Nunca como ahora ser
joven en este país tan violento ha sido tan peligroso.
Armando Enríquez Vázquez
En 1975 cuando se estrenó la película Canoa, el slogan en las carteleras era “En 1968 ser o parecer estudiante era más peligroso que ser delincuente”.
Sólo habían pasado 7 siete años de la masacre y Luis Echeverría el orquestador
del asesinato de los jóvenes en la Plaza de las 3 Culturas estaba a punto de
salir de la política nacional dejando la estela negra del genocida que es. Canoa hablaba de cómo el discurso
oficial y el de la intolerante iglesia católica mexicana exhortaron a la
población más ignorante a temer al futuro del país y por extensión aniquilarlo.
Hoy que han pasado casi cincuenta años del suceso que
conmovió y sigue indignando a gran parte de los mexicanos y que los políticos mexicanos
y sobre todo los Priístas siguen minimizando y ocultando, el ser joven sigue
siendo peligroso.
Durante los últimos tres sexenios la falta de políticas públicas
reales que beneficien a los jóvenes ha provocado que una gran cantidad de ellos
se dediquen al crimen organizado y no organizado, pues sus expectativas de
crecimiento y mejora de su vida es nulo o poco alentador. Incluso en la
tranquilizadora y evasora jerga oficial se creo la palabra Nini.
Tanto el PRI, como el PAN y sobre todo el PRD junto con Morena,
antes integrantes del PRD, han contestado a este problema con programas
populistas y demagógicos como becas que en nada resuelven el problema y sigue
promocionando que los jóvenes busquen salidas económicas fáciles.
Aunado a ese problema que provoca que un gran número de los
muertos del narcotráfico y/o del crimen sean hombres y mujeres jóvenes, existe
un problema que en especial al gobierno de Peña Nieto le importa poco o nada y
que ha crecido de manera alarmante durante su mandato de reformas estructurales
fallidas: La desaparición de niños y jóvenes en el país.
El asesinato impune de estudiantes y el crecimiento de la
trata de adolescentes parecieran no existir a los ojos de unas autoridades que
han demostrado su incapacidad para llevar a cabo la única razón real de la
existencia del Estado, la seguridad de los ciudadanos.
No son sólo los 43 jóvenes de Ayotzinapa que tanto reclaman una
izquierda igual de demagógica y que al gobierno increpan a diario. No, se trata
de más de doce mil niños, adolescente y jóvenes que no están mas en sus casas. En
sus salones de clase. En los deportivos u lugares donde acostumbraban jugar y
practicar deporte. Se tratas de miles de familias, amigos y compañeros
destrozados por ausencia de un ser querido. La impunidad y la incapacidad de todos
aquellos que desde un lugar en el aparato de la seguridad del país ha fallado
en realizar sus labores la mayor de las veces por la mezquina corrupta actitud
que desde la Presidencia de República permea hasta el más siniestro y estúpido de
los policías que puede golpear impunemente a un joven como Marco Antonio Sánchez
Flores y abandonarlo a su suerte sin que nadie en el gobierno haga nada por
castigar con todo el peso de la ley a estos gorilas uniformados es una afrenta
para todos los mexicanos.
La palabrería vacía de todos los políticos y sus propuestas de
campaña demuestran como sus asesores y sus mentes no alcanzan a dimensionar
realmente el problema que enfrentan los jóvenes mexicanos. No se trata de crear
oportunidades, ni de dar becas, lo que importa es asegurarle al joven que va a
salir de casa y regresar vivo todos los días.
Lo más preocupante de todo es que tras el primer debate entre
los candidatos presidenciales no se ve que ninguno de los tres más importantes
tenga una propuesta clara para atacar la problemática. López Obrador que cree
que todo se arregla con dinero y ya tiene pensada una beca para los jóvenes,
como le suele ocurrir no se da cuenta de la estupidez que encierran sus ocurrencias
no pensadas, jamás el Estado podrá igualar las sumas que ganan los jóvenes dedicados
al crimen. Meade no sale del discurso populista que enarbola las falsas banderas
de las oportunidades a los jóvenes y a Anaya creo que ni siquiera lo escuché tocar
el tema.
Sobre las buenas intenciones de López Obrador están la sombra
de sus nexos con los abarca y la protección que el partido que el preside y
dirige ha lanzado a favor del ex delegado de Tláhuac y nexos con el cartel que
envenena a la juventud que estudia en Ciudad Universitaria. Sobre las Meade las
nulas acciones del gobierno de Peña Nieto.
En México perdemos al futuro del país no sólo porque los
criminales los están matando o utilizando, si no lo más grave porque los políticos
y gobernantes lo permiten y lo avalan con su inacción e indiferencia.
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