La física nuclear
Lise Meitner es otro ejemplo del machismo que imperó en el campo científico en
el siglo XX y tal vez en este también.
Armando Enríquez
Vázquez
A lo largo de los años que llevó escribiendo estas
semblanzas me ha quedado claro que la educación y la cultura no excluyen los
comportamientos discriminatorios de género y que en el campo de la ciencia nos
encontramos con innumerables historias pertenecientes al Club de Toby. Una más de estas historias esta ligada directamente
con uno de los grandes descubrimientos y de mayor impacto que la física tuvo en
el siglo pasado; la fisión nuclear.
Esta historia inicia en Viena el 7 de noviembre de 1878 con
el nacimiento de Lise Meitner. Lise era parte de una familia judía. Los Meitner
no eran especialmente religiosos, a pesar de vivir en el barrio judío de Viena,
más bien lo opuesto. La casa familiar era visitada por abogados, escritores que
llegaban a jugar ajedrez y platicar con Phillip y Hedwig Meitner, padres de
Lise, por lo que su infancia estuvo llena de los más variados y liberales
puntos de vista, sin que sus padres la censuran. Pero lo que no hacen los
padres la sociedad lo impone; en Austria estaba prohibido que las jóvenes
pudieran realizar estudios universitarios y sólo se les permitía el atender a
una escuela especializada en una “educación femenina”, por lo que Lise pasa los
años de su adolescencia aprendiendo francés y cuidando a su hermano menor.
Las leyes cambiaron antes de finalizar el siglo XIX y las
universidades austriacas comenzaron a aceptar mujeres y tras llevar a cabo los
estudios que la preparaban para entrar a la Universidad Lise Meitner entró a la
Universidad de Viena en octubre de 1901. Brillante alumna, Lise Meitner se
doctoró de la Universidad en 1906 y se trasladó a Berlín. La vida para una
científica como ella no era para nada prometedora en Viena.
En Berlín conoció a dos figuras que serían importantes en su
desarrollo como física nuclear. A su llegada a Berlín buscó a Max Planck y le
pidió permiso para asistir a sus clases en la universidad. Planck es
considerado padre de la física cuántica y fue ganador del premio Nobel de
Física en 1918. Planck era reticente a tener mujeres en sus clases a menos de
que mostraran su inteligencia, “…las amazonas son un anormalidad incluso en el
campo de la ciencia…” escribió el científico años antes, claro para Meitner demostrar
su inteligencia no fue difícil y el alemán la aceptó.
En 1908, Meitner conoció a Otto Hahn, quien la buscó para
invitarla a trabajar a su laboratorio, o al sótano debajo de las facilidades, pues
estaba prohibido a las mujeres trabajar en laboratorios del Instituto de
Química, algo que fue modificado a los pocos meses. La amistad entre Hahn y
Meitner duró por más de treinta años.
Fue hasta 1913 que Meitner consiguió su primer sueldo a
pesar de haber trabajado con Hahn durante cinco años, su padre había sido su
soporte económico hasta ese día. El
sueldo se lo otorgó Planck al nombrarla primera ayudante de científico en
Prusia, Hahn que había conseguido un puesto similar ganaba mucho más que ella.
Cuando estalló la I Guerra Mundial, Lise Meitner trabajó en
el laboratorio de rayos X del Hospital Lichterfelde y sus investigaciones sobre
el uranio al mismo tiempo. Al terminar la guerra y al reencontrarse con Hahn publicaron
los resultados de sus investigaciones; el descubrimiento del elemento
proactinio. Hahn firmó el artículo como investigador principal. En 1919 se
convirtió en la primera mujer en ser admitida como profesora en el Instituto
Karl Wilhelm en Berlín. Ese año Otto
Hahn se hizo acreedor a la medalla de Emil Fischer que otorgaba la Asociación
de Químicos Alemanes por sus logros en el campo de la radioactividad, por no
dejar la Asociación otorgó una copia de la medalla de Hahn a Meitner, lo que no
pareció molestar a Meitner. Pero que obviamente discriminaba su labor en la
investigación.
En 1933, Meitner descubrió el positrón meses después de que
el físico inglés James Chadwick descubriera el neutrón en 1932. Mientras la
situación política en Alemania no era tan optimista. La llegada de los Nazis al
poder ponía en peligro a las comunidades judías, de hecho, Albert Einstein que
se encontraba en Estados Unidos ya no regresó a Alemania.
