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miércoles, 25 de enero de 2023

El Moro una churrería sin igual en la Ciudad de México.

 


Desde 1935 en el Centro Histórico de la capital mexicana El Moro abrió sus puertas para deleite de los amantes del chocolate y los churros.

Armando Enríquez Vázquez.

Quien no se haya comido un churro en El Moro, no conoce el Centro Histórico de la capital de México. Esta es la historia de un legendario establecimiento y de los panes fritos que lo han hecho famoso.

A inicios del siglo XX muchas naciones europeas se encontraban en las peores condiciones económicas tras la I Guerra Mundial, uno de estos países era España, la migración de españoles hacía América se dio a lo largo de las primeras décadas del siglo y que culminó con un exilio masivo a partir de la Guerra Civil Española cuando millones de españoles afines a una República democrática tuvieron que abandonar su patria perseguidos por la represión y la intolerancia que encabezó Francisco Franco, encontrando un nuevo hogar en diferentes naciones alrededor del mundo.

Con aquellos hombres y mujeres viajaron sus historias, sus costumbres y también sus cocinas.

A pesar de la identificación inmediata que hacemos de los churros con España, esta delicia tiene como origen la antigua China, y no llegaron a Europa hasta el siglo XVI en los barcos de los navegantes portugueses.

You Tiao es un pan alargado salado que igual que el churro se fríe en aceite. La leyenda dice que la creación se debe a los panaderos de la ciudad de Hangzhou que en siglo XII decidieron hacer estos panes como escarnio a la figura del canciller Qing Hui y su esposa a quienes se le acusó de traidores pues fueron los autores intelectuales de una conspiración que terminó con la vida del general Yue Fei que era muy querido por el pueblo chino.

Los panaderos a la masa alarga le hacían un corte a lo largo antes de freírla, el resultado dos palos deformes, unidos que representaban al canciller y su esposa. Con las expediciones portuguesas al imperio asiático los peninsulares llevaron los Youtiao a Lisboa, en su tropicalización en la península ibérica se sustituyó la sal por azúcar, tal vez porque el endulzante era muy valorado en aquellos tiempos en Europa y los alimentos azucarados eran un símbolo de estatus. De Portugal pasaron a España y durante el siglo XIX lo trajeron de este lado del Atlántico.

Aunque se encuentran menciones de los churros en la Capital de México en el siglo XIX, la primera churrería en la Ciudad de México data de 1935.

Francisco Iriarte, oriundo del pueblo español de Elizondo, para ganarse la vida al llegar a México echó mano de uno de los productos de su pobre tierra; el churro. Y en un carrito comenzó a venderlos en el Zócalo de la Ciudad. La demanda y popularidad llevaron a Iriarte a poner un local para vender sus churros, ubicado en el número 42 de San Juan de Letrán, hoy Eje Central, donde permanece la matriz.

Francisco Iriarte murió en 1940 de tuberculosis, sólo cinco años después de fundar la churrería, para esos momentos sus hermanos José, Santiago e Ignacio ya estaban en México, ellos se hicieron del negocio y hasta la fecha la churrería El Moro es un negocio familiar, que hoy manejan los hermanos Santiago, Francisco y su primo Diego, sobrinos nietos del fundador.

El nombre del negocio viene, de acuerdo con la sitio web de la churrería, del recuerdo que tenía Francisco de un personaje que vendía churros en su natal Elizondo y en el que se inspiró para crear su negocio y al que apodaban El Moro.

Hasta el siglo XXI, El Moro sólo tenía el local del centro, la segunda generación se preocupó por mantener el negocio bogante y viviendo de su fama, presumiendo a sus comensales distinguidos y manteniendo la calidad de los churros y la variedad de chocolates para disfrutarlos. También comenzaron a ofrecer tortas a su clientela, para completar la merienda.

En 2014, la tercera generación decidió atacar el mercado de los milenials como ellos y abrieron su primera sucursal en el Mercado Roma, actualmente y a pesar de la pandemia El Moro mantiene sucursales en Coyoacán, La Condesa, Santa fe, Mariano Escobedo, Polanco, la Roma, la Zona Rosa, el Pedregal, Azcapotzalco, entre otras zonas de la Ciudad de México. La demanda por los churros de El Moro se ha extendido por la mancha urbana y la tradición de más de 85 años sigue creciendo entre los capitalinos.

publicado en thepoint.com.mx el 16 de enero de 2023

imagen: elmoro.com.mx

martes, 28 de mayo de 2019

Helvex una empresa con raíces mexicanas y suizas.




La visión de dos empresarios reconociendo las fortalezas de ambos dieron lugar a una empresa que es referencia en nuestro país; Helvex.

