Talentosa,
excéntrica, apasionada, incomprendida al interior de su familia y del estado,
el caso de Elfriede Lohse-Wächtler es ejemplo de la intolerancia y del horror
de un gobierno totalitario.
Armando Enríquez
Vázquez
En los momentos más negros del totalitarismo en la Unión
Soviética a los disidentes se les calificaba de trastornados mentales y eran
enviados a manicomios o lugares peores, lo mismo sucedía en Cuba, Elfriede
Lohse-Wächtler fue víctima de uno de los sistemas más demenciales que padeció
la Humanidad a lo largo del siglo XX; el Nacional Socialismo alemán encabezado
por Adolfo Hitler. Su crimen ni siquiera fue ideológico, ante la mirada
intolerante de la supremacía y pureza de aquel régimen el crimen de la artista
gráfica fue su enfermedad.
Elfriede Lohse-Wächtler nació en la ciudad de Dresde,
capital de Sajonia, Alemania el 4 de diciembre de 1899. Su familia era parte de
la burguesía, la rebeldía de Elfriede enfrentada al pensamiento tradicional de
su padre, la llevó en 1915, a los 16 años a abandonar el hogar familiar para
buscar su vocación como pintora. Ingresó a la Escuela de Artes Aplicadas, tomó
también clases con Otto Gussmann, pintor y diseñador alemán de Dresde que fue
parte de los movimientos Art Deco, Art Nouveau y Expresionista, en 1919 entró
en contacto con un movimiento cercano al dadaísmo establecido en Berlín, y
también con el movimiento encabezado por Otto Dix y Conrad Felixmüller llamado
la Nueva Objetividad y que tenía nexos también con el movimiento conocido en
pintura, cine y arquitectura como el Expresionismo Alemán. Parte de esa
rebeldía se manifestaba en su pelo corto y la pipa que fumaba. Sus estudios de
las artes aplicadas le proporcionaron un magro medio de vida. Elfriede en esa
época producía batiks y postales que vendía.
Elfriede rápidamente abrazó los temas de la nueva propuesta
artística y además comenzó a tomar partido por las ideas socialistas muy en
boga en una juventud desencantada y horrorizada por el legado de la I Guerra
Mundial. Pronto, como muchos de sus contemporáneos a lo largo y ancho de la
república de Weimar, Elfriede estaba pintando acuarelas y pasteles de los bajos
fondos de Dresde y de paisajes urbanos. En 1921 conoció y se casó con el pintor
y cantante de Opera Kurt Lohse, la pareja se mudó a Hamburgo ese mismo año.
La relación fue tormentosa, Kurt resultó un patán y vividor
que acabó con las finanzas de Elfriede. La primera separación de la pareja se
dio en los primeros meses del matrimonio. Kurt despreciaba o tal vez sentía
enormes celos del talento de su esposa y se sabe que daba los lienzos en los
que pintaba Elfriede a sus alumnos para que practicaran en ellos.
En 1929, la pareja se separó de manera definitiva, Kurt
había encontrado un nuevo amor y había exprimido a Elfriede, no solo
económicamente, si no espiritualmente. La pareja nunca tuvo hijos, solo abortos
y embarazos fallidos. Mientras Kurt se dedicaba a su nueva pareja, Elfriede
sufrió una crisis nerviosa que obligó a que fuera internada por unos meses en
un hospital psiquiátrico. Durante su convalecencia, Elfriede, se dedicó a
pintar retratos de otros pacientes del sanatorio. Esta serie de acuarelas que
incluye algunos autorretratos de la artista es conocida como Friedrichsberger Köpfe.
En 1931, sin dinero y anímicamente destrozada Elfriede
regresó a casa de sus padres. Tenía poco más de treinta y un año. Pero su padre
no la toleraba y no podía entender a su hija y su carácter, así que en 1932 la
internó al hospital psiquiátrico de Arnsdorf. Ahí Elfriede fue diagnosticada
como esquizofrénica y permaneció hospitalizada.
Los Nazis llegaron al poder y con ellos una mirada
destructora que fascinó a la mayoría de los alemanes quienes creían que el
ascenso de Hitler al poder marcaba el triunfo y renacimiento de una nación
alemana poderosa. Para ser poderosos, el régimen instituyó una política de
pureza étnica, a Elfriede se le instó a someterse de manera voluntaria a la
esterilización, Elfriede se negó y con ello quedo recluida forzosamente y de
manera permanente en el hospital.
En 1935 llegó el divorcio y con ello una nueva recaída en su
estado mental. Los médicos calificaron a partir de ese momento su enfermedad
como incurable, por lo que se le esterilizó de manera forzada. Nunca más volvió
a pintar. Su obra fue parte de todo lo que el régimen Nazi catalogó como “arte
degenerado” y mucha de su obra fue destruida. En 1940, Elfriede fue parte de
las personas con problemas mentales que bajo el programa de eutanasia del
gobierno alemán denominado T4 fue asesinada en una cámara de gas del hospital
psiquiátrico del Castillo de Sonnenstein, en su provincia natal de Sajonia,
donde se experimentó y perfeccionó este tipo de asesinato masivo antes de
ponerlo en uso en los campos de concentración con los prisioneros judíos.
Elfriede Lohse-Wächtler permaneció junto con otras pintoras
alemanas de la época en el olvido, hasta que en la década de los años noventa
su obra o lo que se ha podido recuperar de la misma fue expuesta en Berlín.
publicado en mamaejecutiva el 22 de enero de 2018
Imagenes: weimarart-blogspot.com
fembio.org
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