Irena Sendler salvó más
de 2500 vidas del gueto de Varsovia y sus acciones fueron descubiertas por el
mundo después de cincuenta años.
Armando Enríquez
Vázquez.
La historia de Irena Sendler fue sencilla como es la vida y
tiene la grandeza de ese puñado de seres humanos que actúan únicamente a partir
del altruismo y el sentido de solidaridad. Es además, la historia de una de
esas muy raras personas que nunca buscan el reconocimiento de sus acciones.
La historia puede contarse desde muchos ojos y con muchas
voces, más de dos mil quinientas a las que Irena les devolvió la esperanza de
vida en uno de los peores momentos de la humanidad. Se puede iniciar contando
la vida de Irena de manera lineal con su nacimiento en Varsovia el 15 de
febrero de 1910. Su nombre Irena Krzyzanowska. Poco tiempo después de su
nacimiento su padre, el doctor Stanislaw Krzyzanowski decidió trasladar a la familia al poblado de Otwock,
cercano a la capital de Polonia. La madre de Irena se llamaba Janina. Cuando
Irena tenía tan sólo siete años su padre murió al contagiarse de tifus
epidémico. El doctor atendía a todo tipo de pacientes, incluso a aquellos que
otros médicos temían revisar por ese miedo a contagiarse o por su religión. La
imagen de su padre siempre estuvo presente en Irena en dos frases sencillas y
contundentes que fueron reglas en la vida de Irena; la gente se divide en
buenos y malos, únicamente por sus actos, no por sus posesiones materiales o
religión. La otra: siempre ayudar a quién lo necesite.
Otra manera de iniciar la historia ocurre casi noventa años
después, en 1999, cuando de manera casi simultánea, en una comunidad rural de
menos de 300 habitantes en Kansas, cuatro estudiantes de preparatoria
investigando sobre el Holocausto descubrieron su nombre en un recorte de
periódico, que les dio un profesor. Irena Sendler de acuerdo con la nota había
sido una mujer que había ayudado a sacar niños del gueto de Varsovia, mientras
el hijo de Irena moría de un infarto, tal vez si llegar a conocer jamás la
grandeza d su madre. Aquellas cuatro muchachas recuperaron la historia de Irena
para el mundo.
O podría iniciar aquel día que los nazis anunciaban la muerte
de Jolanta, una mujer miembro Zegota, el grupo clandestino que actuó en defensa
de los judíos en la Polonia ocupada por los Nazis, mientras que Irena leía la
nota sabiendo que Jolanta, su nombre clave en Zegota, no había muerto, sino que
había escapado de la ejecución cuando miembros de la organización sobornaron al
militar alemán encargado de llevar a Sendler al paredón.
Tras la muerte de su padre, los líderes judíos de Otwock se acercaron
a la madre de Irena y le propusieron hacerse cargo de la educación de la
pequeña hija del médico que jamás les negó su servicio. Irena en su juventud se
inscribió al Partido Socialista de Polonia y en la Universidad se manifestó en
contra de la discriminación de catedra en contra de los judíos existente en su
país. Irena comenzó a trabajar antes de la guerra como una trabajadora social.
Cuando en 1939 Alemania invadió Polonia y comenzó la política en contra de la
población judía que culminó con la creación del gueto de Varsovia donde más de
cuatrocientos cincuenta mil personas fueron encerradas. Irena aprovechó sus
credenciales de trabjadora social, para entrar al gueto, asimismo consiguió
papeles como especialista en epidemias contagiosas que le permitían entrar sin
que ningún soldado alemán opusiera resistencia. Irena dentro del gueto siempre
llevaba una banda con la estrella de David como símbolo de solidaridad con los
habitantes del gueto.
La labor de Irena comenzó en ese momento, no sólo creando
documentos falsos que permitían la salida de judíos de Polonia, si no ideando
en cómo salvar a los niños más pequeños del gueto. Los niños eran los fáciles
de sacar, que los adultos sin despertar sospechas. Irena se dio a una tarea que
no sólo implicaba sacar a los niños del gueto, sino a convencer de un lado y
del otro de ese muro de la ignominia a los padres a despegarse de sus hijos,
por un lado y a las familias, conventos y organizaciones a recibirlos y
hacerlos pasar como propios. Hay que recordar que la ley Nazi penaba con la
muerte a todo aquel que ayudara y protegiera a judíos y esta ley fue efectiva
sobre todo en Polonia ocupada.
Lo más sorprendente de la investigación de Megan Stewart,
Liz Cambers, Sabrina Coons y Jessica Shelton fue descubrir que esta mujer de la
que nadie parecía saber nada había rescatado a más personas que el entonces
afamado Oscar Schindler al que la cinta de Spielberg inmortalizó. Pero además
Irena Sendler estaba viva. Había que darla a conocer al mundo.