Armando Enríquez Vázquez

Desde su nombre Helvex muestra la unión de dos naciones; La confederación Helvética (Suiza) y México, esto porque sus dos fundadores tenían estas nacionalidades.
Mauricio Otto Amsler nació en Basilea el 18 de junio de 1898, mientras que Jorge Barbará Zetina lo hizo, treinta años después, en la Ciudad de México el 29 de septiembre de 1928. Amsler se dedicó al negocio hotelero durante su juventud en Francia e Inglaterra, de acuerdo con el portal de la embajada suiza. Amsler emigró a Estados Unidos y ahí fue contratado por la empresa American Standard y enviado a nuestro país como representante de esta empresa dedicada a los muebles de baño, con el tiempo y habiendo aprendido el negocio, Amsler se independizó de la compañía norteamericana para crear su propio negocio de ventas de muebles de baños al que llamó México Trading Company y después Amsler y Compañía.
Es a finales de los años cuarenta cuando Jorge Barbará Zetina se integra a la empresa, recién egresado de la carrera de químico. En 1950 se funda Helvex, de acuerdo con el portal de la embajada suiza junto con otros empresarios suizos, de acuerdo con el portal de Helvex los dos principales fundadores fueron Amsler y Barbará Zetina quienes agruparon a inversionistas suizos. El primer local de la empresa estaba en la colonia Nueva Santa María, y se dedicaban también a la fabricación de calentadores.
A lo largo de 69 años Helvex, fue creciendo hasta convertirse en una empresa global. Al inicio era un pequeño taller y la mayor parte de los productos en venta eran importados de Estados Unidos y Suiza, pero en 1964, la empresa comenzó a fabricar llaves y mezcladoras además cambió sus oficinas, que hoy continúan siendo, la casa matriz de la empresa, a la colonia Industrial Vallejo.
En Helvex se da importancia a la innovación y desarrollo de ideas propias para sus productos, en 1970 con una llave economizadora de agua Helvex logró su primera patente.
En 2013 la empresa creó su laboratorio para el desarrollo y prueba de nuevos productos al que llamo Livex, así como el Instituto de Capacitación Helvex cuyo objetivo es certificar a plomeros y darles a conocer la oferta de Helvex. LIvex sirve no sólo a Helvex y ayuda a verificar que las llaves, mezcladoras y fluxómetros que se ofertan en México cumplan con la Norma Oficial Mexicana (NOM). En 2016 Helvex instituyó el Studio de Proyectos y Especificación para la Construcción. Un lugar para que arquitectos, ingenieros, diseñadores conozcan la oferta, las marcas de Helvex y lo apliquen a través de diseños en renders de computadora.
Como para muchas empresas y mexicanos en general, el famoso “Error de diciembre” en 1994 marcó un reto para Helvex y de acuerdo con el portal de la Mejores Empresas Mexicanas, los empleados de la empresa para enfrentar la crisis y mantener a Helvex viva, decidieron bajarse el sueldo y trabajar tiempos extra.
Helvex tiene un 70% del mercado en México, se vende en toda la república y en más de 20 países. Tiene una planta de empleados de más de 1,600 personas y plantas en la ciudad de México, Querétaro y Apaseo el grande, Guanajuato. Helvex ha diversificado además sus productos y fabrica muebles de cocina, closets, pisos de gran formato.
Hoy Helvex está bajo la dirección de Jorge Barbará Morfín, hijo de Jorge Barbará Zetina, quien se ha encargado de que la empresa continúe a la vanguardia en el sector.
Amsler, por su parte, diversificó sus inversiones y creó dos hoteles en la Ciudad de México, el Hotel Maurice y otro llamado Vasco de Quiroga, así como uno más en su natal suiza en la ciudad de Gstaad llamado Olden Horn.


publicado el 20 de mayo de 2019 en thepoint.com.mx 
imagen Helvex

martes, 2 de abril de 2019

María Rebeca Latigo de Hernández, los derechos del migrante la lucha de una vida.



Antes de la demagogia actual o de la moda por desprestigiar o validar al migrante, una mujer mexicana luchó por sus derechos.

