No existió una sola
mujer que formara parte del constituyente de 1917, Hermila Galindo que había
redactado la Doctrina Carranza, apeló en vano a los sordos oídos de los
diputados a favor de los derechos de la mujer.
Armando Enríquez
Vázquez.
Sí bien la Revolución Mexicana representó en lo general mejoras
para la vida de los mexicanos, lo cierto es que dentro de los revolucionarios
casi todos fueron unos machos que ignoraron a la mujer y sus derechos.
Las mujeres mexicanas tuvieron mayores avances en cuanto a
libertad y derechos en los tiempos de Porfirio Díaz que en las primeras décadas
del triunfo de la Revolución, existen aún aquellos que desde la ignorancia hablan
de las mujeres revolucionarias limitándose a las abnegadas Adelitas y peor aún quienes dicen que las Adelitas eran una especie de prostitutas que viajaban en los trenes
dando servicios y divirtiéndose con la soldadesca.
Muchos son los ejemplos de mujeres que desde su derecho a la
libre expresión y su libertad a escoger una profesión lucharon contra la
sociedad machista decimonónica, en algunos casos contra Porfirio Díaz y que más
tarde fueron olvidadas y despreciadas por los ganadores de la revolución y los
que oficialmente escribieron la Historia de México. Militares, historiadores,
cronistas y machos mexicanos parecen haber hecho una revolución para un género
y no para todos los mexicanos.
Entre esas grandes mujeres que prefirieron enfrentarse a la
discriminación de género se encuentra una duranguense nacida en Villa Lerdo el
2 de junio de 1886. Su nombre Hermila Galindo. A los tres días de nacida Hermila
quedó huérfana de madre. Parte de su infancia transcurrió en su poblado natal,
mientras que otros, la niña y adolescente vivió en la Ciudad de Chihuahua,
donde finalmente estudió y se graduó como telegrafista en la Escuela Industrial
para Señoritas de Chihuahua. Cuando tenía trece años de edad murió su padre y
Hermila comenzó a trabajar dando clases particulares de taquigrafía,
mecanografía y español en Torreón, Lerdo y Gómez Palacios, más tarde comienza a
trabajar como profesora en diferentes escuelas de Torreón.
Se sumó a la causa maderista y en 1911 se instaló en las
Ciudad de México, donde trabajó como secretaria del General de División Eduardo
Hay, uno de los hombres que iniciaron el movimiento al lado de Madero. Hay
perdió un ojo en la Batalla de Casas Grandes y cuando Madero, finalmente ocupo
la silla presidencial, Hay fue diputado.
Hermila se adhirió a un grupo político llamado Club Abraham González, y sus integrantes
tras la caída de Victoriano huerta la nombran oradora para recibir a Venustiano
Carranza a su entrada a la capital del País. Carranza quedó impresionado por el
discurso de Hermila y la invitó a trabajar con él.
A partir de su trabajo con Carranza Hermila comenzó a
publicar en diferentes diarios y a mostrar su ideología a favor del voto
femenino y de los derechos de igualdad de la mujer. Hermila se convirtió
entonces en conferencista y una de las voceras más destacadas de la propaganda
del régimen constitucionalista. En 1915, el 16 de septiembre, apareció la
revista semanal La Mujer Moderna, que
fundó Galindo. En ella se abordaban no sólo temas calificados como femeninos
como cuidados del hogar, moda y cocina sino temas políticos y columnas de
opinión escritas por mujeres periodistas que rompieron con los roles típicos asignados
a hombres. De 1919 a 1921 fue corresponsal en México de la revista feminista
argentina Nuestra Causa. El 16 de
septiembre de 1919, la revista La Mujer
Moderna desapareció, tras cuatro años de publicación.
Durante los años del carrancismo Hermila Galindo habló en
México y el extranjero en diferentes conferencias y congresos de corte
feminista. Hermila no sólo abogaba por la igualdad de la mujer y por el voto
femenino, temas controvertidos y satanizados en la época, también luchaba por
la educación sexual y el derecho de la mujer a reconocer y valorar su cuerpo y
sus instintos sexuales, lo que era mucho más controvertido en las primeras
décadas del siglo XX.
