Cuando desde la presidencia se promueve el odio a los
demás, los resultados están claros en las redes sociales y las comunidades.
Armando Enríquez
Vázquez.
La semana pasada las redes sociales hicieron claro la
incapacidad que como seres humanos y mexicanos tenemos de ser analíticos y el
nivel de borreguismo que nos domina en estos momentos en que hemos permitido que
nuestras emociones sean dirigidas por políticos y personajes a los que lo que
menos importa somos nosotros.
La semana pasada en la pelea entre el empresario Claudio X.
González y el presidente López Obrador, al empresario se le ocurrió declarar
que su empresa no haría inversiones en el país en un mediano plazo. De
inmediato los bots del presidente y los más radicales seguidores del presidente
comenzaron a promover vía las redes sociales un boicot en contra de la empresa
de X. González, al día siguiente esta misma turba digital se lanzó a linchar y
promover un boicot en contra esta vez de un periodista que desde muchos sitios
de la sociedad es visto como pro-4T, incluso hay quienes atribuyen su actual
puesto en Radio Centro como Director Editorial, como una lambisconería más del
abyecto Francisco Aguirre Gómez dueño de uno de los grupos más serviles al
actual gobierno y que renovó a sus informadores a partir del triunfo de López
Obrador. Astillero es uno de los periodistas, desde mi punto de vista, imparciales
y críticos del poder, atacar a un hombre claramente de izquierda por no estar
de acuerdo en algún punto con el presidente o alguna de sus acciones demuestra
la intolerancia y el odio con el que vivimos.
Finalmente, para demostrar que no todo eran boicots, o para
dirigir el odio en contra de un empresario mexicano para favorecer otro resultó
en lograr que #JabonZote se convirtiera en TT en Twitter, promoviendo a una de
las grandes empresas mexicanas como lo es La Corona y que nunca ha
necesitado ningún tipo de publicidad para mantenerse en el gusto de millones de
mexicanos. Desgraciadamente atacar a una empresa mexicana, al mismo tiempo que
se promueve otra empresa mexicana es una verdadera contradicción, y como ya se
dijo hace mucho tiempo atacar a las empresas que producen en México es atacar
de manera directa a trabajadores mexicanos.
Desgraciadamente el origen de esta contradicción nace diariamente
desde el discurso de un presidente incapaz de distinguir entre enemigos, adversarios
y opositores. Estoy seguro que el presidente debe tener muchos enemigos; gente
que le desea o actúa para que le vaya mal, que se ha sentido agredido o ha sido
afectado por las decisiones del presidente. Como también estoy seguro que tiene
adversarios, incluso al interior de su partido que lo cuestionan y enfrentan,
así como opositores que tratan de luchar ideológicamente con él desde posturas
políticas diferentes.
Cuando a los opositores se les trata como enemigos del Estado
y son reprimidos con gas pimienta, cuando estos opositores son autoridades
electas de partidos diferentes al oficial, cuando su mejor declaración ante un
accidente de periodistas que cubren su trabajo, es que no lo cubran, casi casi
que se merecen el accidente, el presidente sólo demuestra que no entiende, que
carece de una mentalidad democrata. Reprimir a los adversarios políticos lo
único que demuestras amor por el poder absoluto y servil. Cuando se permite a
los “enemigos” que tanto se denunció como corruptos sólo se congela sus cuentas,
mientras se les da carta verde para abandonar el país, sin importar la percepción
de muchos ciudadanos que continúa siendo que nada pasa, que la afrenta sólo
cambio de color y vocero, el único mensaje recibido por la gente es uno de colusión
y corrupción. Cuando se felicita a quienes alteran el orden social y atacan enmascarados
a la parte productiva de la sociedad, a los votantes que eligieron a quien
ocupa hoy el poder, es clara la idea de beneficiarse del caos y la polarización
sin sentido como lo haría cualquier dictador en la historia de la humanidad,
así como la creación de grupos paramilitares para golpear a quien no apruebe la
visión oficial de la historia.
Cuando todas las mañanas, en cada discurso lo único que
escuchamos es una muestra de odio y la justificación del mismo. Cuando la idea que
la mejor manera de combatir a empresarios bravucones, de dialogar con
periodistas que hacen su trabajo, de enfrentar a quienes intentaron boicotear la
elección de 2018 es lanzarse encima a las hordas de Bots que despiertan más
odio e intolerancia. ¿Cómo pretender, entonces, que se busca la felicidad y
prosperidad de los gobernados?
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