Armando Enríquez Vázquez

Nunca me cansaré de contar la historia del día que en 2001 en el invierno de Milwaukee conocí a Narciso Alemán, su esposa Rita, una enorme mujer en todos los sentidos de ascendencia nórdica y con la compartía un proyecto en aquellos años, me presentó a su marido. Narciso era un hombre moreno de ancho bigote y pelo negro como el de muchos mexicanos que nunca producen una cana. Narciso estrechó mi mano y se presentó en perfecto español.
- ¿De dónde eres? – pregunté
- De México, de la parte ocupada, de Texas.
La familia de Narciso era parte de esas familias de origen mexicano que no abandonaron el territorio texano cuando los bribones dirigidos por el cuatrero Sam Huston y el mercenario Steve Austin se apoderaron de todo ese territorio que pertenecía a México.
A lo largo de la historia de la nación texana, primero y más tarde ya como una estrella de los Estados Unidos un grupo de mexicanos con raíces que anteceden la de los sajones sufrieron de la discriminación e injusticias que los racistas norteamericanos impusieron, incluso en los negros que los ayudaron a apoderarse de Texas. La comunicación, los lazos y los nexos entre mexicanos de aquí y de allá además de algunos anglosajones, en la frontera con de Texas con Coahuila, Nuevo León, Chihuahua y Tamaulipas se mantuvo en buen estado. Con la Revolución esa relación aumentó porque miles de familias mexicanas cruzaron la frontera en busca de la paz que no encontraban de este lado de la frontera en la mayoría de los casos y en otros porque los conspiradores pensaban que era más fácil operar de manera clandestina, sólo para toparse con peores condiciones de discriminación y violencia que en nuestro país.
En esos años surgió una mujer que junto con su marido luchó desde diferentes trincheras para hacer valer los derechos de los migrantes mexicanos de una manera que nadie ha hecho hoy que quienes intentan cruzar la frontera enfrentan con la estupidez racista de Trump y sus seguidores. Su nombre María Rebeca Latigo de Hernández. Olvidada por décadas en los cajones de la ingrata historia de México que no reconoce a los mexicanos allende las fronteras y por la racista y sesgada historia norteamericana. Latigo de Hernández fue recordada gracias a un Doodle en 2018 al conmemorarse los 122 años de su natalicio.
Nació el 29 de julio de 1896 en Garza García, hoy parte de la zona conurbada de Monterrey en el estado norteño de Nuevo León. Su padre era maestro y ella siguió el ejemplo, incluso dio clases en la ciudad de Monterrey antes de casarse en 1915 a la edad de 19 años.
Junto con su esposo Pablo Hernández Barrera, María Rebeca Latigo, se mudó a vivir a San Antonio Texas en 1918. Allí establecieron una tienda de abarrotes y una panadería, Además María Rebecca comenzó a interesarse por la condición de los migrantes mexicanos y a publicar pequeños textos denunciado los maltratos y discriminación que sufrían. Todo esto desde la ilegalidad en la que vivían ella y su esposo, pues la pareja no obtuvo papeles de residencia legal hasta 1928.
Para 1932 María Rebeca se convirtió en la primera locutora mexicana en la radio de San Antonio en uno de las primeras emisiones de radio en español en Estados Unidos, desde el micrófono María lanzaba sus mensajes como activista de los migrantes. El programa que se transmitía por la KABC-radio de San Antonio y que duraba media hora pronto pasó a durar una hora debido a su gran popularidad. En 1960, Latigo de Hernández, se convirtió en pionera de la televisión chicana al tener un programa llamado La hora de la mujer en un canal local de San Antonio.
Unos años antes en 1929 María Rebeca y su marido fueron parte de la constitución de un organismo llamado “La Orden de los Caballeros de América” encargada de velar por los derechos civiles y educativos de los mexico-americanos y los migrantes de habla hispana. Latigo de Hernández y su marido fueron claves y estuvieron presentes a lo largo de la lucha y la historia de los chicanos, ese importante grupo social y étnico identificado únicamente con mexicanos y sus descendientes en tierras americanas que el gobierno de Nixon borró en los setenta con el denigrante vocablo “latinos” que terminó rasando a los miembros de todas las nacionalidades latinoamericanas y a sus descendientes como una sola comunidad.
María Rebeca fue promotora de la educación bilingüe y de la equidad en la calidad de la misma en las amplias zonas habitadas por mexicanos y sajones como habitantes nativos. Durante la década de los años veinte aprendió el oficio de comadrona y algunos principios de enfermería al convertirse en la ayudante principal del médico encargado de cuidar la salud de su padre. Fue una incansable luchadora social que tomó partido por las trabajadoras de la empresa Pecan & Shell en 1938. Escribió muchos artículos y al menos un libro a favor de los derechos educativos, sociales y humanos de los migrantes y de las mujeres trabajadoras. En 1932 fundó la Asociación Protectoras de Madres y en 1934 La Liga de Defensa-Pro Escolar para defender los derechos de los niños chicanos a una educación de calidad. Los Hernández fueron feministas en un país que acababa de conceder el voto a la mujer.
En 1939 formó parte de una comisión que viajó desde San Antonio a la Ciudad de México para entrevistarse con el presidente Lázaro Cárdenas y fortalecer así los nexos entre las comunidades de mexicanos que vivían en Estados Unidos y el país que era su origen o el de sus ancestros.
Durante la II Guerra Mundial se dedicó a la venta de bonos de guerra y a escribir artículos para los medios que se publicaban en español. Dos de sus hijos, tuvo 10, se enrolaron en el ejército americano. Formó parte de la campaña de Franklin Delano Roosevelt para la presidencia entre la comunidad mexicana de Texas.
En 1945 publicó México y los cuatro poderes que dirigen al pueblo, libro escrito en español y en el que declaraba la importancia de la familia como base de valores y del activismo político social que se compromete no sólo con los miembros de la familia, sino con la comunidad y la nación.
Activa políticamente en 1970 se unió al partido chicano “Raza Unida”. Fue siempre una defensora de mantener el español vivo entre la comunidad chicana y una de las primeras promotoras del bilingüismo en Estados Unidos.
En 1980 murió su esposo. a quien ella siempre reconoció como el compañero y motor de su lucha a lo largo de toda la vida. María Rebeca Latigo de Hernández murió de neumonía el 8 de enero de 1986 en Texas rodeada de los 5 hijos que aun vivían, de 19 nietos y 23 bisnietos de acuerdo con el libro Notable American Hispanic Women escrito por Diane Telgen. 

publicado en mamaejecutiva.net el 25 de marzo de 2019
imagen: inverse.com