miércoles, 17 de agosto de 2016

El mito de la crisis de contenidos.



Hoy lo que domina no es una falta de contenidos, es una falta de valor para arriesgarse y no es por parte de los creadores, este miedo es propio de los dueños de medios, de los clientes.


Armando Enríquez Vázquez

Constantemente escuchamos o somos parte de una discusión bizantina acerca de la carencia de contenidos. En muchos espacios dedicados a la publicidad y a la mercadotecnia, en los medios de comunicación y a las empresas de producción. Leemos y a veces escribimos acerca de la temible crisis en materia de contenidos que tiene a los medios y negocios en una prolongada caída de audiencias y de clientes.
A lo largo de la historia escrita de nuestra especie, desde que el hombre es hombre, el número de temas a contar ha sido y sigue siendo limitado. De acuerdo con Eric Bentley, uno de los más importantes teóricos dramáticos del siglo pasado, existen sólo treinta y seis temas que se pueden contar. Treinta y seis temas que son el cimiento de todas las artes narrativas; Literatura, Teatro, Cine. Treinta y seis temas que desde que Enheduanna escribió en el siglo XXIII antes de nuestra era hasta la fecha y aderezados con las características de cada época nos siguen obligando a ponerles atención, nos cautivan, nos emocionan. Treinta y seis temas que han dictado las obras de Homero, Shakespeare, Cervantes, Wagner, Ibargüengoitia, George Lucas, entre millones de creadores de contenidos y que no han cambiado a lo largo de milenios, como tampoco en esencia hemos cambiado nosotros y nuestras humanas pasiones y comportamientos.
Hoy lo que domina no es una falta de contenidos, es una falta de valor para arriesgarse y no es por parte de los creadores, este miedo es propio de los dueños de medios, de los clientes, de los ejecutivos de cuenta que inmerso en lo que creen es un mundo inerte, que tiene que obedecer a lo que las universidades, academias, teóricos y llamados gurús quieren imponer como reglas en un mundo que se encuentra envuelto en una revolución industrial cuyas proporciones y consecuencias son hoy inmensurables. 
El cine norteamericano es sin duda uno de los principales ejemplos de esta falta de osadía para apostar en los generadores de contenidos, entre remakes, spin off, comics, secuelas, precuelas y demás categorías que intentan esconder la falta de propuestas el cine se ha convertido en un medio atractivo a costa de efectos especiales y ruidos.
Pero, aunque parezca absurdo decirlo, hay también un talento en volver hacer atractivas historias que no presentan cambios de fondo, si no de modo. Pero que ante una sociedad que se ha vuelto más visual y superficial resulta una fórmula exitosa en la taquilla.
En publicidad, hoy casi todas las propuestas de contenidos atractivos y llamativos se encuentran en BTL, en la publicidad de guerrilla, porque a final de cuentas, frente a un comercial de televisión el televidente tiene el control remoto y frente a cualquier tipo de publicidad en internet tenemos los adblockers. Los formatos que durante décadas parecieron los únicos, hoy han demostrado su efímera vida.
La crisis no está en los contenidos, la crisis está en los medios y en los formatos. Hace cien años no existía la televisión, ni el radio, la publicidad era totalmente diferente y lejos de contar historias de manera auditiva o visual, los consumidores leían acerca de los productos, de sus beneficios y era la forma en que el impreso se presentaba como se lograba captar la atención del lector.
En el futuro de la humanidad, la televisión será una de las curiosidades y antecesores de cualquier que sean los nuevos métodos de transmisión, reproducción y distribución de contenidos de todo tipo y la publicidad como la conocemos también. Ese auge y explosión que el medio y la profesión conocieron en el siglo XX, evolucionaran en algo que a menos de ser un adivino o poder viajar en el tiempo es difícil pronosticar. Lo único cierto es la caída de las audiencias de televisión abierta y por lo tanto el negocio comienza a despedazarse ante la incredulidad de una serie de ejecutivos en las televisoras en todo el mundo que no parecen dispuestos a abandonar su zona de confort y que parecen creer en los milagros. Como tampoco parecen dispuestos a hacerlo muchos miembros de la comunidad publicitaria, que pretenden en mayor o menor grado que las redes sociales tienen un comportamiento similar a los medios tradicionales que agonizan.
Los generadores de ideas y contenidos están ahí, muchas veces con mayor visión que los llamados especialistas en técnicas y sistemas de la comunicación. Que los directivos de las empresas, lo que pasa es que, en mundo capitalista de hoy, los empresarios, a diferencia de sus antecesores se han convertido en una manga de pusilánimes y medrosos personajes que solo buscan el ganar sin invertir, ni arriesgar. Hoy quien va a marcar la diferencia es quien genere y quien tenga los contenidos, los de las ideas, no los de los medios económicos, hoy el costo y la inversión no es un asunto de tecnología, es un asunto de capital humano.
Para volver al símil cinematográfico, no importa que tan talentoso y renombrado sea un director, sin un buen guión, en el peor de los casos, sin extraordinarios efectos especiales, es muy probable que su película esté condenada al fracaso.
Hoy quién tenga los contenidos y quien sepa aprovechar a los generadores de contenidos, quien esté dispuesto a pagar los contenidos, no necesariamente será el ganador, pero tiene más oportunidades de serlo.

publicado en roastbrief.com.mx el 16 de mayo de 2016
imagen: deathtostock.com 

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