Todos los hombres y mujeres tenemos esa capacidad de contar historias y la ejercemos en el día a día, al platicar con nuestros amigos, colaboradores y compañeros, creamos sin darnos cuenta historias.
Armando Enríquez Vázquez.
Hoy que hablar de storytelling como una de las herramientas
más importantes y de moda en la publicidad, cuando nos hacen creer que el
storytelling es una especie de ciencia o habilidad nueva a desarrollar valdría
la pena considerar algunos hechos irrefutables acerca de nuestra especie y su
historia de éxito en el mundo.
Contar historias no es una moda entre los seres humanos, ni
una pose, contar historias es una de las improntas de nuestro código genético.
La comunicación que se da entre los miembros de todas las especies animales.
Sus lenguajes primitivos se sustentan en sonidos y cuando la distancia lo
permite en un lenguaje corporal. Entre los primates se ha confirmado que esta
comunicación llega a extremos que no existen entre otras especies. Por ejemplo,
el acicalarse de los monos es una forma de comunicación, de crear empatía y una
cohesión de grupo. Algunos monos africanos son capaces de no sólo de avisar a
otros miembros de su grupo cuando un depredador se acerca, si no de mentir
sobre el hecho, lo cual parece divertirlos. Entonces en la comunicación de
ciertos primates ocurre ya el hecho de contar algo que no es necesariamente
cierto. Los Homo sapiens, llegamos un
poco más allá pues el tiempo de acicalado de acuerdo con ciertos evolucionistas
y antropólogos a la larga resultó una perdida de tiempo, si bien es cierto que
aun hoy en día acariciar, tocar y dar palmadas a otros miembros de nuestra especie
produce endorfinas que nos ayudan a desarrollar empatía por los demás. Los Homo sapiens evolucionaron gracias a una
mutación pudieron hacer del tiempo dedicado al acicalado algo de menor
importancia para la cohesión de los pequeños grupos, esta mutación les permitió
comenzar a desarrollar algo que los diferenció incluso de las otras especies de
humanos con las que coexistieron y a las que aniquilaron; el lenguaje. No queda
claro, y parece ser un asunto azaroso, lo cual contradice por otra parte la misma
teoría de la evolución, porque fue el Homo
Sapiens el que presentó esta mutación y no el neanderthal o cualquiera de las otras especies de Homo que existían.
Gracias al lenguaje, los Homo
sapiens comenzamos a contar historias, historias acerca del grupo social en
el que nos desenvolvemos, de sus miembros, historias que trataron de explicar
en su momento los diferentes y enigmáticos fenómenos de la naturaleza. Pero
para que estas historias fueran efectivas y tuvieran una respuesta, enfrente del
emisor tenía que existir un receptor, que no sólo fuera capaz de escuchar el
mensaje, sino que su cerebro debía procesarlo, interpretarlo y aceptarlo o en
el caso opuesto rechazarlo y hasta de rebatirlo, llegado el caso, con otra
historia. Gracias a esa capacidad de contar historias y de escucharlas, los
hombres inventaron las mentiras más sólidas y sobre las que aun sostienen las
diferentes sociedades humanas, los nacionalismos, religiones y la misma
economía. Todas ellas son grandes historias que nos hemos contado una y otra
vez para convencernos de pertenecer a un grupo. Aquí es donde entra
perfectamente la frase de Lincoln que dice que una mentira repetida mil veces
se convierte en una verdad.
Todos los hombres y mujeres tenemos esa capacidad de contar
historias y la ejercemos en el día a día, al platicar con nuestros amigos,
colaboradores y compañeros, creamos sin darnos cuenta historias, que de no ser
perfectas no capturan la atención de los demás. Historias que cohesionan los
pequeños grupos sociales que nos rodean y a su vez se integran en otros más
grandes, a los esas historias mayores, son comunes y de interés.
Esas mismas historias que construyen a la sociedad, son las
encargadas de destruirla porque a partir de ellas existen pueblos, sociedades y
grupos religiosos que se creen superiores a los demás. Extremistas y radicales
que cuentan las mismas historias que sus enemigos para menospreciarlos y
atacarlos, solo que cambian los personajes de la historia.
Contar historias esta marcado en lo más profundo de nuestra
información genética y es por eso que siempre estamos tratando de ligar hechos
e ideas para contar una historia. Siempre estamos inventando historias acerca
de todo aquello y aquellos que nos rodean, tenemos que de esta forma dar un
orden a nuestro universo cercano.
Así surgieron, también, otro tipo de historias falsas,
mentiras, que dieron paso al arte. En esas mismas fogatas en una cueva hace
decenas de miles de año donde hombres y mujeres se reconocían miembros de un
mismo grupo, nacieron las leyendas y los mitos, origen de la narración y con el
correr de los siglos de la literatura, el teatro, la ópera, las radionovelas, los
sitcoms, las series de televisión y hasta la publicidad, que en sus copys de principios del siglo XX
utilizaba enormes argumentos para convencer al posible consumidor o los breves
tuits de hoy que en menos de 140 caracteres pueden contar también historias
como lo demuestran los concursos de cuentuits
existentes: todo porque contar historias es parte muy importante de la
evolución.
Y es parte muy importante de nuestro diario convivir.
publicado en roastbrief.com.mx el 24 de agosto de 2015.
imagen: DeathtoStock
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