Víctima de la discriminación de género y racial esta
valiente mujer viajó a Europa para poder realizar su sueño.
Armando Enríquez
Vázquez
Como tantas otras historias de exitosas personas en Estados
Unidos que fueron y son ignoradas y olvidadas a propósito por los racistas
historiadores que han creado la historia de Estados Unidos, la vida y logros de
Bessie Coleman permanecieron por años en el olvido.
Bessie Coleman, en esta época con sus logros y perseverancia
hubiera estado en cualquier gala del ex presidente Obama y en los principales
noticieros y talk shows de los medios norteamericanos, pero a ella le tocó esa
época en que el racismo era menos disfrazado que hoy y en que las cuotas y ese
absurdo que se denomina políticamente correcto habrían obligado a los
reflectores en esta gran mujer de eso que maniqueamente y por etiquetar a los
seres humanos se llama hoy afro-americanos.
Bessie Coleman nació el 26 de enero de 1892 en el pueblo
texano llamado Atlanta. Hija de madre negra y padre miembro de las naciones
nativas de Estados Unidos, al parecer Cherokee. Bessie y sus doce hermanos no
tenían esperanzas de desarrollar sus aptitudes en una sociedad tan racista como
la texana, a pesar de que padre decidió mudarse a Oklahoma en búsqueda de menor
segregación y mejores horizontes, la madre decidió permanecer en Texas en el
poblado de Waxahachie, y desde su infancia, Bessie, ayudó a su madre en la
pizca del algodón y lavando ropa para terratenientes blancos. Pero Bessie
además, en su poca experiencia educativa, sobresalió como una excelente alumna,
que destacaba en las matemáticas y tenía la curiosidad de los grandes
estudiantes. Con el tiempo y con ciertos ahorros, Bessie logró terminar sus
estudios y en 1910 aplicó para la Universidad Industrial de Langston para
negros, en Oklahoma.
Fue en la escuela donde oyó hablar de los hermanos Wright y
también de Raymonde de Laroche que fue la primera mujer en obtener una licencia
de pilota. Luego escuchó la historia de Harriet Quimby la primera
norteamericana en obtener una licencia de pilota en Estados Unidos. Para
desgracia de Bessie el dinero que le mandaban su madre y hermanas para la
Universidad se fue acabando y ella tuvo que abandonar al finalizar el primer
semestre. Bessie se va a vivir a Chicago donde vive su hermano mayor y en 1915
se graduó como manicurista, pero sus sueños de convertirse en pilota no
desaparecieron nunca. Sin embargo, las escuelas de aviación de Estados Unidos
no la aceptaban por dos sencillas razones; era mujer y negra.
En su trabajo como manicurista, Bessie, visitaba diferentes
peluquerías. En una de ellas conoció al editor de un diario llamado Robert
Abbott quien la convenció de que la única manera que tenía de aprender a volar
era escribiendo a escuelas en Francia de la misma forma que lo había hecho otro
afroamericano de nombre Eugene Bullard a quien se le negó la entrada en las
escuelas de aviación de Estados Unidos por el color de su piel. Bullard terminó
aprendiendo en Francia y hasta sirvió a la Fuerza Aérea de Francia durante la I
y II Guerras Mundiales.
Bessie comenzó a escribir a diferentes escuelas en Francia y
a ahorrar dinero para cuando llegara el momento. Bessie fue aceptada finalmente
por la Société des Avions Caudron, una escuela propiedad de los hermanos
Alphonse y René quienes además eran diseñadores de aeronaves.
Bessie viajó a Francia y en 1921 obtuvo su licencia como
aviadora. Regresó a Estados Unidos con la idea de comprar un avión y poner una
escuela de aviación para afroamericanos, algo que no le fue permitido, pero a
partir de una serie de conferencias en las que mostraba las acrobacias que era
capaz de hacer en un avión, gracias a estas conferencias se pudo hacer de un
avión y creo su propio espectáculo aéreo donde ejecutaba las mismas peligrosas
acrobacias que los pilotos hombres, vueltas de 360º y formaba figuras en el
aire.
En febrero de 1923 Bessie tuvo un accidente aéreo en el que
se rompió las costillas, una piernas y heridas en la cara, cuando se recuperó
continuó con su carrera de aviadora y dando conferencias, además compró un
nuevo avión y aseguró una presentación en Texas donde si los asistentes iban a
estar segregados en gradas de un lado para blancos y otras para negros, Bessie
se mantuvo firme que la entrada al lugar no fuera de discriminación.
En 1926 haciendo un vuelo de mantenimiento con su ingeniero
que iba pilotando el avión, una herramienta se atascó en el motor del avión y
este dio una vuelta, como en ese entonces los lugares de los pasajeros no
tenían cinturones de seguridad y eran abierto Bessie cayó del avión y murió, el
ingeniero no pudo controlar la nave y se estrelló. El también murió. Bessie
tenía 34 años. Alrededor de 15,000 personas atendieron a su funeral en Chicago.
En 1977 un grupo de pilotas de Chicago creó un club de
aviadoras con el nombre de Bessie y en 1995 el servicio postal de Estados
Unidos imprimió un timbre en honor de la aviadora.
No fue sino hasta 2006 cuando Bessie fue admitida en el
Salón de la Fama de la Aviación. Entre las muchas biografías que se han
publicado sobre la pilota en la actualidad sobresale una novela gráfica
publicada en 2007, escrita por Trina Robbins e ilustrada por Ken Steacy,
titulada Bessie Coleman Daring Stunt Pilot.
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