Los candidatos a la presidencia desconocen la realidad actual, los términos utilizados en el mundo y su relevancia. Para muestra, un botón: Economía Naranja.
Armando Enríquez Vázquez
Desde hace unos meses la ex candidata independiente a la
presidencia Margarita Zavala insistió en la promoción de la economía naranja
como factor de desarrollo del país y aunque pareciera que no conocer bien a bien
a que se refería, lo cierto es que sus palabras tienen razón, además de ser la
única de los candidatos presidenciales en poner el dedo sobre la llaga sobre
algo en que México se puede distinguir. De hecho, el simbólico gesto de nombrar
a Consuelo Sáizar, directora de CONACULTA en el sexenio de su marido, en los
días finales de su campaña. Como lo demostró en el debate la ex candidata sabe
de lo que habla, pero nunca supo cómo expresarlo.
Cuando Margarita Zavala habló inicialmente acerca de la economía
naranja muchas personas, incluidos articulistas y columnistas se burlaron de
ella y del término, demostrando su gran ignorancia en una época en el que
googlear la frase los hubiera ilustrado y de esa manera no hubieran hecho el
ridículo al que su soberbia los exhibe. La economía naranja es un término que
se utiliza a nivel mundial para describir todos los ingresos que producen la
generación de ideas, contenidos en materia cultural.
Si en algo hay riqueza en México es precisamente en talentos
creadores; desde los artesanos que se ganan la vida creando en barro, papel
maché, cerámica. Qué en sus telares fabrican cobijas, sarápes, rebozos, faldas,
que bordan blusas hasta la alta cultura que gana premios internacionales y se
exhibe en galerías por todo el mundo, pasando por promotores culturales,
pequeñas y medianas editoriales nacionales, restaurantes y creadores de la
gastronomía nacional. La cultura mexicana es enorme y los creadores mexicanos
se encuentran a lo largo y ancho del territorio nacional siendo una parte de la
economía del país sin darse cuenta y sin que ningún gobierno hasta hoy los
reconozca en su verdadera dimensión. Desde el triunfo de la Revolución, o mejor
dicho desde que los usurpadores sonorenses de la misma se declararon vencederos,
el gobierno se ha convertido en mecenas y censor de la expresión creativa de
los mexicanos, a lo largo de casi un siglo de terminada la lucha armada. Casi
todos los presidentes han sido ignorantes que han dedicado a la cultura sólo
dádivas a una elite que se han convertido en cancerberos de su tajada del
presupuesto, creando mafias intelectuales más perversas, oscuras y corruptas
que la que denuncia Andrés Manuel López Obrador desde que se separó del PRI y
que intenta crear con su partido político.
La economía naranja va de la mano del turismo y es como este
es una de las verdaderas industrias sin chimeneas. También integra a los
científicos que generan patentes e investigación, un campo del quehacer humano
olvidado en México pero que representa grandes ganancias para investigadores,
universidades y por extensión riqueza real para los países.
Más allá de las reformas estructurales y de las
contrarreformas por venir, el estímulo a la creación, generación de contenidos,
la promoción y difusión cultural y científica debe venir apoyada no por dinero
del gobierno si no por políticas públicas nacionales de apoyo. De promoción y
estímulos que no tienen, ni deben ser específicamente dinero a los creadores. Esa
misma promoción turística existente hoy en día y que muchas, la gran mayoría de
las veces no implica un subsidio del gobierno debe replicarse en el desarrollo
de la economía naranja del país y pude ser el ejemplo para hacer crecer a esta
notable fuente de crecimiento de una nación.
Hacer a un lado la política y las ideas de los creadores y
promotores de vivir del presupuesto para pasar a vivir creando fórmulas exitosas
para crear las audiencias que respondan a sus propuestas. Programas de
educación, de lectura por los propios autores, promotores y empresas culturales.
No podemos pensar en que la audiencia que representan los casi ciento veinte
millones de seres humanos que habitamos el país es homogénea.
Hace ya muchos años en que los estímulos en materia de
creación son insuficientes porque se piensa en ellos como un gasto del erario,
una inversión sin retorno. Es por eso qué se debe poner sobre la mesa que los
estímulos no pueden ni deben ser únicamente una dádiva del gobierno, los
creadores por décadas acostumbrados a las becas y subsidios hoy deben pensar de
en ellos y su trabajo de manera similar a la que hace un empresario, así lo han
hecho desde siempre artistas que se pueden dar la libertad de no depender del
dinero del Estado y por lo tanto no ser sumisos a él. Tamayo, Rivera, Paz,
Fuentes, no solo generaron renombre a México en sus áreas generaron ingresos y
empleos directos e indirectos, lo que en el mundo cínicamente material de hoy
es muy importante.
Se calcula que la economía naranja representa el 3% de PIB
mundial y lo cierto y todos lo sabemos que en una era de tecnología
desenfrenada que vivimos una revolución industrial que como ninguna otra habrá
de dejar a decenas millones de personas en el desempleo y ante la llegada del
momento de la singularidad; el nombre del juego son contenidos. En ese sentido
es de reconocer el papel de la Secretaria de Cultura de la CDMX que intenta
poner en contacto a creadores y emprendedores culturales con los fondos de la
iniciativa privada para formar alianzas ganadoras y una un sistema de
dependencia con el gobierno.
Es muy importante que los candidatos a la presidencia y en
este caso me refiero a los cinco hablen al electorado de cosas realmente
importantes y actuales y no se mantengan en la perorata que construyen a partir
de los demagógicos lugares comunes en los fundamentan sus campañas políticas.
No sólo se trata sólo de la economía naranja, sino en la
educación que cada día necesita maestros con mayor conocimiento en las nuevas
tecnologías, la creación de un sistema de salud y de pensiones sólido y a
prueba de políticos voraces y de empresarios que buscan el monopolio de la
salud, de la gran ola de desempleo que se avecina a nivel mundial. México ya no
es la isla que crearon por décadas los priístas y a la que quiere regresar el
retrogrado Andrés Manuel en compañía de sus huestes. Quien sea presidente
debería tener en claro la situación global y el papel que nos toca jugar.
una versión de este texto se publicó en blureport.com.mx el 15 de mayo de 2018
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