El 16 de enero de 1917, Hermila Galindo presentó un texto
ante el constituyente acerca de las leyes que debían hacer iguales a hombres y
mujeres. Su trabajo para promover sus iniciativas comenzó en los meses finales
de 1916. De acuerdo con Rosa María Valles Ruiz, quien publicó una extensa
biografía de la pensadora y feminista titulada: Hermila Galindo. Sol de Libertad, Hermila declaró en una entrevista
a un diario queretano llamado La Opinión,
en un viaje que hizo en noviembre de 1916 para convencer a diputados de su
propuesta, su optimismo en que el Constituyente daría a su iniciativa el valor
de ley, a pesar de la oposición de los sectores más conservadores de la
sociedad incluida la iglesia católica.
En su iniciativa Hermila Galindo declaraba: “Sería una injusticia grave, cometida por el
Congreso Constituyente, que dejara a la mujer en el mismo grado de infelicidad
en que hasta hoy se ha encontrado en lo que respecta a sus derechos políticos.”
De manera un tanto premonitoria también observo en caso de
que su iniciativa no fuera tomada en cuenta por los legisladores: “…ellos se encargarán de justificar que la
revolución no se ha hecho por ideales sino, como casi siempre, para favorecer
los intereses de las castas y los sexos privilegiados.
Pero pudo más el machismo de los diputados constituyentes
que la idea de reconocer la igualdad de la mujer y el derecho de las mujeres a
votar y ser votadas. Habrían de pasar 36 años para que la mujer tuviera derecho
universal a voto en México. Lo curioso es que la propuesta de Hermila no sólo
encontró rechazo en parte de la mayoría de los diputados, sino también en
algunas mujeres que pensaban que la Constitución no debía otorgar el voto a las
mujeres. Pero tras la promulgación de la Constitución de 1917, la lucha de Hermila
no cejó.
Quince días después de la proclamación de la independencia y
haciendo uso de esos huecos de ley que no otorgaban la calidad del voto a la
mujer, pero si al ciudadano definiendo a este como el mayor de edad con una
forma honesta de ganarse la vida, Hermila Galindo se convirtió en candidata a
diputada federal por el octavo distrito del Distrito Federal. Hermila perdió la
elección y lo reconoció, y al hacerlo se promovió como censor del ganador,
convirtiéndose en la primera censor
legislativa, como se autodefinió, en México. También fue la persona que
redactó lo que se conoce como la Doctrina Carranza y que marca los puntos de la
política exterior del Presidente Constitucionalista.
Hermila Galindo fue una mujer de un carácter fuerte y que
luchó por sus ideales y sus principios. Carranza para Hermila es el gran
artífice de la legalidad de la Revolución y a pesar de ser leal siempre al
coahuilense éste al final se sintió traicionado cuando percibió el apoyo de
Hermila Galindo por Pablo González en lo que debería ser la transición
democrática del país y que Carranza traicionó a su vez queriendo olvidar el
principio de la no relección. El asesinato de Carranza en mayo de 1920 dejó a
Hermila sumida en la depresión, la ira y con la sensación de indefensión.
A partir de ese momento renunció a la vida política. En 1923
se casó con Miguel Enríquez Topete un hombre aficionado al canto y adverso a la
política. Las fotografías, publicadas en el libro de Valles Ruiz, de la época
la muestran resignada, tal vez, hasta molesta, con gesto adusto y nada
sonriente. Relegada y a pesar de que intentó publicar un par de libros Hermila
desapareció por completo de la escena política, para reaparecer al final de su
vida y gracias a su amistad con el presidente Adolfo Ruiz Cortines pronunció
discursos y formó parte de la lucha que vería por fin en 1953 el reconocimiento
del voto universal de las mujeres.
Hermila Galindo murió 19 de agosto de 1954 en la ciudad de
México. Tenía 58 años.
publicado en mamaejecutiva.net el 11 de julio de 2017
imagen: elsiglodetorreon.om.mx
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