Frente a los próximos debates es más que necesario poner sobre la mesa de discusión la cuestión olvidada oficialmente del salario mínimo.
Armando Enríquez Vázquez
Entre las propuestas de los candidatos a la presidencia,
sólo Ricardo Anaya ha puesto el dedo en la llaga en cuanto a la necesidad de
incrementar los salarios de los mexicanos.
El candidato del PRI José Antonio Meade se la ha pasado
hablando de esos programas sociales clientelares que tanto gustan a los vacuos
políticos priístas y que en nada han ayudado a lo largo de las décadas a crear
un bienestar estable para los mexicanos.
El espejismo de programas como Solidaridad, Prospera y otros lejos de fortalecer a los sectores
más desamparados de la sociedad han servido únicamente para acrecentar la
brecha económica entre los diferentes sectores de la sociedad mexicana y como
una de las formas más viles para promover la corrupción, al final hemos visto
este sexenio como se manipulan fondos para financiar de manera ilegal las
campañas políticas del partido en el poder.
En el otro extremo están las promesas demagógicas e idiotas
de Andrés Manuel López Obrador como bajarse el sueldo a la mitad que es
finalmente una decisión propia que a los mexicanos nos debe de importar poco, porque
no aporta absolutamente nada a solucionar el problema real de las clases a las
que dice representar y que se centra en la pérdida del valor adquisitivo del
salario.
El sueldo de los trabajadores mexicanos se ha convertido en
un asunto que rebasa ya las fronteras del país y tiene un papel clave en los
puntos que tanto canadienses como norteamericanos han puesto sobre la mesa de
renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
Parece que la hora de enfrentar un tema que durante décadas
los gobiernos príistas y panistas han evadido, los primeros con sus patéticos
pactos de solidaridad y productividad, esa alianza entre el gobierno y los
empresarios para enriquecerse a costa de sacrificar al trabajador mexicano, los
segundos por la simple comodidad de argumentar ser de derechas, finalmente está
llegando, Sólo en su momento Miguel Ángel Mancera intentó tímidamente abanderar
el tema durante el presente sexenio.
También es necesaria la desaparición de la Comisión Nacional
de los Salarios Mínimos cuya función es nula y sólo aparece una vez año, cuando
se anuncia los aumentos burla a los salarios mínimos. El salario mínimo en
México es de $88.36 MN lo que en dólares equivale 4.89 dólares norteamericanos
y a 6.15 dólares canadienses.
Los salarios mínimos en los países socios del TLCAN son de
7.25 dólares en Estados Unidos, mientras que Canadá el salario en promedio,
porque varía dependiendo de la provincia, se encuentra por encima de los 11.50
dólares. Claro hay que aclarar que mientras en nuestro país este sueldo se
refiere a la jornada laboral de 8 horas en Canadá y Estados Unidos este salario
es por hora, esta diferencia en las percepciones de los trabajadores de América
del Norte es una de las acciones que vuelve atractivo a nuestro país para la
inversión extranjera, pero también es uno de los factores que Trump utiliza
para denostar al tratado y acusar a México de oportunista. La molestia de
Canadá y Estados Unidos es más que lógica. Al interior del territorio nacional
este mini salario es una de las causas principales de la desigualdad social y
de la creciente brecha económica que imperan en nuestro país.
Las trapacerías de ciertos empresarios mexicanos, Secretaría
del Trabajo y gobierno federal quedan manifiestas, siempre avaladas por los
otros dos poderes de la nación. Ni los legisladores y mucho menos los jueces
están dispuestos a trabajar en aras de obreros, campesinos y empleados, aunque
presuman ser parte de un gobierno emanado de una revolución que nunca concluyó.
Quien quiera gobernar a México debe afrontar el tema de
manera directa no con la palabrería estéril de José Antonio Meade, ni con los tapados
de ojos al gato de Andrés Manuel. Sí este es uno de los temas claves planteado
por nuestros socios comerciales para poder avanzar en las negociaciones de
TLCAN, así como de suma importancia y justicia social para los trabajadores
mexicanos, es necesario que este presente en el debate de los candidatos presidenciales
y en su agenda diaria.
Por extensión debe ponerse sobre la mesa la desaparición de
la CONASAMI que de nada o poco sirve y dejarla como un despacho de la
Secretaría del Trabajo que es otro de los elefantes blancos del gobierno
federal, una Secretaría incapaz de elaborar propuestas laborales inteligentes y
que promuevan justicia y equidad en cuestiones de la materia para que el
legislativo genere leyes. Claro que eso sólo sucede en países donde los
legisladores son ciudadanos iguales a los que los eligen y no estos diputados y
senadores que en materia de salario reciben lo que resulta una afrenta para los
mexicanos, sin contar todas las canonjías y transas que desde curules y escaños
ejercen sabiéndose protegidos por un fuero que los pone por encima del
ciudadano común y corriente.
Esta es ya la cuarta campaña en la historia de México moderno
en la que se vislumbra la existencia de una débil e imperfecta especie de
democracia y es muy posible que el PRI pierda de nueva cuenta la presidencia,
por eso muchos mexicanos exigimos temas reales en el debate y las agendas de
los candidatos. No sólo la palabrería demagógica de siempre, las estupideces de
programas del gobierno que encubren las transas de los gobernantes como ha
quedado de manifiesto este sexenio en el que el partido en el poder se ha
robado todo el dinero de los mexicanos y dejará en diciembre una deuda que no
vemos desde tiempos de Carlos Salinas de Gortari, algo típico del PRI.
Necesitamos estrategias y planes sobre puntos específicos si queremos ver un
desarrollo de México que sea digno y prometedor para los habitantes del país.
publicado en blureport.com.mx el 16 de abril de 2018
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