La serie aún tiene grandes momentos en esta segunda temporada, desgraciadamente hay momentos de gran desperdicio en la narrativa y de historias secundarias de telenovela.
Armando Enríquez
Vázquez
No cabe duda que una de las series más inteligentes
estrenadas en Netflix durante 2017 fue Mindhunter y tristemente en su
segunda temporada comienza a desvanecerse entre esa serie inteligente y una
verdadera estupidez que nada tiene que ver con la premisa inicial que es
recrear de manera ficticia los esfuerzos de un grupo de agentes del FBI por
crear una nueva área de la agencia que pueda dedicarse a perfilar y entender la
mente de los asesinos seriales. Las dificultades y la complejidad y similitudes
entre los protagonistas en ambos lados de la serie.
Y es qué a pesar de centrarse en el caso de los asesinatos
de niños negros en Atlanta a finales de la década de los setenta y principios
de los ochenta, un caso real que paralizó aquella ciudad de Estados Unidos y
que como se muestra en la serie sus políticos fueron capaces de negar todo en
aras del crecimiento económico de la ciudad y de los intereses político-
electorales de las mediocres y sesgadas autoridades. En medio de la historia a
los productores y escritores de la serie se les ocurrió perder tiempo e interés
con una trama telenovelesca, muy simplona y lugar común de quien no sabe que
más hacer con los guiones, acerca de la posibilidad de que el hijo del agente
Bill Tench (Holt McCallany) sea un asesino en potencia. Desde el guiño
perogrullesco del cuerpo encontrado en una de las casas que Nancy Tench (Stacey
Roca) esta vendiendo, uno comienza a sospechar que algo está podrido en
Dinamarca y comienza a sentir calambres en el estómago pues algo pésimo puede
suceder para la serie y, sí, así es. Los escritores de la serie nos ensartan un
hilo argumental que no tenía ningún caso introducir y que más allá de aportar a
la serie, entorpece la trama.
Si extirpamos toda esa trama narrativa de la serie lo que
sería como dos capítulos menos en tiempo, la serie se desarrolla con el mismo
ritmo de la primera parte, un ritmo que nada tiene que ver con las series
policiacas norteamericanas, siempre acostumbradas a soluciones demasiado
fáciles y que restauran el equilibrio del universo.
El desarrollo del caso en Atlanta, los hilos entre la
política local, las fuerzas del orden de una ciudad en su mayoría negra pero
con una presencia real y atemorizante del Klux Kux Klan, la atrevida idea de
que exista asesino serial negro y que no se trate de un acto más de racismo en
un país donde hasta hoy se vive la discriminación dirigida desde la misma
presidencia de la nación, una vez más nos pone en la línea de las principales
dificultades que Bill Tench y su compañero Holden Ford (Jonathan Groff) tienen
antes de poder siquiera hacer su trabajo.
La serie aún tiene grandes momentos en esta segunda temporada;
La entrevista con Charles Manson (Damon Harriman), el reencuentro del agente
Ford con el asesino Ed Kemper (Cameron Britton) después de la crisis nerviosa
que sufre Ford tras el abrazo de Kemper al final de la primera temporada. El intento
de entrevista que llevan a cabo la doctora Wendy Carr (Ana Torv) y Gregg Smith
(Joe Tuttle) en la cual el segundo demuestra su incompetencia al momento de
realizar la entrevista con un criminal, mientras Carr tiene que tomar las
riendas y arriesgarse a conseguir respuestas, ofreciendo información acerca de
si misma y su lesbianismo, algo que tanto Smith como el nuevo jefe de la unidad
el Director Gunn (Michael Cerveris) creen que es una estrategia de Carr. Así
como la secuencia de despedida entre las dos amantes Carr y la cantinera Kay
Manz (Laureen Glazier) que nos muestra la fuerza de la doctora y su
determinación o la Secuencia de Holden Ford felicitando a su ex jefe el
asistente de la dirección Shepard (Cotter Smith) por su jubilación, sólo para
enterarse que lo han despedido de una manera muy política por la forma en que
Ford llevó a cabo sus entrevistas.
La serie podría haber tenido una gran segunda temporada sin
el melodrama y el desperdicio de tiempo para las audiencias que esperábamos
mayor rigor en el desarrollo de una serie que había iniciado tan bien. Se habla
ya de una tercera temporada, esperemos que desde el primer capítulo la serie
recobre el rumbo y dejemos a la familia de Tench, como una serie de secuencias
que sirvan de descanso a la tensión y fuerza de la narrativa principal y que se
deshaga el daño hecho a la serie en esta segunda temporada.
publicado en roastbrief,com.mx el 26 de agosto de 2019.
imagen Netflix
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