Cuando parece que una serie ya no tiene salvación, la televisora le da otra temporada porque su apuesta no es la televisión si no Internet.
Armando Enríquez
Vázquez
Antes de concluir la segunda temporada de Westworld, la cadena HBO anunció haber
dado luz verde para la producción de una tercera temporada de la serie. Westworld es una serie intrigante de la
misma manera que lo es la decisión de la cadena de televisión pues los ratings
de la serie en su segunda temporada fueron cuesta abajo a lo largo de los diez
capítulos que la conforman de acuerdo con Variety y Forbes. En teoría a pesar
de los bajos ratings en televisión, HBO le apuesta a la reproducción de la
serie en su plataforma de streaming y bajo el sistema On demand. HBO espera que
la serie alcance una audiencia superior a los diez millones de personas.
Pero más allá de las esperanzas de los ejecutivos de HBO lo
cierto es que si durante la primera temporada las líneas narrativas de la serie
eran confusas y poco legibles, en la segunda el caos es la palabra que mejor
define el argumento de la serie. Justo cuando uno cree entender por donde va el
final de la segunda temporada y hacerse una idea acerca de la tercera, una
secuencia final después de los créditos, al puro estilo Avengers, lejos de aclarar, crea la incertidumbre de hacía donde se
dirige la serie, pero de forma muy lejana al famoso cliffhanger. Un final circular con la misma segunda temporada y
particularmente desconcertante en el peor sentido.
Hace un año y medio los robots del parque de diversiones de Westworld cuestionaron su realidad y su
inteligencia en ese despertar que tienen las creaciones humanas, demasiado
humanas desde ¿Sueñan los androides con
ovejas eléctricas? de Philip K Dick, convertida en la magistral Blade Runner por Ridley Scott o mejor
dicho desde Frankestein de Mary
Shelley. Las ganas de encontrar su libre albedrio. Decidir su destino. Validar
su individualidad. Desgraciadamente en esa primera temporada los timelines resultaron
tan enredados e inteligibles en algunos casos, que al final HBO le dio más de
un año a la productora para desarrollar una segunda temporada que logrará
emocionar a las audiencias y encontrar el tan ansiado reemplazo a Game of Thrones que habrá de terminar
pronto.
Sin embargo, la solución resultó menos atractiva que la
original y todo lo entreverado de la primera temporada, se convirtió en un
caos, donde los que se cuestionan su realidad son los humanos en un mundo que
poco a poco y desde la mente maquiavélicamente diabólica del Dr. Robert Ford
(Anthony Hopkins) se ha convertido en un mundo androide donde la pregunta
importante para los humanos como William (interpretado en su juventud por Jimmi
Simpson y en su edad adulta por Ed Harris) es sin aun tienen algo de humanos en
ellos o si sólo son parte de la narrativa inventada por Ford. Mientras que el
androide creado por Ford a imagen de su socio y colaborador Bernard Lowe
(Jeffrey Wright) que manipulaba y educaba a la androide Dolores Abernathy (Evan
Rachel Wood) resulta en esta segunda temporada educado y manipulado por Dolores
y Ford.
La segunda temporada centrada en la rebelión de las máquinas
continúa la explotación de temas como la ambición, la mezquindad, la
manipulación mental y el totalitarismo. Pero además en la necesidad de entender
su realidad y como esta se encuentra con el mundo humano, los androides
terminan también por crear una especie de conciencia religiosa y un paraíso
virtual propio en un giro místico de la serie.
Westworld da la
impresión de irse construyendo sobre la marcha. De los primeros capítulos de la
segunda temporada donde Bernard muestra el mundo humano a Dolores, a Dolores
transformada progamando a Bernard, y “deshumanizando” a Teddy Flood (James
Mardsen). Donde el despiadado, frio y ambiciosa William termina con su suegro, con
su familia en su obsesión por descubrir los secretos de Westworld, para terminar en un personaje alucinado sufriendo de una
paranoia que lo llevará a cometer un supuesto asesinato. Uno de los personajes
más interesantes de la primera temporada Maeve Millay (Thandie Newton) se
convierte en un personaje con mucha presencia, pero totalmente secundario, sin
la fuerza que tenía en la primera temporada y al que misma narrativa de los
guiones termina por desechar. El Japón Feudal sugerido en la primera temporada se
convierte en una obligación a mostrar que nada aporta a la serie, como tampoco
lo hace la India bajo el dominio británico, esto solo parece insertado para que
el espectador se de una idea de lo enorme que es el parque recreativo. Las
actuaciones son buenas y algunos personajes son realmente entrañables. Otros
odiosos pero el guión no termina de cuajar las relaciones entre ellos.
A pesar de todos estos desaciertos HBO consideró que debe
haber una tercera temporada. Si al final de la primera temporada quedaba la
esperanza de reconstruir la historia y darle una lógica a lo que parecía un
desorden en el timeline de los acontecimientos, Un final que parecía sacado de
un consejo dictado por Dashiell Hammett; un asesinato pone punto final para
poder iniciar la trama desde otro punto de vista. Lo preocupante es que el
nuevo punto de vista resultó tan o más confuso que el anterior. Nada en la
trama de Westworld es real, todo es
únicamente una simulación o una realidad alterada que de manera aberrante es independiente
al espectador, a las emociones que se puedan provocar en él y al desconcierto
que sufre en cada capítulo. Diálogos pretenciosos de una hueca profundidad,
aletargan lo que sucede en la serie y le dan un ritmo que en ocasiones atenta
contra la narrativa y el desarrollo natural de las acciones.
Los androides y humanos de la serie tienen dudas, tienen
pocas certezas y sus esperanzas radican en su ignorancia, en su falta de
conciencia. El único desamparado resulta ser el espectador. HBO considera que
una tercera temporada es buena para la serie, el problema que plantea el rating
a la baja es si las audiencias están dispuestas a seguir la tercera temporada
de algo que parece más una estafa a la inteligencia y a las emociones que una
serie.
Publicado en roastbrief.com.mx el 16 de julio de 2018
Imagen HBO
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