Desenfrenadas, la nueva serie mexicana de Netflix
demuestra que un argumento políticamente incorrecto; racista y clasista,
continúa funcionando entre los mexicanos.
Armando EnríquezVázquez
El creador de la serie, Diego Martínez Ulanosky, que en su
historial en IMDB presume haber sido productor general de una serie tan exitosa
como Soy tu fan, únicamente en su primera temporada, realmente no
demuestra haber aprendido nada de los matices de una serie de comedia
consentido y exitosa con personajes bien dibujados y una narrativa con
objetivos y un fin. A diferencia de su trabajo como escritor y creador,
Martínez Ulanosky demuestra ser un decente director y lo expone con los
capítulos que dirigió para la serie que son la mayoría.
La serie que en general abunda en lugares comunes y malos
diálogos es salvada por las excelentes actuaciones de sus protagonistas y en
especial las de Tesa Ía (Vera)quien logra una excelente representación de una mirreina
y Coty Camacho (Marcela) quien es la antagonista de Vera, una joven de clase
humilde que es explotada por su novio y un capo local que la obligan a trabajar
en un table, y que se ve obligada a escapar por el adeudo de un dinero robado
que la pone en la vera de convertirse en prostituta para saldar la deuda.
Ambas actrices sostienen la serie y ésta se completa con las
actuaciones de Bárbara López (Rocío) y Lucía Uribe (Carlota) quienes completan
el cuadro de cuatro protagonistas. Desenfrenadas es la historia de tres
jóvenes mujeres de la Ciudad de México hartas de sí mismas, de su realidad y de
su entorno. En ese huir inconsciente, pretextando despedir a Rocío antes de que
viaje a su especialización médica a Suecia, sólo logran estrellarse con la
realidad de un país que por su posición económica les es desconocida y por sus
prejuicios de clase y color de piel no pueden concebir. Incapaces en un
principio de la empatía, al final de la serie no habrán cambiado mucho, pero al
menos habrán rescatado a Marcela del círculo vicioso en el que vive y que anula
su persona. Tesa Ía demuestra una capacidad histriónica en la comedia que hace
mucho tiempo no veía en una actriz mexicana y el personaje que ha creado será
sin duda un referente en el futuro de la comedia y farsa de nuestro país. Las
secuencias lugar común y mal escritas del mundo de la redacción de la revista
de modas donde Vera trabaja son salvadas sólo por la actuación de Tesa Ía, que
es la única actriz que no se siente fingida en ellas a diferencia de interpretaciones
acartonadas de las actrices que interpretan a su enemiga, su jefa y su
asistente. La contraparte, Coti Camacho, hace una mexicana de esas de cepa que
trabaja y mantiene a su familia, que enfrenta al machismo en el que vive
inmersa; desde una pareja que la padrotea, pasando por su hermano menor, al que
ha mantenido desde la muerte de sus padres, y la ven como un ser menor, cuya
función es resolver problemas consiguiendo dinero para ellos que la explotan en un table, la ceden o traspasan
como un mueble y después la desprecian. La fuerza y agresividad del personaje
se asoma en la mirada de la actriz. Su incapacidad de entender a las demás y su
forma de vivir, ni el drama de lo que las whitexicans creen problemas vitales
denotado no sólo en diálogos, sino también a partir de gestos, miradas, en el
dialogo interno del personaje es digno de verse. Lo aguerrida, decepcionada de
quien vive al día, en todos los sentidos de Marcela están presentes a lo largo
de la impecable y poderosa actuación de Camacho.
En el caso de Rocío y Carlota parecen haber sido creadas
únicamente como acompañamiento a ese choque entre Vera y Marcela. Carlota es
una entusiasta de la nada, una mujer que quiere comprometerse más por moda pero
que tiene miedo y su personaje es una de esas comparsas que es agradable seguir
en una serie de comedia, mientras que Rocío que pretende ser el personajes que
se descubre, que rompe con las represiones e imposiciones familiares y que se
culpa por el suicidio de su hermana, termina siendo un personaje tan sobrio y
solemne que realmente nos importa poco lo que suceda con ella y las decisiones
que tome. El personaje se pierde con el estridentismo de Vera, la violencia de
Marcela y la ingenuidad proactiva de Carlota. Ni siquiera el rompimiento con su
padre, una celebridad en la medicina que impulsa e impone un futuro a Rocío,
parece importante, no se nota el crecimiento en el personaje.
Lo peor de la serie es la caricatura de personaje que es
Juanpi (Tomás Ruiz), el novio de Rocío, quien tiene tanto interés por ella o
por romper con ella como por hacer creíble su personaje. La serie de galancetes
playeros y músicos de cuarta son los clásicos rellenos que ni siquiera resultan
graciosos. En general los personajes masculinos; machos, débiles, triviales
están escritos como lo peor de los seres humanos, y claro ejemplo de una
percepción sesgada em el guion.
La forma en que está representada una generación de
mexicanas, y de mexicanos egoístas y narcisistas es acertada y creo que es una
muestra de porque sucedieron una marcha y un paro la semana pasada en el país
Si el timeline de la serie se extendiera, me queda la
certeza que a los pocos meses las tres whitexicans inmersas en sus
problemáticas personales y su egoísmo generacional habrán de olvidar a Marcela
en las calles de la gran urbe. La insensibilidad de los personajes es la misma de
la quien ideó una serie tan políticamente incorrecta en tiempos en que el
feminismo mexicano es punta de flecha a nivel mundial.
La historia esta más que completa si se cuenta de manera
lineal, pero esa moda e incapacidad de los escritores de series de trabajar el
subtexto y a falta de creatividad e ingenio crear flashbacks mediocres, largos
y cuya única finalidad es llenar el tiempo a cumplir de un capítulo, así como
personajes y situaciones que al espectador le importan poco y le dan tiempo
para ir al baño o a prepararse un sándwich hace que la serie tenga algunos
baches relevantes en su narrativa, la secuencia de la partera, de la que se
agradece la actuación de Angelica Aragón, pero que es un capítulo de relleno es
un buen ejemplo de esta incapacidad de ser sintético. El ejemplo más claro de
estos rellenos en la creatividad que rompe el ritmo de la historia es el
personaje de la ex modelo de Colombia, amante del padre de Vera, que al final
de cuentas es sólo una versión más banal y prostituida de las tres amigas y
sólo Vera es capaz de vislumbrarlo, sin que realmente suceda nada en la joven y
sólo se vuelva una acusación visceral a la colombiana y lo que parece también
un asunto xenófobo, pero el creador que es argentino debe conocer bien estas
historias de trepadores en un país malinchista.
Factor aparte resulta la fotografía que es extraordinaria en
lo general y las paletas de colores igualmente elegidas con la misma
discriminación socioeconómica con la que se escribió la serie. El trabajo es de
Julio Llorente, fotógrafo español.
Desenfrenadas resulta atractiva y divertida, no por el
argumento que es un lugar común, si no por las extraordinarias
interpretaciones.
publicado en roastbrief.com.mx el 17 de marzo de 2020
imagen Netflix
No hay comentarios:
Publicar un comentario