La primera historia de ciencia ficción en nuestro pais se remonta a la Colonia. A un sacerdote con ganas de viajar al infinito y más allá.
Armando
Enríquez Vázquez
Viajar siempre ejerce una fascinación en
los seres humanos. Viajar a tierras lejanas, exóticas, llenas de costumbres,
seres y tradiciones ajenas a las nuestras. Aún cuando lo viajes sean de
negocios, el ejemplo más claro es el descubrimiento de América, la sorpresa de
hallarse fuera de lo cotidiano hace a los seres humanos querer plasmar esa
experiencia, relatar lo ajeno, lo impactante de la nueva realidad y a veces a
través de la ingenuidad del viajero volverla fantasía. Como las primeras
descripciones de los gorilas del África que los pintaban como seres que tenían
la cara y las fauces en el estómago. Los manatíes que eran sirenas.
Muchas veces no basta con las fronteras
impuestas por la realidad y la atmosfera del planeta, entonces el hombre viaja
a mundos lejanos donde sólo las leyes del escritor imperan. A veces basados en
sus conocimientos tecnológicos y científicos, otras por el puro placer.
Los seres humanos hemos viajado a la Luna desde mucho antes de la
década de los sesenta del siglo pasado. Luciano de Samosata en el siglo II
después de Cristo escribió la
Historia verdadera donde narra un viaje a la Luna, de la misma manera
Ludovico Ariosto en 1516, Cyrano de Bergerac en 1657, Francis Godwin en 1638 de
manera póstuma, entre otros. Pero lo interesante es que esta forma de escribir
también llegó a la Nueva
España y lo más curiosos es que el primer escritor de Ciencia
Ficción en nuestro país fue un fraile franciscano que vivía en Yucatán. Su
nombre era Manuel Antonio de Rivas, el cuento narra la historia de un hombre
que construye una nave para ir a la
Luna; Onésimo Dutalon es el nombre del viajero, habitada por
doctos seres católicos que desprecian a judíos y musulmanes por igual. Onésimo que es un admirador de Isaac Newton construye
su nave y tras probarla en viajes alrededor del globo terráqueo, decide encaminarse hacia la
Luna, donde es muy bien recibido por los habitantes y durante cuatro meses se pasea por todo el
satélite, del viaje no se nos cuenta nada a excepción de que a consideración de
Onésimo la Luna debe ser el Paraíso
descrito en la Biblia.
El relato tiene un título muy largo: "Sizigias, y cuadraturas
lunares ajustadas al meridiano de Mérida de Yucatán por un anctítona o
habitador de la Luna,
y dirigidas al Bachiller Don Ambrosio de Echeverría, entonador que ha sido de
kyries funerales en la parroquia del Jesús de dicha Ciudad, y al presente
profesor de logarítmica en el pueblo de Mama de la Península de Yucatán,
para el año del Señor de 1775".
Y fue publicado en 1777.
Manuel Antonio de Rivas, del que se sabe muy poco,
era ya investigado por el tribunal del Santo Oficio, pues era un fraile poco
común, crítico, conocedor de la ciencia de su momento y lector de libros prohibidos
por la Iglesia. Tras
la publicación del libro se le acusó de hereje y fue juzgado por el tribunal eclesiástico, al final no se encontró
ninguna falta en su libro y fue liberado. Cómo un presagio y una ironía en el relato, Onésimo Dutalon
tiene que llevar a cabo los experimentos con su nave escondido en las Islas
Carolinas para evitar el fuego de la hoguera de la Inquisición.
publicado en la Reista ATM de marzo de 2012
Foto: planetsforkids.org
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