Entre un grupo de
obreros en huelga y un conjunto de rurales armados se interpuso una valiente
mujer que impidió una masacre.
Armando Enríquez
Vázquez
Todos hemos oído hablar de la huelga de Río Blanco como uno de
los antecedentes de la revolución de 1910. Las condiciones de trabajo de los
empleados textiles en el país eran vergonzantes y con un movimiento de huelga
que a finales de 1906 abarcaba a la Ciudad de México, Puebla, Tlaxcala, el
Estado de México, Querétaro y Veracruz entre otros estados, el régimen de
Porfirio Díaz se empeñó en defender a empresarios nacionales y extranjeros y
sus propuestas por jornadas de trabajo de dieciséis horas, el cierre de
cantinas, el volver los días sacros en laborables y el emplear mano de obra
infantil, apoyando una esclavitud disfrazada que durante el mandato del
oaxaqueño prevaleció tanto en el campo como en las fábricas de la nación.
Los primeros días de enero de 1907 la situación se polarizó
en Orizaba, Veracruz. Los obreros unidos bajo El circulo de obreros libres. que ideológicamente se identificaba
con Ricardo Flores Magón y el anarquismo, se lanzaron hacía las puertas de la
empresa para evitar la entrada de esquiroles y continuar con sus reclamos
laborales. Durante la marcha, sucedió un incidente con un español dueño de una
de las tiendas de raya y sus empleados, uno de los empleados o el español,
disparó en contra de los obreros, matando a uno de ellos lo que provocó la ira
de los demás que saquearon y quemaron la tienda.
La respuesta de la autoridad fue enviar a un batallón de la
policía rural a acabar con los huelguistas. Fue entonces cuando surge el
personaje que nos interesa en este texto: Lucrecia Toriz. Poco, muy poco se
sabe de esta mujer que se enfrentó al grupo que representaba al Estado. Lucrecia
enarboló una bandera y exhortó a los rurales a evitar llevar a cabo una
masacre. Lucrecia fue amenazada en un principio por los rurales; agredida
verbal y físicamente, pero la valiente mujer no desistió y continuó hablando a
las fuerzas del gobierno. Las palabras de Toriz se perdieron en la negra noche
del oficialismo y el machismo que se afianzó con el triunfo de la Revolución de
nuestro país que tantos pasos dio para atrás en materia de equidad de género
que muchas mujeres durante el porfiriato y los primeros años de la Revolución
habían conseguido dar, pero fueron de tal magnitud que, lograron hacer a los
rurales bajar las armas y regresar a dar parte de lo sucedido. Una vez que los
rurales bajaron las armas, decidieron regresar a rendir su informe los obreros
continuaron con su marcha, no sin antes haber apresado a Toriz.
Al parecer la valiente mujer que hizo frente a los rifles de
las fuerzas armadas nació alrededor de 1867 en Orizaba, Veracruz. Era obrera en
la fábrica de Río Blanco y existen fuentes que dicen que era parte de los
magonistas del Círculo de Obreros Libres.
El Informe de los rurales no satisfizo, ni a los dueños de
las fábricas textiles, ni al gobierno que entonces decidió mandar a un grupo de
militares al mando del Coronel Rosalino Martínez, quien pasó a la historia como
El Verdugo de Orizaba, siendo el
responsable directo de una matanza de hombres mujeres y niños que junto con la
huelga de Cananea el año antes y los levantamientos ciudadanos que seguirían
sentaron las bases para la Revolución encabezada por Francisco I Madero.
Lucrecia, fue encarcelada durante seis meses, al parecer,
antes de que los magonistas pudieran sacarla bajo fianza. Después de eso
Lucrecia desaparece, aunque algunos biógrafos dicen que permaneció en la lucha
obrera en los siguientes años. Su muerte ocurrió en 1962 en la ciudad de Río
Blanco.
Lucrecia Toriz no fue la única mujer en demostrar su valor
frente a las injustas condiciones del régimen de Porfirio Díaz en referencia a
obreros y campesinos, junto a su nombre en la huelga de Río Blanco se menciona
a Filomena Pliego y Margarita Martínez.
publicado en mamaejecutiva.net el 15 de junio de 2016
imagen: destinoveracruz.com
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