Lo atípico se convierte en típico en México, no sólo en materia electoral.
Armando Enríquez Vázquez
Cuando el Presidente Consejero del Instituto Nacional
Electoral, Lorenzo Córdova, sale con su
batea de babas a declarar que en el proceso de electoral de Coahuila existieron
situaciones atípicas, lo único que está haciendo es respaldar una elección de
Estado y el fraude electoral del que todos estamos conscientes sucedió de la
manera más típica tanto en el estado norteño, como la entidad mexiquense con la
anuencia de un hombre que sólo ha terminado con la ya poca credibilidad que el
INE tenía. Córdova no puede salir con una sencilla declaración en lugar de
sancionar y anular un hecho que atenta contra los electores coahuilense y pone
en duda la forma en que llevaron a cabo las elecciones en ese estado.
Esto es muy grave, no sólo por la situación en la que el
propio Consejero Presidente deja al Instituto frente a las elecciones
presidenciales del año próximo, pero también porque estamos regresando a la
época en que los funcionarios de organismos en teoría independientes, sólo
muestran a partir de sus declaraciones y dichos el servilismo en el que viven.
Lo que sucede hoy con el Presidente Consejero del INE,
sucede con los titulares de otros organismos como el IFT, COFEPRIS, COFECE y
similares cuya existencia termina siendo sólo un gasto inútil en burocracia
absurda y por otro lado es la justificación del Estado para entrometerse en
asuntos que no son del todo de su competencia y menos cuando los asuntos
primarios de los que un gobierno es responsable; seguridad, salud, educación e
infraestructura, no están resueltos.
Lorenzo Córdova, es sin duda un hombre con una excelente
educación académica, pero por lo visto esto no lo hace un hombre ni
medianamente culto y mucho menos un hombre que conozca a fondo la historia de
los procesos electorales de nuestro país. Lo que él llama situaciones atípicas,
son sólo una parte de las artimañas, muchas de ellas con pintorescos nombres,
de las que el PRI hizo uso y abuso durante todo el siglo pasado, incluido el
famoso “Se cayó el sistema” que acusó el hoy izquierdista Manuel Bartlett Díaz
cuando legitimó las trampas electorales con las que ganó Carlos Salinas de
Gortari la presidencia.
Lo atípico se convierte en típico en México, no sólo en
materia electoral, gobernadores multimillonarios en la cárcel y las esposas con
el dinero disfrutando de una especie de divorcio con todos los privilegios
asegurados por el estado. Lo que permite ver que, si las cosas siguen este
tenor, Peña Nieto podría terminar limpiando letrinas en la Guayana Francesa,
mientras La Gaviota, en un acto de justicia poética, que es la única que existe
en este país, recupera la Casa Blanca que compró con aquello que ganó en sus
años de Televisa.
Lo atípico es sólo un nuevo eufemismo en un diccionario
político mexicano donde todos son eufemismo a excepción del eufemismo mismo. Lo
curioso es que mientras que los políticos y politólogos se divierten jugando
con el idioma, los mexicanos parece que también hemos aceptado, una vez más, resignados
las trampas y los términos. Una semana después de la elección de Estado en la
entidad mexiquense, Andrés Manuel López Obrador, junto con todos sus pejebots,
ya se calló, porque nunca ha tenido el valor, ni el empuje de agarrarla contra
el PRI, el partido que lo vio nacer, y le dio las mañas con las que ha crecido.
No dudo que el PRI haya ganado las elecciones del Estado de
México, pero la forma en que lo hizo es algo que el INE, la FEPADE (Fiscalía
Especializada para la Atención de Delitos Electorales) o el TEPJF (Tribunal Electoral
del Poder Judicial de la Federación) deberían estar atendiendo y sancionando
para anular la elección, y con mucha más razón en Coahuila, desgraciadamente su
sesgo político por el partido en el poder los hace tremendamente parciales.
Como típicamente ha sucedido a lo largo de la historia de esto que en México
mal llamamos democracia. Todo esto nada abona en favor de la democracia, la
transparencia y la competencia política en México.
Atípico sería que los mexicanos nos enfrentáramos a estos
corruptos políticos e instituciones que sólo han servido para legalizar la
trampa. Atípico sería exigiéramos la renuncia de Lorenzo Córdova que tanto daño
ha hecho a la democracia mexicana y al ya muy desgatado INE. Atípico que
aquellos que se llaman ahora la comentocracia, o sea simples columnistas que no
tienen los pies en la tierra, pudieran atacar toda esta corrupción moral de las
principales instituciones con seriedad y responsabilidad, no sólo con
banalidades acerca de la imposibilidad de una segunda vuelta o la defensa omisa
y por lo tanto complicidad con la corrupción y manipulación que se da en todos
los partidos y todos los gobiernos del país.
Atípico sería que el Estado y los organismos a su servicio
escucharan a los mexicanos, o que estos obligaran al gobierno federal a actuar
de manera democrática.
publicado en blureport.com.mx el 23 de junio de 2017
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