Los grandes perdedores de las elecciones de junio de 2015; los partidos políticos, tienen tres presidentes incapaces de escuchar a la ciudadanía.
Armando Enríquez Vázquez
Tras la retirada de la marea de verborrea electoral, una vez
pasado el 7 de junio, las aguas se aplacaron. Las cifras quedaron al
descubierto y los resultados quedaron claros en la mayoría de los casos. Los
presidentes de los partidos políticos se vieron obligados a dar la cara ante la
opinión pública y dar las razones del retroceso de sus partidos en las urnas.
A lo largo de la semana escuché a Carlos Navarrete y a
Gustavo Madero ser cuestionados al respecto. Me quedó claro que ninguno de los dos
viven en un mundo real, que la soberbia y la prepotencia son lo suyo. En ambos
casos el fracaso se les subió a la cabeza.
Resulta patético e insultante escuchar a Gustavo Madero que
tanto bien le hizo al PAN al dejar la presidencia del instituto a principios de
año. Nadie le pidió razones cuando abandonó a Josefina Vázquez Mota en la
campaña presidencial para arrojar su candidatura a la ira y enconó de Felipe
Calderón, quién tras presentarse en Michoacán a apoyar a su hermana, inclinó la
balanza a favor de Silvano Aureoles, por lo que debería quedar claro que su
lugar está lejos y fuera de la política nacional. De acuerdo con el presidente
panista nadie le está pidiendo resultados por los resultados perdedores del 7
de junio, tal vez porque los panistas se están acostumbrando a perder o tal vez
porque Madero se ha ido quedando sordo.
Cuando uno escucha los pretextos y justificaciones que el
presidente del PAN da a los medios, la forma grosera y arrogante que tiene de
no escuchar y de sí tratar de vender su extraña realidad a los lectores de
noticias, arguyendo que el PAN es la primera fuerza en el congreso neolonés
cuando no pudieron ganar la gubernatura. Lo que alguna vez fueron los ideales
políticos de Manuel Gómez Morín hoy se han convertido en las alucinaciones de
un megalómano, autoritario.
Y si la derecha está mal, la izquierda no se encuentra
mejor. Carlos Navarrete tiene también un tono de persona que no está en sus
cabales. A diferencia de los delirios de grandeza del panista, Navarrete sufre
de delirio de persecución y en la derrota estrepitosa del PRD en el Distrito Federal
y a nivel nacional a manos de Morena, el líder perredista sólo ve
conspiraciones y traiciones de miembros del partido. El repudio que su partido
sufrió en Morelos, se debe a que los morelenses están hartos de la corrupción
que ha comandado Graco Ramírez, y no porque los perredistas de Morelos hayan
cambiado de camiseta por la del equipo del futbolista. Perdieron Guerrero uno
de sus principales bastiones. Con la victoria en Michoacán al PRD no le
alcanzan a salir las cuentas a Navarrete.
Las pocas victorias de ambos institutos políticos, son
proclamadas por sus líderes como si gracias a ellas se hubieran colocado en el
primer lugar de las preferencias electorales del país. Como si bajo su mando el
PAN y el PRD se hubieran convertido en la primera fuerza política nacional. La
incapacidad de la autocrítica, de la reflexión poco ayudará a estos partidos a
crecer en los próximos tres años, dejando el campo abierto a un PRI, que tampoco
tiene mucho de que presumir, pero lo cierto es que logró su objetivo.
No he escuchado a César Camacho hablar, pero seguramente
tiene pretextos de sobra para no reconocer los terribles reveses que su partido
sufrió en Nuevo León, Michoacán, Querétaro y en la capital tapatía.
Vivir en la negación parece ser un síndrome de los políticos
mexicanos, en especial de aquellos que pierden y se niegan a reconocerlo. Así
lo vivimos durante el 2006, 2012 y ahora en las delegaciones que ganó el PRD
por parte de los antes seguidores y hoy
acólitos de Andrés Manuel López Obrador y Morena, incluso el presidente del
nuevo partido Martí Batres tiene esa actitud condescendiente con los medios,
hoy que ganaron tanto, como no la había tenido desde que Adrés Manuel lo eligió
como subsecretario de gobierno en la Ciudad de México.
Lo que más me llama la atención en los argumentos de Madero,
Navarrete y Batres es la exclusión de la ciudadanía. Para ellos lo importante
son las estrategias, los números de sus ganancias, las excusas torpes o alardes
bravucones de imputación de elecciones, pero la ciudadanía, su opinión, su voto
de castigo o de rechazo, eso no existe. Es sólo una percepción de los torpes
analistas políticos de nuestro país o parte de un complot.
Tal vez, por eso en las próximas elecciones del año entrante,
cuando se jueguen 12 gubernaturas, en 2017 y sobre todo en 2018 veremos a más candidatos
independientes y de pequeños partidos ciudadanos como Movimiento Ciudadano
ganar elecciones.
publicado en blureport.com.mx el 15 de junio de 2015
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