Entre las grandes
periodistas del siglo XX, la voz de Oriana Fallaci resalta no sólo por los
personajes a los que entrevistó, cómo los confrontó y su forma crítica de ver a
Occidente del siglo XXI.
Armando Enríquez Vázquez
A Oriana Fallaci la leí por primera vez a finales de la
década de los ochenta, lo primero que me llamó la atención fue la manera
directa que utilizaba para dirigirse a sus entrevistado, su punto de vista
radical y el enorme amor por muchas de las cosas acerca de las que escribía
empezando por su pareja Alekos Panagoulis.
Oriana Fallaci fue a lo largo de su vida una mujer valiente
a la que al final de su vida nada indignaba más que lo que ella consideraba la
posición cobarde de occidente frente al Islam, Al único líder que le concedía
un poco de osadía era a George Bush Jr. Oriana Fallaci despreciaba las medias
tintas y seguramente despreciaría esas tonterías norteamericanas que hemos
adoptado en todo el mundo y llamamos de manera errónea políticamente correcto.
Oriana Fallaci fue radical desde pequeña, sus ideas
comunistas fueron las enseñanzas de un padre anti-fascista en plena era de
Mussolini. Oriana nació en Florencia el 29 de junio de 1929 y desde muy
temprana edad se convirtió en correo de las fuerzas partisanas que se oponían
al dictador italiano. Al terminar la II
Guerra Mundial Oriana decidió dedicarse a la escritura y pronto más allá de
convertirse en literata se encontró escribiendo artículos. Era ya una
periodista que mandaba a crónicas a diferentes diarios como Il Corriere della Sera y el semanario El Europeo a finales de la década de los
40`s.
Se convirtió en corresponsal y se le asignó o se asignó ella
misma como comentaría muchos años después en una entrevista cubrir la guerra de
Vietnam en 1967, fue entonces cuando la fuerza como periodista de Fallaci
estalló. Además, en el país de Asia conoció a Francois Pelou de quien se
enamoró y con quien mantuvo una relación amorosa por más de diez años. En 1968
invitada por el Consejo Nacional de Huelga y como corresponsal de El Europeo Oriana llegó a México y
estuvo presente en el edificio Chihuahua de Tlatelolco la fatídica tarde del 2
de octubre cuando el ejército bajo las órdenes del presidente Díaz Ordaz y su Secretario
de Gobernación Luis Echeverria masacró a los estudiantes de México. La misma
Oriana Fallaci recibió tres tiros en la espalda y estuvo a punto de morir.
Abandonada por tres horas desangrándose hasta que alguien la identifico. Existe
una secuencia fotográfica de Associated Press realizada por el fotógrafo Jesús
Díaz donde se capta el momento en que Fallaci es herida. Al día siguiente el
gobierno mexicano le envío flores al hospital que la italiana con su franqueza
rechazó. Escribió acerca de la matanza y se indignó ante los timoratos periódicos y periodistas
mexicanos, algo que parece no haber cambiado mucho en cincuenta años.
Oriana realizó una serie de entrevistas de la mayor
relevancia con los personajes centrales de la historia de finales de la década
de los 60 y a lo largo de los años setenta: Henry Kissinger, Al general Giap,
vencedor en Vietnam sobre las fuerzas norteamericanas, Golda Meir, Mohamed Reza
Pahlevi, el sangriento monarca iraní y a su sucesor el creador de la teocracia
en esa nación el Ayatolah Jomeini a quien sacó de sus casillas y frente al cual
Oriana se despojó de las ropas obligatorias para las mujeres. Yasir Arafat,
Bobby Kennedy, El rey Hussein de Jordania, Indira Gandhi, Julio Andreotti
fueron otros más de los personajes a los que la italiana entrevistó.
En 1973 conoció al activista de izquierda griego Alexandros
Panagulis, de quien se enamoró. Panagulis era un hombre que había estado en
prisión por haber intentado derrocar a la junta de militares que gobernaba
Grecia, Panagulis fue detenido y sometido a las peores torturas. Tras la
llegada de la democracia a Grecia, Alexandros fue liberado. Fue electo diputado
y en 1976, tres años después de haber conocido a Oriana murió en un accidente
automovilístico que siempre fue calificado de sospechoso por Fallaci y muchos
seguidores de Panagulis, pues el político griego estaba listo para hacer
públicos una serie de documentos que implicaban a los gobernantes griegos con
los generales genocidas que habían gobernado aquel país tras la II Guerra
Mundial.
Entre los libros que Fallaci publicó dedicó uno llamado “Un Hombre” a su amado Alekos Panagulis
tras la muerte de este, muchas de sus entrevistas fueron recopiladas en el
volumen “Entrevista con la Historia”
y escribió otro titulado “Carta a un Niño
que Nunca Llegó a Nacer” inspirado en su fallido embarazo que terminó en un
aborto espontaneo.
Desde la década de los ochenta vivió en Nueva York, en una
vida de reclusión, concedió algunas entrevistas. Fallaci volvió a los titulares
cuando después de los atentados en Nueva York el 11 de septiembre de 2001
publicó un texto que más tarde se convirtió en un libro titulado “La Rabia y el Orgullo”, en el que
manifestó su enojo contra los países de Occidente por haberse vuelto permisivos
con el Islam. Llamó a Europa, Eurabia y fue muy crítica del Islam sorprendiendo
a muchos de sus seguidores. Esta postura anti-islamica la mantuvo Oriana hasta
el final de sus días. En ese texto de 2001 Fallaci se autodefinió como “una que nunca está contenta por nada y con
nadie, comenzando por sí misma.
El 27 de agosto de 2005, Oriana la atea fue recibida por el
Papa Benedicto XVI en una audiencia privada en la residencia papal de Castel
Gandolfo, sólo hubo una condición la periodista no podía escribir nada acerca
de la reunión que se mantuvo confidencial. La última gran entrevista de Fallaci
jamás se publicó.
“Quiero morir en
Florencia y ha llegado el momento, pero moriré de pie como lo hizo Emilie
Brontë.” Se dice que le dijo a una amiga antes de iniciar el último viaje
de Nueva York a la ciudad que la vio nacer. Fallaci murió el 15 de septiembre
de 2006. Tenía 77 años.
publicado en mamaejecutiva.net el 21 de mayo de 2018
imagen wikipedia,org
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