Lise Meitner fue una de las pocos científicos judíos que se
le permitió proseguir con sus investigaciones, pero se le privó de su cargo
como profesora, eso para empezar. Niels Bohr la invitó a trabajar a Copenhague,
tratando de salvarla de la política contra los judíos, pero Max Planck la
convenció de permanecer en Berlín. Planck como otros científicos alemanes,
incluido su amigo Hahn, era optimista de que las cosas volverían a tomar su
lugar, nunca calculó que esto no sería así y mucho menos lo que habría de
suceder a los judíos alemanes, o lo que es peor en el caso de un científico
nunca lo quiso ver e ignoró la realidad.
Para 1938 la situación de Lise Meitner se volvió peligrosa, primero
perdió su nacionalidad austriaca, Otto Hahn fue obligado a despedirla, y cuando
fue invitada por otros científicos como Niels Bohr a trabajar fuera de
Alemania, el gobierno del Tercer Reich le canceló el pasaporte. Planck, Hahn y
otros científicos lograron sacarla en 1939 de Alemania y clandestinamente llegó
a Holanda. Pero no encontró ayuda en aquel país, Lise Meitner terminó en Suecia
con un puesto de profesora con un sueldo mínimo y sin alumnos, boicoteada por
uno de sus colegas.
La carrera por la fisión nuclear y la utilización de la energía
nuclear estaba en apogeo, en Alemania, Estados Unidos, Italia, Inglaterra.
Su sobrino era otro renombrado físico Otto Robert Frisch,
quien trabajando en Hamburgo a principios del surgimiento del nazismo fue
victima de los despidos racistas de Hitler y al que Niels Bohr le consiguió un
puesto en la universidad de Copenhague, trabajando a la distancia con su tía y
apartir de la discusión de las cartas de Hahn con todas las fallas que no
lograba entender el alemán para lograr la fisión durante la Navidad de 1939.
Lise y Otto Robert publicaron en 1940 en la revista Nature el descubrimiento de
la fisión nuclear que no había logrado Hahn a pesar de las facilidades que le
había dado el gobierno Nazi. Lise fue invitada a participar en el proyecto Manhattan,
pero su visión antibélica la obligó a rechazar la oferta.
Capturado Hahn por las fuerzas aliadas junto con los demás
científicos del Proyecto Urano al finalizar la guerra, los micrófonos de los
aliados captaron como el científico se expresaba de manera despectiva de su
colega por más de treinta años. Tal vez al final Hahn era igual de racista y
machistas que muchos de los alemanes nazis y su dolor por haber sido vencido
por una mujer judía era algo impensable. A pesar de todo Otto Hahn recibió en
1945 el Premio Nobel de Química y en su discurso jamás hizo mención de Lise
Meitner que una vez más fue omitida de obtener el reconocimiento merecido por
su trabajo. La amistad había terminado. Hahn permaneció en más de un sentido un
hombre amargado y resentido, no por Meitner a quien ya no reconoció jamás, sino
por la derrota de Alemania y su derrota personal como científico.
Para los norteamericanos Lise Meitner era “La madre judía de la Bomba” y fue
reconocida como la mujer del año en 1946. Los reconocimientos de la comunidad
judía norteamericana no la hacían feliz pues ella nunca se consideró judía,
incluso al parecer durante su juventud, mucho antes del nazismo ella se había
bautizado como protestante.
En 1960, emigró a Estados Unidos para estar cerca de su
familia, en 1968 sufrió una caída que le fracturó la cadera y varias embolias
menores que en un principio le afectaron el habla. El 28 de octubre de 1968
murió. Días antes de cumplir 90 años. Unos meses antes Otto Hahn había muerto
también.
Su sobrino Otto Robert Fischer escribió su epitafio: “Lise Meitner una física que jamás perdió su
humanidad.”
Al inicio de su carrera cuando investigaba la radiación con
Hahn, Lise Meitner conoció a Einstein gracias a Max Planck. Albert Einstein se
refirió a ella como “Nuestra pequeña Marie Curie” en realidad Lise Meitner
podría comparar más con Rosalind Franklin, otra víctima de la machista Academia
Sueca.
En 1982 un par de científicos alemanes; Peter Armbruster y
Gottfried Münzenberg, lograron sintetizar un nuevo elemento radioactivo al que
llamaron meitnerio en honor de Lise Meitner.
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