Entre las espías que
se recuerdan de la edad media se encuentra esta danesa sirvió a su patria
traicionando a su marido y a los suecos en la guerra entre ambas naciones.
Armando Enríquez
Vázquez.
En la frágil estabilidad de la Unión de Kalmar, compuesta
por Suecia, Noruega y Dinamarca, las disputas a mediados del siglo XV entre
Carlos VIII de Suecia, también conocido como Carlos Knutsson, y Cristiano I de
Dinamarca llevaron a los dos monarcas a una guerra por el reclamo de los tres
reinos. Al final de una guerra que duró de 1450 a 1467 Carlos I entró
triunfante por tercera vez a Estocolmo, pero no obtuvo las coronas danesa y
noruega.
A pesar del reconocimiento por parte de Cristiano I de
Carlos VIII como monarca de Suecia, la guerra y tácticas del primero para
derrocar y desaparecer al segundo provocaron momentos en que la guerra entre
las dos naciones fue declarada.
En esa guerra existió una mujer de origen danés que sirvió a
los intereses de Cristiano I para derrotar a Carlos VIII. Su nombre Brita Tott.
Brita Tott nació en Dinamarca, se desconoce la fecha exacta,
pero se casó con un miembro de la aristocracia sueca, Erengisle Nilsson que
administraba Örebro una provincia clave para el comercio y que en 1404 fue
nombrada ciudad real. El matrimonio se llevó a cabo en 1442. Brita pertenecía a
una de las familias más poderosas de Escandinavia con influencia tanto en
Dinamarca como en Suecia. Su padre, Olof Tott era caballero en la corte danesa,
así como político, Karen Jensdotter Falk, su madre, era una de las herederas
con mayor número de posesiones en Suecia. Pero Brita siempre se vio como
ciudadana danesa. La importancia la ciudad de Örebro obligó a Carlos VIII a nombrar
gobernante a alguien de su entera confianza y Nilsson era un amigo muy
preciado.
De acuerdo con la tradición sueca de la época el marido
tenía que hacer un regalo a la nueva esposa la mañana siguiente a la noche de
bodas, la gran riqueza de Brita se vio acrecentada por el regalo que le hizo
Nilsson tras la boda que consistió en el castillo de Hammersta y todas las
tierras y granjas alrededor de él. Lo que le valió a Brita el sobrenombre de la
Señora de Hammersta. El castillo en si no era muy grande, pero las tierras
comprendían mucho terreno.
En 1453 en plena guerra con Cristiano I, Carlos VIII decidió
preparar un ataque por mar en contra de los daneses, poco antes de lanzar a su
flota Carlos se enteró que Cristiano I se la había adelantado, una enorme flota
danesa atacaba la costa sueca. La flota contaba no sólo con efectivos daneses,
sino llevaba un gran número de mercenarios alemanes y era apoyada por
gobernantes de otras naciones. Carlos VIII tuvo que mover sus tropas para
atacar a los invasores, muchas de las iniciativas suecas para atacar de manera
sorpresiva a los daneses, se revirtieron dando como consecuencias derrotas,
gracias a la comunicación que Brita hacía de los planes suecos a sus contactos
daneses.
A diferencia de otras espías en otros momentos de la
historia, Brita Tott no tuvo que utilizar su belleza, ni artes de seducción, la
información le venía directamente de la boca de su esposo y así la pasaba a sus
contactos daneses que pudieron prevenir ataques contra sus tropas como en el
caso de la invasión que permitió a los daneses apropiarse de la fortaleza de
Lödöse. Brita llegó a estar tan involucrada con la causa danesa que formó parte
de una conspiración para asesinar a Carlos VIII, que nunca se llevó a cabo.
Cuando los suecos retomaron Lödöse, encontraron varias
cartas firmadas por Brita en las que se constataba su actuar a favor de los
daneses. Acusada de traición Brita Tott fue condenada por el rey a ser quemada
en la hoguera, la intervención de la aristocracia sueca que conocía la
importancia de Brita para mantener a los poderosos nobles suecos y daneses
tranquilos logró el cambio en la sentencia a ser emparedada. En lugar de ser
encerrada entre dos muros, la sentencia fue más laxa y Brita fue encerrada
entre los muros del convento del Priorato de San Juan en la ciudad sueca de
Kalmar. Su esposo Erengisle Nilsson mantuvo su puesto en el consejo de
gobierno, pero perdió el gobierno de Örebro.
Con el tiempo Brita recuperó su libertad y se dedicó a
administrar sus inmensas posesiones. No contenta con su riqueza, Brita comenzó
a falsificar sellos y con ello diferentes transacciones económicas para
asegurar que tanto las tierras de su madre y las de su difunto esposo,
Erengisle murió en 1469, le fueran atribuidas a ella, y no a su madrastra o a
sus hijastros. Algo que logró y de inmediato intentó deshacerse de las tierras
Vallo vendiéndoselas a los daneses. Por lo que volvió a ser acusada y juzgada
en Suecia, esta vez por falsificación en 1479. Como dos décadas antes el
castigo impuesto por la justicia sueca fue ejemplar únicamente en el papel.
En 1484 regresó a Dinamarca y fue nombrada administradora de
una serie de tierras en norte del país donde fungió también como alguacil hasta
el día de su muerte en 1498.
En
la iglesia del pueblo sueco de Ösmo existe aun un mural que Brita mandó pintar
cuando salió de su prisión en el convento de Kalmar y en el que se le ve a ella
arrodillada frente a Dios pidiendo perdón por su traición.
publicado en mamaejecutiva.net el 6 de febrero de 2018
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