jueves, 6 de agosto de 2020

Danzando con lobos.




Haciendo uso del título de aquella película de 1990 reflexiono sobre los retos educativos que enfrentamos debido a la pandemia y los rumbos que ha decidido tomar el gobierno.

Armando Enríquez Vázquez

El anuncio del Secretario de Educación Esteban Moctezuma acerca de mantener las escuelas cerradas hasta a llegada del semáforo verde y la continuación de la educación a distancia, no deja duda que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador tomó la decisión correcta. Pero aun así la opción para educar en los próximos meses no deja de provocar algunas preguntas.
El principal problema de la educación a distancia lo ha representado hasta el momento la accesibilidad de los educandos. Uno por carencias propias de la pobreza que se vive en México y este gobierno sólo ha intensificado. Dos, por la limitación física y real de aparatos, computadoras, tablets y en su defecto teléfono, para que todos los miembros de una familia puedan acceder a su educación al mismo tiempo.
El gobierno ha optado por regresar a lo que se implementó en el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz y fue conocido entonces como Telesecundaria. La opción es hasta cierto punto correcta. Con sus acepciones; diferente al sistema que se construyó a finales de la década de los años sesenta y que se impartía en aulas especiales donde se juntaba a los estudiantes, algo imposible actualmente, la propuesta del presidente y el Secretario de Educación es que los jóvenes se conecten a la televisión de sus casas. El número de alumnos era menor en los sesenta y setentas, pero lo peor es que la ambición del proyecto actual incluye a todas las etapas de la educación preescolar, básica y media básica, un número de millones de niños y jóvenes que difícilmente satisfarán sus necesidades educativas.
Hace cincuenta y cuarenta años, junto con las aulas y los facilitadores in situ requeridos el sistema tecnológico que se implementó fue la creación de un organismo productor de los programas y los contenidos para alimentar el sistema, ese organismo que existió hasta bien entrados los años noventa se cambió de nombre con el curso de los años y en algún momento se llamó Unidad de Televisión Educativa y Cultural (UTEC), hoy solo mantiene el televisión educativa en su nombre y pertenece al Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano conocido como SPR y alberga en sus instalaciones canales que nadie conoce y forman sólo un elefante blanco para el erario de México. Sus instalaciones se encuentran desde entonces en el corazón de la colonia Morelos de la Ciudad de México en las calles de Circunvalación y Tabiqueros. La Telesecundaria es fue un orgullo de México y un ejemplo para toda América Latina.
Frente al nuevo reto educativo que se ha propuesto el gobierno al menos en los próximos meses, tal vez por el resto del año, la solución presenta además problemas nacidos en los hábitos de consumo de Internet de los mexicanos y de los cuales al parecer ni el presidente, ni sus asesores y consejeros han decidido ignorar, y que marcan una diferencia crucial entre los jóvenes de 1960 y los de hoy.
A principios del sexenio López Obrador prometió que la conectividad sería una de sus prioridades, principalmente para dar la oportunidad a su amigo Ricardo Salinas Pliego conquistar el país con su banco agiotista. Hoy frente a la emergencia educativa esa red habría sido una gran solución.
La pregunta que debemos de hacernos como siempre es: ¿Quién se beneficia con una decisión de esta magnitud? Porque de acuerdo con lo dicho por el presidente en este esfuerzo entre el gobierno, la iniciativa privada y la sociedad, o sea, los dueños de las cadenas de televisión que están dispuesto a cobrar una módica cantidad al gobierno por transmitir los programas de la educación. ¿Qué es una módica cantidad y cómo esta ayuda a televisoras que están en serios problemas económicos como Imagen TV o Milenio, incluso a Televisa les salva el año? La comercialización de los canales de televisión ha caído junto con sus audiencias. ¿Quién va a producir estos programas? ¿Cuánto van a costar? ¿Es lo que queda de Televisión Educativa capaz de llevar esta titánica labor en las tres semanas que faltan para iniciar el ciclo escolar o se va a recurrir a las televisoras o a productoras privadas amigas del presidente y funcionarios de la SEP?
La decisión no debe haber sido sencilla, pero me da la impresión que se tomó demasiado tarde y de manera muy sesgada. Desde hace un mes los hechos y las cifras indicaban que el regreso en agosto a clases era un riesgo de salud pública, por lo que era imposible. Cuando diferentes escuelas públicas y privadas, entre ellas la UNAM, ya habían anunciado el regreso a las clases de manera presencial hasta 2021, el secretario Moctezuma insistió en un regresó presencial a las aulas, ahora ha tenido que recular.
La solución es la correcta a medias, nadie se ha preocupado por medir los daños colaterales que ha provocado estos primeros meses de educación a distancia, como tampoco en implementar e idear sistemas pedagógicos para los diferentes grupos en edades que están de manera obligatoria tomando clases virtuales, por más que había muchos signos de que era el futuro de comunicación la pandemia nos agarró con los dedos en la puerta y con una mentalidad cuadrada en todos los niveles educativos sin importar si son escuelas privadas o públicas para cometer una serie de errores que se pueden calificar como imbéciles; desde creer que se debe mantener la misma mecánica que en un sistema presencial, hasta el ser incapaces; profesores y pedagogos del estado y privados de plantear horarios mucho menores y más eficientes. La deserción por cuestiones económicas y mucho más importante por la falta de un sistema pedagógico para que el estudiante se sienta atraído en el nuevo sistema, no parecen preocupar a las autoridades.
Otro asunto preocupante es que los jóvenes y niños de las generaciones actuales están acostumbrados a una tecnología que funciona en dos direcciones, que permite el diálogo, algo que la tiranía unidireccional de la televisión no permite.
Las crisis, se ha repetido ad nauseum tienen que ser vistas como oportunidades, pero para muchos en México la educación únicamente es un negocio que no puede y no debe evolucionar porque representa según ellos un perjuicio en su pecunio o su base de electores. Las escuelas que preparan profesionistas deben estar conscientes que es hoy el momento para preparar a jóvenes a un mundo de profesiones que aun no existen y fomentar alianzas con otras escuelas para crear carreras interdisciplinarias e interscolares y de esta manera volver atractivas las carreras.
En este tema reflexionaré más en la segunda entrega.


imagen; DeathToStock.com

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