lo recién sucedido en Cancún es muy grave y más allá de las consecuencias que hemos visto en la deforestación de la zona y la matanza ilegal de especies protegidas y en peligro de extinción que no parece vaya a ser sancionada por las autoridades demuestra una vez más la forma en que la impunidad permea a todos los niveles y en todos los sectores del gobierno.
Ante un crimen de esta magnitud ¿Dónde están los spots del Partido Verde que denuncien el hecho? ¿dónde la bancada de un partido que se auto define como ecologista protestando por la nula acción de los funcionarios de FONATUR, PROFEPA y SAGARPA? ¿Por qué los dirigentes de ese partido como Arturo Escobar no están exigiéndole a la Procuradora General de la Nación una investigación sobre el caso? ¿Será que algunos de ellos también se están llevando su parte?
La próxima vez que escuchemos la propaganda demagógica del Senado de la República acerca del calentamiento global pensemos en mandar una carta a los legisladores acerca de que consideran más importante en la lucha contra el calentamiento global ¿apagar las luces de sus oficinas durante la noche, mandar a sus guaruras en carros eléctricos o bicicletas o preservar ecosistemas como el manglar? La respuesta la conocemos de antemano ¿o no?: Ninguna de las tres.


publicado en blureport.com.mx el 25 de enero de 2016
imagen: pixabay.com

viernes, 10 de agosto de 2012

¿Qué sería de nuestro mares sí comiéramos pescado?


Según la FAO los esfuerzos a nivel mundial por mantener una población sustentable de especies marinas está mejorando y las reglas son seguidas por todos. Pero al parecer en México la realidad es otra
Armando Enríquez Vázquez
Nadie puede dudar de la importancia de la industria pesquera, y del gran número de personas que directa e indirectamente se benefician con ella. Por lo mismo desde hace más de una década una de las preguntas de la comunidad mundial es ¿existe la cantidad suficiente de peces y mariscos para alimentar a la población que demanda productos del océano?
La respuesta es sencilla. No, y cada día la explotación pesquera pone en riesgo la capacidad natural de las especies para mantener ecosistemas sanos. Por eso la propuesta desde principios del siglo es el crear y mantener cuotas por cada especie a nivel mundial y aunque la mayoría de los países están de acuerdo con la medida, incluso los siempre reticentes Estados Unidos, y la han implementado en cierto grado en sus flotas pesqueras. A pesar del optimismo de la FAO y de gobiernos como el de Estados Unidos que aseguran que en la mayoría de las especies de las costas norteamericanas se están alcanzando los niveles deseados de sustentabilidad, la realidad en nuestro país, y me imagino que muchos otros de la misma manera, es totalmente diferente.
En el estudio publicado el año pasado por Francisco Arreguín Sánchez y Enrique Arcos Huitrón del Centro Interdisciplinario de Ciencias Marinas del Instituto Politécnico Nacional y que abarca los últimos sesenta años de actividad pesquera en nuestro país concluye que el 13.6 % de las especies sobre las que existen datos están siendo explotadas a punto de colapso, es decir se pesca mucho más de lo que se recupera la especie de forma natural, poniéndola en riesgo en un futuro. El 26% de las especies se sobreexplotan, con el mismo riesgo a mayor plazo, el 25.6% se pescan a su grado máximo de aprovechamiento y tan sólo 4.8% aun se mantiene en niveles inferiores al punto de equilibrio, pero uno de los datos más alarmantes es que no existe ningún tipo de información en un 30% de especies. Lo que quiere decir que un poco más de 65% de las especies marinas en nuestro país están siendo pescadas en el punto de equilibrio de la recuperación normal de su población o por encima de este.
Me parece muy significativo si pensamos que el consumo de alimentos del mar es muy bajo.  Nuestra mayor fuente de alimentos provenientes  de nuestros mares viene en presentación de lata, es decir los mexicanos consumimos grandes cantidades de sardinas y de atún. De hecho un estudio de 2003 ponía a la sardina como el principal producto de la pesca en nuestro país, con un 37% del total de la actividad.
Según el estudio de la FAO en 2010 se capturaron aproximadamente 128 millones de toneladas de productos marinos, esto es peces y mariscos, a nivel mundial, lo que equivale  un consumo per capita en el mundo de un poco mayor a los 20 KG, pero en nuestro país ese consumo baja a unos 13 Kg por persona, lo que indica que una cantidad importante de nuestros recursos pesqueros están siendo exportados, lo cual repercute directamente de manera benéfica en aquellos que se dedican a esta actividad. Sin embargo, al estar sobreexplotando el recurso es imperativo el regular la pesca y tratar que todas las especies habitantes en nuestros litorales sean explotadas de una manera racional y que les permita restablecer sus números a aquellos del punto de equilibrio.
¿Qué sería si los mexicanos comiéramos más alimentos del mar? ¿Cuál sería el panorama de nuestras costas y litorales?
Hace mucho que nuestras galletas saladas estarían copeteadas simplemente con salsa pico de gallo.

publicado en blureport.com.mx 9 de Agosto de 2012
imagen: es.123rf.com