Frente a las aspiraciones presidenciales de Miguel Ángel Mancera alguien debería estar ya sacando los números de su administración.
Armando Enríquez Vázquez
Es un hecho que en los próximos meses Miguel Ángel Mancera,
actual jefe de gobierno de la CDMX (Marca Registrada), habrá de renunciar a su
puesto y no lo hará por dignidad, ni por decoro, lo hará para intentar competir
en la carrera presidencial del 2018.
Hace cinco años Mancera obtuvo el mayor número de votos que
cualquier candidato a la jefatura de gobierno de la capital del país haya
logrado jamás. La ciudadanía confió en Mancera en primer lugar porque no tenía
militancia en el PRD a pesar de ser su candidato y de ser el procurador de
justicia de Marcelo Ebrard. Mancera nos vendió la idea de su pureza y
virginidad política, es más a la fecha el político no pertenece a ningún
partido político, aunque su enferma relación con la peor parte de las tribus
perredistas de la CDMX (Marca Registrada) sólo ha provocado que la corrupción
durante su administración sea descarada y cínicamente desvergonzada como en
ninguna otra administración perredista de la ciudad, y eso que sufrimos a López
Obrador y sus operadores, a Rosario Robles y a Marcelo Ebrard. Así mismo su
servilismo ante el presidente Peña Nieto, a diferencia de sus antecesores, solo
demuestra la ambición desmedida que este político tiene. Como también demuestra
su tibia personalidad y su falta de compromiso con el cargo.
A diferencia de los tres anteriores, Mancera poco o nada
hizo por la ciudadanía de la capital o por la capital misma. Mancera ha
trabajado para él y para sus amigos y colaboradores. Mancera estrenó su puesto
de elección popular con el dedo flamígero señalando y acusando a su predecesor
de corrupción. Sin embargo, a casi cinco años de haber iniciado su gobierno, la
capital del país enfrenta una crisis de corrupción, seguridad y credibilidad en
sus autoridades. Miguel Ángel Mancera debería ser auditado, antes de su
renuncia. Resulta curioso que a pesar de tener desde hace dos años una asamblea
donde la mayoría de los asambleístas pertenecen a la oposición, casi nadie, sólo
un puñado de ciudadanos ha puesto en entredicho la manera en que se administra
la CDMX (Marca Registrada). Los asambleístas de Morena, PAN y PRI, parecen no
tener ningún problema con la forma en que se dilapida el presupuesto de la
capital, mientras sigan siendo uno de los congresos más caros y corruptos del
mundo.
El metrobús tiene goteras, el metro es un basurero lleno de
fallas humanas y mecánicas con un sindicato que cree que puede poner y de hecho
pone en jaque a las autoridades para lograr todas las canonjías posibles. La
ciudad se inunda a la menor provocación por una falta de previsión, Mancera a
concesionado las multas, la construcción y el transporte público. Un jefe de
gobierno que es incapaz de hablar de manera clara y reconocer el crecimiento de
la inseguridad y el crimen organizado en la capital del país durante su
gobierno. Que no enfrenta los problemas de la ciudad, el transporte colectivo
concesionado es un verdadero foco de corrupción. Los taxis llevan la cromática
que quieren y no existen operativos contra los taxis piratas. Las obras de
gobierno no siguen una lógica, y mucho menos una planeación, los que vivimos
cerca de la obra de Río Churubusco e Insurgentes hemos visto como han
construido y destruido, aceras, el mismo túnel de José María Rico y la carpeta
asfáltica una y otra vez, lo que obliga a que se rindan cuentas claras tanto
por parte de la constructora a cargo que da completamente la idea de no saber
que está haciendo, como de las autoridades encargadas de supervisar esta obra.
Mancera no tiene ojos más que para él. Ha demostrado a lo
largo de su gestión que la ciudadanía, empezando por los más vulnerables no le
interesan. No tiene fuerza más que para levantar su imagen como precandidato
presidencial. En la Ciudad de México mientras los carteles nacionales y locales
de las drogas se fortalecen, Mancera se la ha pasado cinco años negando lo que
para todos es claro. Se ha pasado cinco años manteniendo un silencio cómplice,
sin atreverse a condenar la falta de programas de seguridad en el Estado de
México que se extiende por razones obvias y de colindancia con la ciudad. Un
gobierno que ha sido incapaz de llevar de manera transparente, clara y exitosa
los casos más importantes y escandalosos de justicia de los últimos cinco años.
En materia de justicia, un abogado como mancera ha demostrado ser incapaz de
tener a los mejores hombres para tener una ciudad que lleve a cabo la justicia
de manera expedita y correcta.
Cinco años ha permitido Mancera que se talen árboles a
diestra y siniestra, acabando con las áreas verdes de la ciudad en favor de sus
amigos constructores y afectando de manera directa el microclima de la CDMX
(Marca Registrada). Cinco Años de una fallida política social que se refleja en
el aumento de indigentes en las calles de la ciudad que al gobierno le importan
en lo más mínimo. Pero en los momentos que se necesitó mostrar fuerza ante
decisiones absurdas del gobierno federal que afectan a la CDMX (Marca
Registrada) Mancera reaccionó de la misma servil manera que cualquier
gobernador priísta.
Llama la atención como el Instituto de Verificación Administrativa
de la Ciudad de México, INVEA, a últimas fechas ha clausurado obras y lugares a
diestra y siniestra, Meyer Klipp, también, debe ser auditado y su instituto
investigado, porque existen las sospechas de que sea uno de los mayores focos
de corrupción de la CDMX (Marca Registrada) y de recaudación de dinero para la
campaña de Mancera en el 2018. Las Secretarias de Vivienda y Desarrollo Urbano
y de Movilidad de la Ciudad son desde hace al menos dos sexenios verdaderos nidos
de corrupción. Mancera decidió dejarlas en manos de los máximos burócratas del
PRD capitalino para que se siguieran enriqueciendo de la mano de constructoras
y extorsionando a través de reglamentos absurdos a ciudadanos como los
taxistas. La incapacidad de Mancera para gobernar queda de manifiesto en la
caída de la calidad de vida de los capitalinos.
No existen, hasta el momento pruebas de que Mancera en sí
sea corrupto, lo qué si hay como en otros casos de jefes de gobierno, es la
certeza de cómo ha protegido a diferentes grupos y tribus para enriquecerse a
través del gobierno y a costillas de la ciudadanía o de los empresarios y
mantener así a votantes. Las cuotas y las mordidas se cobran a automovilistas,
vendedores ambulantes, constructores, a todos y esa corrupción servirá, sin
duda, en parte para financiar las aspiraciones presidenciales de Mancera y en
gran medida para que los perredistas de la asamblea se sigan haciendo de la
vista gorda frente al dispendio de la oficina del Jefe de Gobierno, afectando a
la ciudadanía en su modo diario de vivir, convivir y transitar por la Ciudad. Creo
que ningún habitante de la CDMX votaría por Mancera para presidente, así fuera
la única opción en la boleta.
Lo peor es que una vez que Mancera haya renunciado, llegará
a la Jefatura de Gobierno, alguien igual de dañino y cínico que el actual
titular de la ciudad; su jefa de gobierno Patricia Mercado quien al igual que
Mancera, ha demostrado que su único interés es ella misma y su servilismo a las
estructuras del poder, llámese hoy en día, el PRI.
publicado en blureport.com.mx el 1º de julio de 2017.
No hay comentarios:
Publicar un comentario