Entre 1942 y 1943 Irena Sandler y un grupo de miembros de
Zegota, de alrededor de veinticinco militantes, lograron sacar a cerca de dos
mil quinientos niños del gueto. En ambulancias como si fueran enfermos
contagiosos graves, escondidos debajo de las camillas, narcotizados en bolsa de
basura o ataúdes, incluso aprovecharon una iglesia católica que tenía entradas
en ambos lados del gueto, los niños que hablaban polaco y podían balbucear
oraciones católicas, entraban por el lado judío y salían como niños católicos a
la Varsovia no encapsulada.
Irena se encargó de otro trabajo importante, no perder la
identidad de cada uno de esos niños que era liberado, para ello Irena escribió
en pequeños trozos de papel el nombre y lugar donde cada uno de los infantes se
encontraba, lo ponía dentro de un frasco de vidrio y enterraba las botellas
debajo de un árbol de su vecino.
La hazaña heroica de Sendler, inspiró a las jóvenes
protestantes del centro de Estados Unidos a escribir una obra de teatro; La vida en un frasco. La obra fue un
éxito y se representó en la zona de Kansas alrededor de doscientas veces. Lo
que atrajo la atención de la sociedad norteamericana.
El 20 de Octubre de 1943 Irena Sendler fue detenida en su
departamento por la Gestapo. Llevada a la prisión de Pawiak, donde fue
torturada. Los alemanes la golpearon y fracturaron en la tortura tanto los
huesos de los pies como las piernas de la joven, pero ella no delató a nadie.
Por lo que se le condenó a morir fusilada, cosa que como sabemos no sucedió. A
partir de su rescate el trabajo de Sendler se llevó a cabo en la total
clandestinidad desde los mismos conventos donde muchos de los niños que rescató
vivían.
Al finalizar la II Guerra Mundial Irena se dedicó a tratar
de unir a los niños con sus padres pero la gran mayoría de los progenitores
había muerto en el campo de concentración de Treblinka. Sendler enfrentó
entonces un nuevo autoritarismo, su filiación con Zegota y con el gobierno
democrático polaco en el exilio la convirtió en persona non grata para el
régimen comunista impuesto por la Unión Soviética y que bajo el antisemitismo
de Stalin, similar al de Hitler, no podía aceptar actos de heroísmo de
individuos que apoyaran a la democracia y mucho menos si estos iban dirigidos a
salvar las vidas de judíos.
Incluso Irena fue condenada por segunda vez a muerte y una
vez salvada, esta ocasión por una mujer de origen judío. Irena pasó los
siguientes cincuenta años, en silencio, criando a sus propios hijos Adam y
Janina, que poco o nada sabían de las actividades de su madre durante la II
Guerra Mundial, en la gris sociedad burocrática que imponía el comunismo.
Fueron las cuatro estudiantes americanas las que hicieron al mundo conocer a Irena
Sendler, las cinco protagonistas se reunieron en Polonia en mayo de 2001. Pero
antes en una carta la heroína polaca había escrito a las jóvenes
norteamericanas:
Mi emoción sólo es
opacada por el hecho de que mis camaradas han muerto todos y el reconocimiento
ha recaído únicamente en mí. No encuentro palabras para agradecerles, en nombre
de mi país y del mundo el dar a conocer el coraje y valor de estos hombres y
mujeres… Antes de que ustedes escribieran La Vida en un Frasco, el mundo
desconocía nuestra historia, su obra y su trabajo es la continuación del
esfuerzo que iniciamos hace cincuenta años.
Muchos judíos jamás olvidaron a Irena Sendler y sus actos, en
1965 la organización oficial israelí Yad Vashem, dedicada a conmemorar a las
víctimas del Holocausto, reconoció a
Irena Sendler como Justa entre las
Naciones y un árbol fue plantado en su nombre en la Calzada de los Justos
en Jerusalén. El gobierno comunista de Polonia ignoró los honores y prohibió a
Irena salir del país.
Una de las preguntas que más atormentó a Irena a lo largo de su larga vida fue si había
hecho lo suficiente para salvar vidas durante los años de la guerra. Jamás
entendió a las personas que le preguntaron cosas tan absurdas como si de haber
podido hubiera salvado también adultos, para ella la vida humana era invaluable
sin importar edad, sexo, religión o raza. Irena Sendler murió el 12 de mayo de
2008 a los noventa y ocho años de edad.
publicado el 31 de agosto de 2015
Imagenes: es.wikipedia.org
No hay comentarios:
Publicar un comentario