La directora de CONACYT parece ignorar que la ecuación más importante en la investigación científica sana de un país requiere de academia, gobierno e iniciativa privada.
Armando Enríquez Vázquez
Está muy bien que el presidente piense que nadie debe ganar
sueldos onerosos, que nadie gane más que él es algo muy cuestionable. Lo que resulta
inaceptable es que una mujer que hasta ahora sólo ha mostrado una mentalidad
conformista y ridícula, más preocupada por comer bien que por administrar su
despacho de manera óptima, como es la directora de CONACYT, Elena
Álvarez-Buylla pretenda que ni siquiera la IP invierta en los centros de
investigación del Estado Mexicano pretextando que esto impacta de manera
positiva en los sueldos de los investigadores y según su pequeño cerebro; esto
hace que los investigadores tengan un doble salario.
La directora de CONACYT parece ignorar que la ecuación más
importante en la investigación científica sana de un país requiere de academia,
gobierno e iniciativa privada, de otra manera la iniciativa privada que de
todas maneras necesita investigación, desarrollará las investigaciones que le
interesan como empresa y los beneficios que conlleva una investigación conjunta
se perderán para las empresas públicas, pues las empresas privadas se quedaran
con todas las ganancias económicas, pero más importantes de conocimiento,
resultado de sus investigaciones. En el caso de las empresas transnacionales
esa investigación se desarrollará en países que apoyen y fomenten esta
actividad ganando de esta manera tanto económica, como en desarrollo científico
y a las que las palabras de la mediocre funcionaria tienen sin cuidado.
Ese know how que queda en las instituciones públicas
y ayuda a desarrollar otras investigaciones que impactan en políticas públicas,
en patentes que se manifiestan económicamente en las arcas del gobierno, en el
desarrollo de nuevos investigadores, en un diálogo científico nacional e
internacional que retroalimente a investigadores y científicos, se perderá si
la idea de la supuesta científica se materializa.
En el caso más inmediato, si el gobierno del presidente
López Obrador no está interesado en fomentar la ciencia y la investigación, la
participación de la iniciativa privada puede ayudar a conservar empleos, algo
que a nivel nacional tampoco parece interesar al presidente, y mantener los
centros de CONACYT a lo largo y ancho del país, algo que no le interesa conservar
ni a él, y mucho menos a la funcionaria gourmet.
Sí el presidente ha pedido a diferentes empresarios el
apoyarlo en el desarrollo de la infraestructura necesaria en el país y a otros
simplemente les otorga contratos sin licitación alguna, porque no habría de
pedir ese mismo tipo de inversión y de ayuda para la investigación científica y
el desarrollo de nuevos productos y patentes. Si a pesar de que construir un
camino no tiene ninguna ciencia para López Obrador y aun así acaba de agradecer
al empresario Carlos Slim por ayudarlo a construir caminos en Oaxaca. ¿Por qué
no habría de pedir ese mismo tipo de inversión y de ayuda para la investigación
científica y el desarrollo de nuevos productos y patentes? La ciencia que no es
cualquier cosa, como debería saber la funcionaria que dirige el CONACYT, requiere
de inversión, y ella que es científica debería hablar con el presidente para qué
si él lo desconoce, ella pueda hacerlo ver la realidad. Tristemente el
servilismo y el buen comer le gana a esta señora.
A diferencia de la inversión en un camino rural o de una
carretera, la inversión en investigación científica representa una verdadera
derrama económica para el Estado por diferentes lados. Está demostrado que
menos patentes es igual a mayor pobreza, la dependencia tecnológica y
científica aumenta. Países como Estados Unidos, China, son líderes en la
obtención de patentes y su economía es fuerte.
El peor enemigo de la ciencia en México no vive en Palacio
Nacional, si no que sienta en la oficina de la dirección de CONACYT.
imagen: DeathToStock.com
imagen: DeathToStock.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario