El asunto de las
contingencias ambientales se ha vuelto algo periódico en la capital del país y
debe ser tomado en serio por as autoridades de la CDMX, que fueron negligentes
en el pasado.
Armando Enríquez
Vázquez
Una vez más los niños encerrados, los ancianos encerrados y
todo aquel que lo pueda hacer prefiere quedarse encerrado. No por gusto, por
prevención ante un gobierno que se ha mostrado incapaz de atacar el problema de
la contaminación.
Le doy la razón a la Jefa de Gobierno; Miguel Ángel Mancera
y la administración que encabezó en la CDMX jamás se preocupó por actualizar el
protocolo para evitar las contingencias ambientales. Pero también creo que ella
espero demasiado en esta ocasión para declarar la contingencia ambiental, debió
ser declarada unos días antes y tal vez no se hubiera llegado al extremo de
parar de nuevo a la Ciudad.
Las medidas a tomar por la Jefa de Gobierno deben tener en
cuenta la salud de los gobernados y no los intereses de las mafias de
microbuseros, taxistas o empleados sindicalizados del sistema de limpia, como
tampoco debe tentarse el corazón con los vehículos de doble remolque que tanto
tráfico provocan, ni con los automóviles que ya no pasen la verificación y
deben ser retirados de la circulación, ni con las constructoras que utilizan
sus maquinaría y camiones de carga y de volteo, sin importarle o untándole la
mano a los alcaldes, Benito Juárez es el mejor ejemplo del reino de las
constructoras, sin que desde tiempos del entonces panista hoy morenista Fadlala
Akabani, los delegados o alcaldes hagan nada en favor de los habitantes de la
alcaldía. Los recientes hechos protagonizados por la gente que construye la
super torre de Mitikah en Coyoacán demuestran como poco importan las leyes de
la ciudad, pero peor, pone al descubierto la tibieza, por no pensar en
contubernio, de las autoridades de la alcaldía como del gobierno central de la
Ciudad.
En tiempos en que Claudia Scheinbaum fue secretaria de medio
ambiente de la CDMX, durante la nefasta administración del hoy presidente, se
talaron árboles a diestra y siniestra. Hoy que ella es la Jefa de Gobierno de
la capital, esperemos que su respuesta a esta contingencia contemple en la
elaboración de protocolos prevención una reforestación masiva de la CDMX.
Un día de contingencia no sólo afecta a niños y ancianos,
interrumpe de manera importante la actividad económica de la Ciudad, impacta en
la imagen al exterior de la misma. Ciudadanos enfermos impactan en el sistema
de salud del estado, en la productividad, pero sobre todo en el bienestar de
los mexicanos que tanto se cacarea quiere lograr este gobierno de la mal
llamada y peor entendida izquierda.
Evaluar la necesidad de cambiar toda la flota de transporte
público y concesionado por un transporte eléctrico debería ser prioridad de
Claudia Scheinbaum, Es triste ver a las unidades del metrobús contaminando con
un humo negro similar al de miles de camiones repartidores que circulan por la
ciudad.
La recolección de basura, como en muchas ciudades del mundo
y al menos una del país, Querétaro, debe llevarse a cabo en las madrugadas. Es
el colmo ver a los trabajadores doblando cartones con el vehículo parado en una
arteria principal creando un problema de tráfico. La política pública a nivel de
la capital del país es y ha sido nula desde tiempos del PRI. Claudia Scheinbaum
ahora nos va a demostrar si es capaz de agarrar el toro por los cuernos y
enfrentarse a las mafias de taxistas y
constructores, porque es antinatural tener a niños y ancianos en un
estado de sitio por la incompetencia de los técnicos de la administración, muchos
de los cuales es necesario recordar que fueron despedidos por la ambición caprichosa
del Presidente que necesita la mayor cantidad de dinero para crear clientelas
electorales a partir de la miseria y la necesidad de los mexicanos. López Obrador
no piensa en capacitar a la gente, jamás lo ha hecho y su paso por la Ciudad de
México así lo demuestra. En ese sentido Claudia Scheinbaum no debería coquetear
con esas mismas ideas y demostrar que realmente le preocupa la Ciudad de México.
Es importante hacer notar que a ningún gobierno de la Ciudad
de México desde que tengo memoria se ha responsabilizado y realizado o
publicado un estudio serio y a profundidad de la relación de la contaminación y
la mortalidad, las enfermedades respiratorias o cardiovasculares. Siempre han
tenido respuestas idiotas o han ignorado de plano cuando se son cuestionados al
respecto. La incapacidad de las autoridades a actuar en favor de la población y
en contra de la ciudadanía comprende tristemente a todos los jefes de gobierno
de la mal llamada izquierda mexicana que han gobernado la Ciudad de México
desde 1997 cuando Cuauhtémoc Cárdenas ganó por voto popular el puesto. Sin
embargo, académicos e investigadores de la UNAM y el IPN, han señalado en
diversas ocasiones que existen factores de riesgo para la salud de los
habitantes de la CDMX, más allá de los evidentes. Esa opacidad que caracterizó
a nuestros corruptos gobernantes para ocultar, haciendo oídos sordos a las
peticiones de periodistas, ONGs y grupos ciudadanos, las cifras del impacto de
la contaminación nunca han sido claras, la misma medición de esta contaminación
es muy opaca. Los muertos por la contaminación siempre han sido negados. Permanecen
ocultos en otras estadísticas, mañosamente preparadas por los diferentes
gobiernos de la capital mexicana.
El mes pasado la Alzheimer
Society publicó un estudio que relaciona la contaminación de las ciudades
con la demencia y el Alzheimer. Lo importante a resaltar es que este estudio
tuvo como una de las ciudades que investigó la capital del país. El estudio ha
sido difundidos por diferentes medios internacionales y se puede consultar
entre otros medios en:
Pero no sólo son los problemas de las partículas que llegan
al cerebro, si no el ozono que afecta los pulmones, el CO2 que acorta la vida, se
requieren estudios sobre los efectos en la salud y la transparencia de los
mismos. Una campaña de difusión no sólo que alerte, una campaña agresiva similar
a las fotografías que adornan los productos de tabaco.
Necesitamos con urgencia que la honestidad no solo sea una
frase de campaña y que el compromiso del gobierno con los gobernados, no con los
grupos de poder sean verdaderos.
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