martes, 30 de octubre de 2012

Un fantasma que recorrió el emparrillado


Red Grange fue uno de los primeros ídolos del Futbol americano, su poder de convocatoria no sólo lleno estadios como nuca antes, ayudó a consolidar la naciente NFL en la mente de aficionados y medios de comunicación. Se le conoció como el Fantasma Galopante.
Armando Enríquez Vázquez.
En la década de los setenta del siglo pasado, Chris Berman, un periodista deportivo, entrevistó a la leyenda de la NFL y dueño de los Osos de Chicago George Halas, y le preguntó quién era el mejor corredor que él había visto jugar futbol americano. Halas sin chistar contestó: Red Grange.
- ¿Sí Grange jugara ahora cuantas yardas cree que lograría en una temporada? – preguntó Berman.
-Unas setecientas cincuenta, ochocientas.
- Bueno, ochocientas no está mal, pero…
Halas se acercó al periodista.
- Recuerda una cosa muchacho. Red debe tener unos 75 años de edad ahora.
En Octubre de 1924, La Universidad de Michigan invicta por tres años se enfrentaba a la Universidad de Illinois. El año anterior las dos universidades habían quedado invictas y no se habían enfrentado entre ellas a pesar de pertenecer a la misma conferencia, la de los diez grandes, pero la poderosa escuadra de Michigan menospreció a su enemigo, sin embargo a la hora del juego frente a sesenta y cinco mil espectadores acudieron al estadio de la Universidad de Illinois para ver jugar al número 77 un muchacho llamado Harold “Red” Grange. Grange recibió la patada del Kick Off inicial y la regresó 95 yardas para touchdown. En los siguientes diez minutos Grange anotó en tres ocasiones más y durante la segunda mitad del juego anotó una quinta vez y lanzó un pase de anotación. Esa tarde la Universidad de Illinois ganó 39 a 14 a su similar de Michigan y Red Grange se ganó el apodo del Fantasma Galopante; una vez que Grange comenzaba a correr no habían manos que lo taclearan. Ese día Red ganó 402 yardas combinadas, 212 por tierra, 64 por aire y 126 en regresos de patadas.
Grange nació en Forksville, Pensilvania en 1903. A los cinco años quedó huérfano. Su padre decidió entonces trasladarse con sus hijos a la ciudad de Wheaton en Illinois, Grange creció allí y jugó para la preparatoria local donde anotó 75 touchdowns y en los dos últimos dos años sólo perdió un juego, en el cual fue sacado del terreno de juego inconsciente. Grange permaneció en coma 2 días  y cuando despertó del coma tenía dificultades para hablar. Al terminar la preparatoria Grange eligió estudiar en la Universidad de Illinois pero nunca pensó en jugar futbol, el había pensado en el basquetbol, el beisbol y la pista. Pero terminó jugando futbol americano. Muchos años después en una entrevista confesaría que a pesar de haber jugado, haber sido entrenador asistente y de haber sido cronista de los programas de radio de los Osos de Chicago por más trece años, no le encontraba ningún gusto a ver a dos equipos de futbol americano enfrentarse, él prefería el beisbol y sus grandes ídolos eran Ty Cobb y Babe Ruth, nadie del futbol americano. Para Grange el futbol americano había sido un trabajo, una forma de ganarse la vida, una manera divertida y entretenida muchas veces, muy lucrativa ante todo, pero al fin de cuentas un trabajo nada más.
Un día, mientras aun era estudiante, conoció a Charles Pyle, un empresario que le ofreció un sueldo de cien mil dólares para jugar futbol americano. Grange cerró el trato con un apretón de manos y mucha incredulidad. A las pocas semanas Pyle lo llamó y lo puso a jugar en los Osos de Chicago. Esa primera temporada de 1925, Grange no tenía contrato con los Osos, ni con su legendario dueño George Halas, todo había sido negociado con Pyle y tal vez por eso  Red Grange, el fantasma galopante, se convirtió en el primer jugador de la historia en ganar un salario de cien mil dólares.
La gente seguía al jugador y sus hazañas, durante muchos años un juego de los Osos de Chicago contra los Gigantes  de nueva York en la casa de los Gigantes, efectuado en 1925 mantuvo el record de espectadores en un juego de futbol americano profesional. Cerca de 66,000 aficionados se presentaron a ver el partido y los Gigantes de Nueva York fueron salvados de la bancarrota, aunque perdieron el juego 19 – 7.  Pero lo más importante fue que la NFL cobró una importancia que no tenía hasta entonces y aficionados y periodistas comenzaron a seguirla. El poder de convocatoria de Grange lleno estadios. Se hicieron muñecos, sweaters y hasta una marca de pastel carne con su nombre. El fenómeno de Red Grange fue de tal magnitud que aprovechando un juego de los Osos en Washington un senador de Illinois, contactó al fantasma y le preguntó si le gustaría conocer al Presidente de los Estados Unidos, el joven contestó: ¡Por supuesto! Grange  estaba muy emocionado. Finalmente. Grange fue presentado al Presidente Calvin Coolidge como Red Grange de los Osos de Chicago, el mandatario lo saludó y le confesó que a él le encantaban todos los actos con animales.
Al año siguiente Pyle se peleó con Halas y sus socios pues no le permitieron ser parte de los dueños de la franquicia de Chicago, entonces el empresario decidió  formar su propia liga e invitó a Grange a ser parte de la misma y dueño del equipo de los Yankees de Nueva York, una franquicia de futbol americano de la nueva liga, que nada tiene que ver con el equipo de beisbol. Pero el sueño sólo duró una temporada y la liga desapareció, la franquicia de Nueva York fue absorbida por la NFL y en 1927 en un juego en contra de los Osos de Chicago Grange sufrió una fuerte lesión en la rodilla que lo mantuvo inactivo y en muletas por varios meses. El fantasma pensó que su carrera había terminado. Grange no jugó en la temporada de 1928. Sin embargo en 1929, Halas le ofreció un puesto en los Osos de Chicago y Grange jugó en la franquicia hasta 1934.
Tres años Grange, fungió también como entrenador del equipo. El último año como jugador de los Osos, el equipo tuvo una temporada invicta cosa que ningún equipo repetiría hasta 1972 con la temporada perfecta de los Delfines de Miami.  El juego por el campeonato de la NFL, lo disputaron los Osos de Chicago y los Gigantes de Nueva York y según recordaba Grange en una entrevista años después, el clima de ese juego era terrible y el campo de juego era un verdadero lodazal congelado. El juego se conoce como el juegos de los Sneakers o de los tenis pues, según Grange a medio tiempo los Gigantes tomaron prestados los zapatos tenis del equipo de basquetbol de una preparatoria cercana, así que en la segunda parte del encuentro mientras los Osos se hundían en el terreno de campo con sus zapatos con tacos, los Gigantes podían correr o algo similar sobre la superficie congelada del terreno de juego, haciendo de este partido una de las cosas más divertidas en la que Grange hubiera participado según sus propias palabras. Los Gigantes ganaron el juego 30 -13.
Durante sus años con los Osos y al terminar su carrera, Grange, hizo películas y se convirtió en cronista deportivo para los Osos de Chicago y más tarde de partido sabatino de futbol colegial que transmitía la NBC. Fue la primera persona en lanzar un bolado en un Superbowl que no fuera un árbitro y lo hizo en 1978 en el Superbowl XII en el que se enfrentaron los Vaqueros de Dallas y los Broncos de Denver.
Grange murió de pulmonía en 1991 a los 87 años de edad.
publicado en thepoint.com.mx el 30 de octubre de 2012

foto: wikipedia.org

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