jueves, 22 de febrero de 2018

Mindhunter más de lo mismo, ahora a profundidad.



En materia de series policíacas aun existen historias inteligentes y provocativas que no se regodean únicamente en un criminal y su sádico comportamiento.


Armando Enríquez Vázquez

En el clásico texto Amor y Occidente escrito por Denis de Rougemont y publicado por primera vez en 1938, el autor inicia con la frase: “Caballeros, ¿os gustaría oír un bello cuento de amor y muerte?... “, a lo que el autor responde de manera afirmativa para dar paso a uno de los ensayos literarios más importantes del siglo pasado. Sin embargo, pareciera que en esta segunda década del siglo XXI nos interesa mucho más oír una muerte y más muerte.
Nada ha cambiado más en nuestro gusto por las historias que la atracción a las narraciones oscuras y hasta pervertidas. Del cine de horror y monstruos, al cine gore lleno de sangre y del gore hemos pasado en las últimas dos décadas a confundir el terror con el sadismo y el masoquismo. De las historias de la inteligencia policiaca, a la de los casos extremos a la normalidad de un asesino serial y la brutalidad que ejerce en sus víctimas. De la barbarie anónima de los universos zombie a las historias de asesinos seriales, de asesinos solitarios a bandas criminales las pantallas de cines y dispositivos portátiles ofrecen una gran cantidad de estas historias. Las librerías y periódicos exhiben también gran número de historias relacionadas con la muerte, novelas policiacas, novelas criminales, nota roja y nota realmente splatter. 
Y dentro de los asesinos seriales no hay serie más exitosa que Criminal Minds que se estrenó en 2005 y llegó ya a su treceava temporada, la serie narra las aventuras de una unidad del FBI dedicada a los crímenes y criminales seriales.
Netflix acaba de estrenar Mindhunter la respuesta a esta exitosa serie, basada en un libro del mismo nombre escrito por un ex agente del FBI y uno de los creadores de las investigaciones que ayudan a crear los perfiles de los asesinos en serie desde una perspectiva científica. John Douglas junto con Mark Olshaker escribieron este libro, aunque la estrella es Douglas quien en la vida real se entrevistó en los setenta con diferentes asesinos seriales dando paso a una nueva unidad dentro del FBI dedicada a analizar a través de la psicología y la sociología el comportamiento de estos criminales. De hecho, todo aquello que hoy se reproduce en las novelas de corte policiaco y criminal como base de las sesudas conclusiones del detective o en el preámbulo de que el asesino ponga cuchillos y navajas en obra está directamente relacionado con las investigaciones de Douglas.
La serie de Netflix producida por David Fincher productor y director también de House of Cards, Seven y Fight Club, narra a manera de ficción entrelazando a personajes reales, los inicios y creación de esta unidad especializada del FBI.
Oscura y gráfica la serie se construye a partir de dos personajes; Holden Ford (Jonathan Groff) y Bill Tench (Holt McCallany) agentes de diferente edad y origen que se unen para crear nuevos y más efectivos métodos de enseñanzas para los agentes del FBI y que ante la curiosidad y más tarde terquedad y perseverancia de Holden Ford terminarán creando una nueva unidad para el FBI.
En el primer capítulo Ford escucha a otro instructor del FBI, hablar acerca de cómo los tiempos han cambiado, de cómo los asesinos y sus formas de operar han cambiado también. Al mismo tiempo conoce a una estudiante de maestría en sociología de la Universidad de Virginia que le habla de otras realidades. Ford decide entonces pedir permiso y entrar a la Universidad de Virginia a tomar clases de sociología. La gran revolución social de los sesentas ha terminado, Vietnam es la primera gran guerra que Estados Unidos pierde, la resaca de volver a la realidad de un gobierno ineficiente y burocrático con pretensiones autoritarias, incluso la incertidumbre sobre la realidad y veracidad de la democracia son puntos clave en la transformación de sociedad que comienza a ver crímenes aberrantes y que está a punto de descubrir que estas aberraciones son más comunes de lo que quisieran creer y pueden caer dentro de patrones sociales comunes a muchos norteamericanos. Una sociedad que comienza a desconfiar de su gobierno y a sentirse desamparada.
Esta primera temporada se desarrolla a través de diez capítulos de manera brillante. Mindhunters crea personajes memorables por la frialdad con la que se conducen, aunque su mundo interno sea el de la desolación, construidos a partir de los asesinos seriales reales que existían en los años setenta en Estados Unidos. Edmund Kemper interpretado de manera magistral por Cameron Britton, lleva una serie de secuencias con Ford que son memorables, asimismo Happy Anderson interpreta a otro asesino serial llamado Jerry Brudos, también crea un personaje cínico y repulsivo.
Con la llegada de una académica al grupo; Wendy Carr (Anna Torv) se intenta estructurar de una manera racional el estudio de las mentes criminales, lo que muchas veces es inaceptable para la rebelde mente de Ford. Interesante resulta como la personalidad de Ford se va transformando hasta llegar a ser un hombre egocéntrico, arrogante y terco que lo hace despreciar las reglas que han creado al interior de la unidad y las mismas reglas del FBI.
Mindhunter es una muy buena serie qué va más allá del simple universo perversamente lógico de un asesino y acerca al espectador pero sobre todo a los policías asépticos y clínicos de otras series de manera tangible con la caótica existencia de nuestros días, infiltrándose en la mirada, torciendo la lógica de la ley y el orden de la arquetípica sociedad democrática que pretendemos habitar.

publicado en roastbrief.com.mx el 23 de octubre de 2017
imagen: Netflix

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