El descubrimiento de
vida en lo más profundo de los océanos no sólo es una sorpresa por las
condiciones extremas en la que estos organismos viven sino por lo que
representan para la ciencia.
Armando enríquez Vázquez
Las riquezas del fondo del mar no sólo se encuentran en los
minerales que se pueden extraer del lecho marino, el poder entender cómo
funcionan y sobreviven los diferentes organismos que se han descubierto en las
últimas décadas en las profundidades y los
cuales apenas se han empezado a estudiar en las últimas décadas nos puede
ayudar a desarrollar diferentes tecnologías, drogas y sustancias. Eso sin
contar que realmente no conocemos nada acerca de las profundidades marinas y
que más del 95% de lo que hay debajo de los océanos está por descubrirse.
Vivir en lo más profundo del océano implica adaptaciones a
condiciones extremas a las que ningún ser humano podría sobrevivir, empezando
por la gran presión a la que las criaturas a más de mil metros de profundidad
viven y las bajas temperaturas de entre 4°C a 2°C que de pronto en el área de
una fuente hidrotermal se puede elevar hasta 400°C, y que gracias a la tremenda
presión de las profundidades le impide entrar al agua ebullición y sin embargo
alrededor de estas fuentes hidrotermales se han descubierto ecosistemas con
numerosas especies y ejemplares que están a un por ser estudiadas.
Aquí unos cuantos ejemplos de lo que la investigación de las
especies marinas ha logrado y lo que aun podemos esperar. Existen un tipo de
esponjas marinas de la clase Hexantinellida,
conocidas de manera común como esponjas vítreas, pues su esqueleto está
construido de fibras muy delgadas de silicio, o sea de vidrio, que viven a una
profundidad promedio de 200 y 2000 metros de profundidad. Desde hace algunos
años estas esponjas y en especial una que se conoce con el nombre común de
canasta de flores de Venus, y cuyo nombre científico es Euplectella aspergillum, son
motivo de estudio por parte de los biólogos por que de manera natural producen
fibras ópticas. Fibras ópticas del grueso de una cabello humano, para los
científicos encargados de trabajos de biomimesis. El estudio de estas esponjas
podría revelar cómo desarrollar mejores y más flexibles fibras ópticas. Fibras
ópticas producidas a bajas temperaturas a diferencia de las que se producen de
manera industrial.
Otro ejemplo lo encontramos en un pez llamado Zoarces americanus, que habita en las profundidades del
Océano Ártico. Este pez fue estudiado por la empresa Unilever, ya que produce una proteína anticongelante, capaz de prevenir a bajas temperaturas, la creación de
cristales de hielo que dañarían el tejido celular de sus órganos y músculos. La
empresa Univeler, que es el mayor productor de helados y golosinas congeladas
en los Estados Unidos, ha utilizado esta
proteína desde mediados de la década pasada, con el permiso de la FDA,
organismo encargado de regular la comida y las medicinas en Estados Unidos, para la fabricación de helados, lo que permite
que la consistencia cremosa de un helado se mantenga sin que se formen hielos
que dañan esta consistencia y la percepción del consumidor.
También los caracoles marinos han resultado de gran utilidad para el
desarrollo de nuevas medicinas. Algunos Caracoles que son extremadamente
venenosos como los caracoles cónicos que utilizan neurotoxinas muy poderosas
para atrapar a sus presas, que en realidad son venenos letales. Gracias al
estudio de estas neurotoxinas se han producido potentes analgésicos que ayudan
a los pacientes de enfermedades como el cáncer a lidiar con el dolor. Estos
medicamentos han sido aprobados por FDA en Estados Unidos y por su contraparte en la Unión Europea
desde 2005.
Durante la última década del siglo pasado los investigadores del fondo
marino descubrieron que a diferencia de muchos otros peces del abismo océanico
donde no penetra un solo rayo de luz solar, la especie Malacosteus niger es capaz de percibir el color rojo lo que le da
una ventaja para atrapar a sus presas. El biólogo marino Ron Douglas de la
Universidad de la Ciudad de Londres descubrió que la responsable de este hecho
era la clorofila, misma que el pez obtiene de las bacterias en su alimento.
Actualmente un científico norteamericano se encuentra tratando de desarrollar
la forma de aprovechar este descubrimiento para aplicar clorofila a los ojos
humanos y mejorar la visión nocturna desgraciadamente con fines militares, pero
esto podría ser de gran utilidad para aquellos que se ven obligados a
desarrollar parte de su trabajo o actividades en condiciones oscuras, como los
choferes de camiones que viajan por las carreteras en la noche.
Entender a los organismos bioluminicentes del fondo marino, esto es,
capaces de producir su propia luz a partir de procesos químicos y físicos de
sus cuerpos, puede ayudar a tener ciudades mejor iluminadas y menos costosas en
el gasto de energía.
Apenas a principio de este mes de marzo Timothy M. Lenton de la
Universidad de Exeter publicó en el Journal Nature Geoscience, la teoría de que
las esponjas de las profundidades marinas son las responsables de oxigenar las
aguas de los océanos hace mil millones de años y por lo tanto de ser cierta
esta hipótesis las esponjas serían en gran parte responsables de la evolución
de la vida como la conocemos en nuestro planeta.
En la riqueza de organismos que existe en el fondo del océano muchos
científicos esperan encontrar también la solución para la actual crisis de
antibióticos que cada día es más evidente cuando los microorganismos comienzan
a ser más resistentes a los medicamentos actuales.
La vida vino de los océanos y al parecer podríamos decir que hay
suficientes organismos y seres por investigar en las profundidades que nos
ayudaran a mantener la vida en la superficie.
publicado en blureport.com.mx el 18 de marzo de 2014
imagen. geo.de
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