Haciendo uso del título de aquella película de 1990 reflexiono
sobre los retos educativos que enfrentamos debido a la pandemia y los rumbos
que ha decidido tomar el gobierno.
Armando Enríquez Vázquez
El anuncio del Secretario de Educación Esteban Moctezuma acerca
de mantener las escuelas cerradas hasta a llegada del semáforo verde y la
continuación de la educación a distancia, no deja duda que el gobierno de
Andrés Manuel López Obrador tomó la decisión correcta. Pero aun así la opción
para educar en los próximos meses no deja de provocar algunas preguntas.
El principal problema de la educación a distancia lo ha
representado hasta el momento la accesibilidad de los educandos. Uno por
carencias propias de la pobreza que se vive en México y este gobierno sólo ha
intensificado. Dos, por la limitación física y real de aparatos, computadoras,
tablets y en su defecto teléfono, para que todos los miembros de una familia
puedan acceder a su educación al mismo tiempo.
El gobierno ha optado por regresar a lo que se implementó en
el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz y fue conocido entonces como Telesecundaria. La
opción es hasta cierto punto correcta. Con sus acepciones; diferente al sistema
que se construyó a finales de la década de los años sesenta y que se impartía
en aulas especiales donde se juntaba a los estudiantes, algo imposible
actualmente, la propuesta del presidente y el Secretario de Educación es que
los jóvenes se conecten a la televisión de sus casas. El número de alumnos era
menor en los sesenta y setentas, pero lo peor es que la ambición del proyecto
actual incluye a todas las etapas de la educación preescolar, básica y media
básica, un número de millones de niños y jóvenes que difícilmente satisfarán
sus necesidades educativas.
Hace cincuenta y cuarenta años, junto con las aulas y los facilitadores
in situ requeridos el sistema tecnológico que se implementó fue la
creación de un organismo productor de los programas y los contenidos para
alimentar el sistema, ese organismo que existió hasta bien entrados los años
noventa se cambió de nombre con el curso de los años y en algún momento se llamó
Unidad de Televisión Educativa y Cultural (UTEC), hoy solo mantiene el
televisión educativa en su nombre y pertenece al Sistema Público de Radiodifusión
del Estado Mexicano conocido como SPR y alberga en sus instalaciones canales
que nadie conoce y forman sólo un elefante blanco para el erario de México. Sus
instalaciones se encuentran desde entonces en el corazón de la colonia Morelos de
la Ciudad de México en las calles de Circunvalación y Tabiqueros. La Telesecundaria
es fue un orgullo de México y un ejemplo para toda América Latina.
Frente al nuevo reto educativo que se ha propuesto el gobierno
al menos en los próximos meses, tal vez por el resto del año, la solución presenta
además problemas nacidos en los hábitos de consumo de Internet de los mexicanos
y de los cuales al parecer ni el presidente, ni sus asesores y consejeros han
decidido ignorar, y que marcan una diferencia crucial entre los jóvenes de 1960
y los de hoy.
A principios del sexenio López Obrador prometió que la
conectividad sería una de sus prioridades, principalmente para dar la oportunidad
a su amigo Ricardo Salinas Pliego conquistar el país con su banco agiotista. Hoy
frente a la emergencia educativa esa red habría sido una gran solución.
La pregunta que debemos de hacernos como siempre es: ¿Quién
se beneficia con una decisión de esta magnitud? Porque de acuerdo con lo dicho
por el presidente en este esfuerzo entre el gobierno, la iniciativa privada y
la sociedad, o sea, los dueños de las cadenas de televisión que están dispuesto
a cobrar una módica cantidad al gobierno por transmitir los programas de la
educación. ¿Qué es una módica cantidad y cómo esta ayuda a televisoras que están
en serios problemas económicos como Imagen TV o Milenio, incluso a Televisa les
salva el año? La comercialización de los canales de televisión ha caído junto
con sus audiencias. ¿Quién va a producir estos programas? ¿Cuánto van a costar?
¿Es lo que queda de Televisión Educativa capaz de llevar esta titánica labor en
las tres semanas que faltan para iniciar el ciclo escolar o se va a recurrir a
las televisoras o a productoras privadas amigas del presidente y funcionarios
de la SEP?
La decisión no debe haber sido sencilla, pero me da la
impresión que se tomó demasiado tarde y de manera muy sesgada. Desde hace un
mes los hechos y las cifras indicaban que el regreso en agosto a clases era un
riesgo de salud pública, por lo que era imposible. Cuando diferentes escuelas
públicas y privadas, entre ellas la UNAM, ya habían anunciado el regreso a las
clases de manera presencial hasta 2021, el secretario Moctezuma insistió en un
regresó presencial a las aulas, ahora ha tenido que recular.
La solución es la correcta a medias, nadie se ha preocupado
por medir los daños colaterales que ha provocado estos primeros meses de
educación a distancia, como tampoco en implementar e idear sistemas pedagógicos
para los diferentes grupos en edades que están de manera obligatoria tomando
clases virtuales, por más que había muchos signos de que era el futuro de
comunicación la pandemia nos agarró con los dedos en la puerta y con una
mentalidad cuadrada en todos los niveles educativos sin importar si son
escuelas privadas o públicas para cometer una serie de errores que se pueden
calificar como imbéciles; desde creer que se debe mantener la misma mecánica que
en un sistema presencial, hasta el ser incapaces; profesores y pedagogos del
estado y privados de plantear horarios mucho menores y más eficientes. La
deserción por cuestiones económicas y mucho más importante por la falta de un
sistema pedagógico para que el estudiante se sienta atraído en el nuevo sistema,
no parecen preocupar a las autoridades.
Otro asunto preocupante es que los jóvenes y niños de las
generaciones actuales están acostumbrados a una tecnología que funciona en dos
direcciones, que permite el diálogo, algo que la tiranía unidireccional de la
televisión no permite.
Las crisis, se ha repetido ad nauseum tienen que ser
vistas como oportunidades, pero para muchos en México la educación únicamente es
un negocio que no puede y no debe evolucionar porque representa según ellos un
perjuicio en su pecunio o su base de electores. Las escuelas que preparan
profesionistas deben estar conscientes que es hoy el momento para preparar a jóvenes
a un mundo de profesiones que aun no existen y fomentar alianzas con otras escuelas
para crear carreras interdisciplinarias e interscolares y de esta manera volver
atractivas las carreras.
En este tema reflexionaré más en la segunda entrega.
imagen; DeathToStock.com
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