En México como en
otras partes del continente la censura y el abuso en el uso del poder comienzan
a ser de manera más frecuente la pauta de conducta de gobernantes.
Armando Enríquez
Vázquez
No importa si son de Izquierda como Nicolás Maduro, el
dictador de izquierda de Venezuela, o de la más extrema derecha supremacista
blanca como Donald Trump, o tan sólo corruptos avariciosos como los miembros de
la clase política mexicana, lo cierto es que hoy la censura y los ataques
contra la libertad de expresión, los periodistas y los medios de comunicación
es una de las constantes a lo largo ancho del mundo, pero en especial en el
continente americano.
La descalificación arbitraria ejercida desde el poder va
desde la simple censura, la presión para el despido de periodistas, las
amenazas, hasta el asesinato y si un sexenio se ha sido particularmente enemigo
de la libertad de expresión ha sido el de Enrique Peña Nieto, no sólo él, los
gobernadores priístas como Javier Duarte se encargaron de silenciar a las voces
que cuestionaron su forma de gobernar y de denunciar los abusos y actos
delictivos en que el gobernador de Veracruz, su esposa y todo su gabinete
estuvieron envueltos, ahora también el intrascendente, pero intolerante y
censor Presidente del PRI Nacional Enrique Ochoa Reza uso el supuesto poder que
tiene desde el estado para silenciar a Mario Amparo Casar, Ricardo Raphael y a
Leonardo Curzio, porque no aguantó el que se develará su maquiavélico y
patético plan de no aportar realmente nada a las víctimas de los terremotos de septiembre
y poner todas las cartas a favor del PRI para retomar el control del país en
todos los ámbitos.
Ya a principio del fallido sexenio de Peña Nieto este se
quejó de manera involuntaria de que los periodistas “no aplaudían” a sus
palabras como seguramente lo hicieron los más serviles periodistas locales del
Estado de México durante su gobierno. La petulancia y la ceguera de los
políticos los hace pensar que todo lo que hacen y dicen es digno de una línea en
el libro de la historia, lo que a veces resulta cierto, pero no necesariamente
como una forma de reconocer o admirar su trabajo si no todo lo contrario.
La censura descarada qué es parte de la forma de gobernar de
Peña Nieto y todos los nuevos priístas, a regresado a la antigua manía de pagar
a medios y utilizarlos a su favor. Televisa y El Universal parecen ser los más
claros ejemplos de esto, pero no son los únicos. Las presiones para forzar la
salida de Carmen Aristegui de MVS, Pedro Ferriz de Con de Imagen y la reciente
contra los comunicadores de NRM, no han sido aplicadas a ellos, sino a los
dueños de los medios; Joaquín Vargas, Olegario Vázquez Aldir y Edilberto Huesca
amenazando con la inversión del estado en sus estaciones de radio.
Es necesario legislar acerca de los gastos exagerados que
hace el estado en publicidad en medios y en producción de propaganda redundante
y chabacana, que sirve básicamente para presionar a los medios y obligarlos a
decir lo que personajes oscuros y autoritarios quieren que la gente oiga.
Aunque ya sabemos que los legisladores que son parte de ese mismo esquema jamás
habrán de sentarse a proponer leyes al respecto.
Muchas de las estaciones de radio y de los canales de
televisión son incapaces de sobrevivir con su oferta de programación, pues esta
no es atractiva para las audiencias y mucho menos para los anunciantes, pero jamás
la cambiaran porque sus inocuos y poco creativos programas no tienen necesidad
alguna de competir con nada pues esos medios se sostienen con lo que el
gobierno federal y los locales invierten en ellos para tener la programación
que más le conviene a los miembros de la partidocracia.
Las concesiones se pagan con lealtad a los partidos, es por
eso que las audiencias seguimos siendo víctimas de la mediocridad creativa y en
materia de contenidos de los dueños de los medios y sus directores de
programación y contenidos.
En México ni la ciudadanía, ni gran parte de la prensa está
dispuesta a aplaudir por aplaudir a un partido político como el PRI que en su
nueva presentación solo ha demostrado las ganas que tiene hacer de nuestro país
su botín, silenciando escándalos como el de la Casa Blanca, la trata de
personas de su ex líder en la CDMX (Marca Registrada), Oderbrecht, la situación
de todos los que trabajando en el SAT se enriquecieron en Panamá y cuyos
nombres desaparecieron los medios, comprados y presionado, de los Papeles de
Panamá, a partir de cañonazos en la inversión publicitaria en medios.
No aplaudir a los políticos que se congratulan entre ellos
con lo que creen que son gracias, como sucede con el plan de humo de Enrique
Ochoa Reza de utilizar lo que no iba a utilizar el PRI para nada en la
reconstrucción del país, pero no tocar ni cuestionar todo el dinero que recibirán
los partidos, siendo el que más va a recibir el PRI, así como el intento de dar
un golpe de muerte a la dizque democracia mexicana pidiendo todo aquellos a lo
que en otros sexenios se ha negado el PRI pero que hoy puede representar la
única manera de que ese partido tenga alguna relevancia a partir de 2018, como
la desaparición de plurinominales y el cero financiamiento público a los
partidos políticos. El PRI comienza a desarrollar ya una represión, hoy todavía
suave, pero que conociendo el lado asesino del PRI igual puede llegar a
manifestarse de manera radical y violenta.
Al inicio del sexenio y con motivo de la Reforma en
telecomunicaciones Peña Nieto dio un discurso hablando acerca de la importancia
de la competencia y del libre mercado en materia de telecomunicaciones, con la
censura que ha ejercido desde su incapacidad para gobernar ha traicionado todas
esas ideas que en aquella ocasión expuso y develado el lado más oscuro y
conocido del PRI.
imagen: DeathtoStock.com
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