2018 marcó el fin la serie danesa/sueca Broen/Bron (El Puente) con una cuarta
temporada que nada pide a las temporadas anteriores y en narrativa y en el desarrollo de los personajes.
Armando Enríquez Vázquez
Con la temporada final de la serie, termina una de las
series policíacas más brillantes y perturbadas que se haya producido, protagonizada
por una de las detectives más complejas, solitarias y destrozadas de la
televisión, pero a la vez y tal vez por lo mismo una de las más entrañables de
en lo que va de la década, y para mí, de la historia de la televisión; Saga
Noren. Interpretada por la actriz sueca Sofía Helin.
La serie a diferencia de muchas otras series, Broen/Bron lanzó al aire sus cuatro
temporadas con grandes intervalos de tiempo lo que permitió la maduración de
guiones y la evolución pensada y lógica de los personajes. La primera temporada
se estrenó en septiembre de 2011 y su historia reunió a la policía de Dinamarca
y Suecia cuando un cuerpo aparece exactamente a la mitad del puente de Öresund
que comunica a las ciudades de Copenhague y Malmö, el cuerpo partido en dos era
en si mismo parte de la dicotomía de la serie; el cuerpo de una ministra sueca y otro de una
prostituta danesa, por lo que el investigador danés Martin Rohde, padre de
familia con muchos hijos y problemas maritales, junto con una investigadora
sueca Saga Noren, soltera, sola, metódica e inflexible, cuya personalidad
marcará no sólo la investigación si no el futuro de Martin quien al final de la
segunda temporada terminará encarcelado y con una larga sentencia por asesinato,
habrán de resolver el caso con los encontronazos de personalidad de ambos. A
pesar de todo, los detectives desarrollan a lo largo de dos temporadas lo más
cercano a la amistad que Saga conoce, pero que jamás estará por encima de la
ley, ni del protocolo policíaco. Saga no reconoce, ni da valor a las emociones;
todo, absolutamente todo tiene una explicación racional y científica. Todo
obedece a un orden racional.
Saga es una mujer recta y honrada. Sincera y directa hasta
el extremo, Saga no conoce la diplomacia, ni las medias tintas, no es una
persona descortés ni amargada, es una mujer rota por su pasado, por una vida
que la ha hecho cargarse de culpas y en ese sentido, se ha aislado de la
convivencia con los humanos, de las reglas de convivencia. Saga vive y actúa
únicamente bajo su código ético y el de la policía. Incapaz de romper un
protocolo, una ley a lo largo de las cuatro entregas Saga intentará comprender
al tiempo que investiga con sus compañeros los diferentes casos que tiene por
resolver, la conducta para ella extraña de quienes viven en su entorno,
descifrarla. Para ella la extraña e hipócrita forma en que los seres humanos
pretendemos convivir en armonía, nada tienen que ver con la sencillez del
pragmatismo con el que ella vive.
La segunda temporada se estrenó dos años después en
septiembre de 2013, la tercera en septiembre de 2015 y finalmente la temporada
final en enero pasado.
Al iniciar la tercera temporada y con la desaparición del
personaje de Martín Rohde, la pregunta era sí los guionistas serían capaces de
crear un personaje capaz de sustituir al detective danés y estar a la altura de
Saga. Los escritores parecen haber recurrido entonces al viejo dicho en
español, “Siempre hay un roto para un descocido y tras un par de capítulos en
los que juegan con los sentimientos y expectativas de los espectadores en los
que Saga es acompañada por una detective de medio pelo, a la que finalmente
tras una explosión sacan de la trama, la dirección de la policía danesa, y los
guionistas, releva a la mujer con un personaje extraño que hemos visto aparecer
en los primeros capítulos de la tercera entrega, policía que al parecer engaña
a su esposa con el consentimiento de esta y que tiene dos hijas pequeñas, un
adicto, Henrik Sabroe, personaje que al principio parece despreciables y cuya
oscura verdad se va descubriendo a lo largo de la temporada para al final dejar
al desnudo a dos seres totalmente rotos y complementarios.
