jueves, 1 de octubre de 2015

One season wonders.

Hay series que tras una serie inicial prodigiosa, se pierden en la noche de los tiempos por que sus productores o escritores improvisan en la segunda entrega.


Armando Enríquez Vázquez

Así como en la música existen músicos que triunfan y son recordados por una sola canción, existen series que tras una serie inicial prodigiosa, se pierden en la noche de los tiempos y otras que sobreviven boqueando tratando de llegar a una segunda o tercera temporada que las redima.
Antes de Frank Underwood de House of Cards en Estados Unidos existió otro político despiadado y brutal, al menos en la primera temporada; Tom Kane, alcalde de Chicago en la serie Boss de la cadena Starz producida en 2011. Kane era otra encarnación del poder detrás del poder, interpretado de manera excepcional por Kelsey Grammer el actor que dio vida a Fraser. Kane es capaz de quitar y poner gobernadores en el estado de Illinois, tiene los hilos del poder y las conexiones con los principales líderes de las comunidades; blanca, mexicana, de indígenas nativos y negra. Pero Kane tiene un sólo problema; le acaban de diagnosticar una enfermedad degenerativa del cerebro similar al Alzheimer. Está condenado a quedar en estado vegetativo, sin memoria, sin capacidad de decidir, corriendo el peligro que todo su mundo de corrupción quede al descubierto y ese legado en la historia al que aspiran muchos políticos sea destruido y es en ese momento en el que arranca la serie. Producida por Gus van Sant la primera temporada de la serie es todo lo que uno espera de una serie y más, adictiva con personajes fuertes y una trama, llena de intrigas y subtramas inteligentes, que promete. Aunada a un final de temporada que deja enganchado al espectador para la segunda temporada. La decepción llegó una año después. La fuerza de la serie se perdió, tal vez porque los productores comenzaron a pensar en un mayor número de temporadas, tal vez porque nunca pensaron en tener una segunda temporada o quizá simplemente porque al final se vieron incapacitados para cerrar ciertas líneas argumentales y forzaron otras. El triste final es que tras una muy mala segunda temporada la serie fue cancelada y como en un coito interruptus, los productores hablaron de hacer una película para dar final lógico a la agonía de los personajes y la trama. Cosa que nunca sucedió.
Lo mismo sucedió con una serie de comedia negra que se llamó Dead Like Me, producida en 2003 por Showrime, que hablaba de la historia de Georgia Lass (Ellen Muth), una adolescente que muere de manera trágica y fortuita al ser golpeada por un excusado de una estación espacial que entra en la atmosfera terrestre, antes de siquiera de poder iniciar su vida. Sin embargo, lejos de ser enviada al más allá Georgia se queda en este lado de la vida en un cuerpo diferente, pero con sus recuerdos y traumas a ayudar a los muertos a pasar a otro lado que para ella permanece desconocido. Acompañada por un grupo singular de personas que se encuentran en la misma situación que ella y un jefe le asigna a sus muertos del día. Las actuaciones y el casting de la serie fueron muy buenos, destacan Mandy Patinkin, Callum Blue y Laura Harris y tras un cierre de primera temporada que dejaba un buen sabor de boca y una historia que prometía divertir, burlándose del hecho de estar muerto. Llegó la segunda temporada y el melodrama barato se apoderó de la escritura de la serie. La familia de Georgia comenzó a tomar un papel preponderante en los recuerdos y los actos del personaje lo que llevó a la serie al despeñadero de los bajos ratings y a su cancelación.



En el material extra de los dvd de la primera temporada de Sons of Anarchy hay una entrevista con Kurt Sutter el creador de la serie, en ella Sutter platica como si todo va bien con la serie esta deberá durar siete temporadas. Lo que el planeó, bocetó y alcanzó a desarrollar acerca de Jax Teller y el clan de motociclistas daba para una historia de 91 capítulos, ni uno más, ni uno menos. Sutter tenía esto muy claro desde antes de empezar a filmar la serie. El resultado es claro tras siete temporadas una historia que es sin duda una de las mejores de los últimos años en la pantalla chica. Personajes entrañables y odiados y una serie que sin pretensión de extenderse ad naseum llevó como los mejores dramas a los personajes a enfrentar los destinos que su personalidad y su consciencia los obligaba, nada de salidas sacadas de la manga o abruptos finales complacientes.
Entre los estrenos de primavera de este año llamaron mi atención dos series una de las cuales no ha terminado su primera temporada y otra de la que espero ya la segunda temporada el año entrante. La primera es The Whispers que se antoja un thriller melodramático interesante y del que, a pesar de que comienza a notarse la mano del genio de la autocomplacencia Steven Spielberg, espero se convierta en uno de sus mejores productos, pero habrá que ver.
El otro es la adaptación a la televisión de la serie de novelas gráficas iZombie que resultó una simpática historia de detectives y cierto humor negro que fue creando una línea argumental muy atractiva y espero no se caiga el año que entra cuando se estrene la segunda temporada que ya ha sido autorizada por la cadena  
A veces las one season wonder nos dejan deseando que sus productores hubieran sido los suficientemente inteligentes para darnos otras temporadas y no miniseries de trece capítulos, así no tendríamos todas esas otras series que año con año se estrenan destinadas desde su inicio a ser canceladas muchas veces sin terminar la temporada y sólo llenan espacios que podrían haber sido aprovechados por aquellos que habían ganado su espacio en los horarios de los medios.

publicado en roastbrief.com.mx el 6 de julio de 2015

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