Todo mundo habla de la corrupción lo peor es cuando los responsables de la misma la atacan en un acto cínico y tiránico.
Armando Enríquez Vázquez
Nada más grotesco y fársico que Enrique Ochoa Reza
presidente nacional del PRI, pidiendo que se declaren inconstitucionales los
actos legislativos de último momento de los gobernadores priístas que han caído
de la gracia del presidente Peña Nieto por perder bastiones del tricolor. Nada
más incongruente que un partido que habla en contra de la corrupción cuando en
este sexenio han demostrado únicamente su voracidad para hacerse de los
recursos del erario y coludirse con empresarios y empresas.
César Duarte, Javier Duarte y Roberto Borge, políticos
corruptos hasta más no poder, pero no los únicos, se han convertido en tres
villanos de comic para todos los mexicanos incluidos muchos priístas, que
tratan de pasar como blancas palomas, a pesar de que hace unos años eran
miembros de una elite y parte de la nueva generación de priístas de acuerdo a
las propias palabras de Enrique Peña Nieto en una entrevista que le hizo Denise
Maerker hace algunos años y que la periodista recuperó y presentó en su
noticiero radiofónico la semana pasada.
Los hoy apestados, no lo son por corruptos o por haber sido
desleales al PRI, un partido en el que proxenetas como Cuauhtémoc Gutiérrez de
la Torre o pederastas como Mario Marín tienen un cómodo lugar y no parece que
nadie se planteé el enjuiciarlos al interior, ni al exterior del partido. El
acto reprobable de los gobernadores salientes consistió en ser lo
suficientemente desaseados para que sus niveles de corrupción llegaran a los
medios de comunicación y cómo consecuencia de esta mala publicidad el PRI perdió tres estados importantes de la
república a manos del PAN. Javier Duarte se sintió que era una especie de
virrey que podía deshacerse de periodistas a diestra y siniestra. El fiscal
veracruzano, Luis Ángel Bravo Contreras, un verdadero pelele de Duarte, siempre
argumenta la misma línea de investigación en el caso del asesinato de un
periodista; nexos con el narcotráfico.
Que esperar de un partido en el que, hasta el mismo
presidente del instituto político, Enrique Ochoa Reza, mintió ante la Cámara de
Diputados en 2010, con tal de obtener un puesto como consejero del entonces
Instituto Federal Electoral, IFE, al negar su militancia en el PRI. Tener un
mentiroso como presidente de su partido no molesta ni al presidente Peña Nieto
quien lo designó a ese puesto, ni a los militantes de ese partido.
¿Por qué el PRI, que busca, según ellos, demostrar su
pureza, no pide que se investigue a Humberto Moreira, Fidel Herrera, Rosario
Robles, Jesús Murillo Karam, Gerardo Ruiz Esparza o líderes sindicales como
Carlos Romero Deschamps, Víctor Flores Morales del sindicato ferrocarrilero o
Martín Esparza líder de un sindicato de una empresa que no existe más; Luz y
Fuerza del Centro, que acaba de lograr un jugoso negocio con el gobierno de
Peña Nieto. Todos ellos sospechosos de actos de corrupción y priístas o ligados
a ese partido, como en el caso de Esparza que se vende al mejor postor, de una
u otra manera.
El PRI no tiene generaciones más sanas, ni menos corruptas,
porque ahí está el caso de Ximena Bernal Reséndiz, líder juvenil del tricolor
en Guerrero y hermana de la titular de la Secretaría de la Mujer, Gabriela
Bernal Reséndiz, en el actual gobierno de Héctor Astudillo, detenida el 22 de
julio de este año en compañía de un líder del cartel de los Beltrán Leyva en
Acapulco. La joven generación de priístas ahí está de la mano del crimen
organizado y ni el gobernador de Guerrero, ni el presidente nacional de ese
partido han dicho esta boca es mía, en este caso de corrupción.
Lo que es más, se habla de la expulsión de estos
gobernadores del PRI. El PRI a través de sus operadores en el poder legislativo
piden al poder judicial declare inconstitucionales sus artimañas post
electorales y su intento de blindaje, pero no he visto, ni oído a nadie al
interior del partido, incluyendo a su presidente nacional, pedir a los jueces
dar el castigo que se merezcan estos gobernadores corruptos. Todo como siempre
se reduce a un manotazo y punto.
Más allá de las razones electoreras, demagógicas y
revanchistas que tenga el PRI, en contra de ciertos miembros de su partido, el
espectáculo circense que el presidente de la nación, el presidente nacional del
partido y los líderes en las cámaras están haciendo es indigno de los
mexicanos, es indigno de ellos mismos que con tanta rabia han defendido su
derecho ser corruptos. Es una vez más, indigno de la investidura que ostentan
los cuatro y en especial el presidente Peña Nieto empeñado en acabar con la
figura del presidente. ¿Por qué ninguno de ellos se atreve a tocar un tema que
ofende a todos los mexicanos y es clave en que la transparencia sea una
realidad; la desaparición del fuero? Un PRI lleno de prístinos militantes
debería estar luchando a capa y espada porque desaparezcan mexicanos de dos tipos.
Pero me gustaría ver también a quienes desde la oposición se
dan baños de pureza pedir que se investigue también entre sus filas. Qué
Ricardo Anaya pida que se investigue y se proceda en contra de Guillermo
Padrés, por lo menos, ya no por decir a Marta Fox y sus hijos, y que desde la
presidencia del PRD Alejandra Barrales pida que se investigue a los miembros
del gabinete del gobierno de la Ciudad de México y al mismo Miguel Ángel
Mancera que tanto ha insistido en hacer construcciones que parecen negocio del
jefe de gobierno. Ni de Morena, ni del Panal y mucho menos del Verde puedo
esperar una declaración de este tipo.
Pobre México tanto bla bla bla y nada real.
publicado en blureport.com.mx el 3 de agosto de 2016
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