La tercera entrega que termina con Saga siendo sospechosa
del asesinato de su madre y su destitución del cuerpo sueco de policía. Al
iniciar la cuarta temporada Saga se encuentra en prisión cumpliendo la condena
del crimen que no cometió y del que minutos después será absuelta, pero los
problemas de Saga y Henrik al resolver la serie de asesinatos de esta temporada
final los llevaran de nuevo al pasado del policía danés, mientras Saga comienza
a experimentar la necesidad de resolver toda su problemática emocional por lo
que decide asistir a una psicoanalista. Por ejemplo, en esta cuarta temporada
Saga destruye a una familia de sospechosos cuando les revela que el hijo del
matrimonio no puede ser de él puesto que la genética así lo dicta, pero como es
Saga, no lo hace de manera intencional, ni por presionar a nadie, únicamente lo
menciona porque la genética y el universo, como ella, no se rigen por
convenciones.
La forma seca y directa de plantear las situaciones no deja
de meterla en problemas, pero ahora dinamita el único nexo con otro ser humano
que tiene. Su particular relación con Henrik. Sexo y comida, porque todo lo
demás es incomprensible para ella. Aunque también en esa solidaridad con el
danés y en eso que ella científicamente puede definir como amor por Henrik
emprenderá con su tozudez, determinación y compromiso el resolver el gran
misterio que ha creado un enorme vacío en la vida de Henrik. La resolución
final de la serie nos muestra a una Saga lista para tratar de encontrar lo que
le falta, con la promesa de regresar algún día a visitar a Henrik y la familia
recuperada de este.
La temporada como las anteriores está llena de sutiles hilos
que unen a un personaje con otro, una situación con otra, más allá de la extraordinaria
historia de Saga, Henrik y los demás policías tanto suecos como daneses que
acompañan a Saga a lo largo de las cuatro temporadas, la trama criminal y
detectivesca que si bien es predecible a groso
modo está escrita con inteligencia y una premisa que es fría y contundente
como las palabras de Saga. La venganza consiste en atacar a las victimas en lo
que más les duela, en lo que más amen para que su dolor permanezca a la lo
largo de su vida. La muerte no es opción. Crueles, despiadados, mezclados con
los seres normales, los asesinos de Broen/Bron
a lo largo de sus cuatro temporadas muestran que bajo la paz de las sociedades
civilizadas y perfectas de Europa del Norte, se pueden esconder los horrores
que se viven en lugares más burdos como Estados Unidos o México.
Cuando en 2012 la detective Sarah Lund, protagonista de la
otra extraordinaria serie danesa Forbrydelsen
desapareció en la tercera y final temporada de la serie escapando del crimen de
justicia que acababa de cometer, Saga Noren acababa de nacer, hoy Saga
desaparece como la placa que lanza a las aguas del Báltico su placa en el
inicio de un viaje que ella misma no sabe a dónde la llevará. Las dos historias
y los dos personajes son clave sin duda de la televisión policíaca más
importante del mundo.
Broen/Bron ha sido
una serie tan exitosa que Fox compró la franquicia y la tropicalizó a la
frontera México - Estados Unidos en Ciudad Juárez y El Paso, bajo el título The Bridge y a pesar de una primera
temporada muy bien lograda, la serie sólo consiguió una segunda temporada al,
como en otras series del norte de Europa que han querido replicar los
americanos, convertirse en una serie sin fondo y trivial, traicionando lo
importante, la fuerza y vida interna de los personajes. La serie también fue
comprada por Sky Atlantic y Canal + y produjeron la versión franco inglesa
llamada The Tunnel y una versión más
se produjo entre Rusia y Estonia.
publicado en roastbrief el 16 de abril de 2018
imagen brw.md
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