Enrique Peña Nieto no sólo ha desgastado la figura presidencial, la hizo añicos al ponerla por debajo de los legisladores.
Armando Enríquez Vázquez.
Cuando Enrique Peña Nieto anunció las reformas que habrían
de modernizar a México todos pensamos que el dinamismo y la agilidad que iba a
tomar el país iba a ser muy similar a los saltos sin ton ni son en las azoteas
de los edificios del centro de la Cuidad de México, con los que el PRI
anunciaba su regreso a Los Pinos con un presidente igual de vacío que su
comercial.
El Presidente no se cansó en alabar, y curiosamente aun lo
hace, alienado de la realidad en la que vive el país, a los cuatro vientos los
beneficios de las reformas.
No han pasado ni siquiera tres años y las dichosas reformas
se han desmoronado por la fragilidad en la que fueron cimentadas y el destiempo
con las que fueron planeadas.
Tener un Congreso de la Unión que jamás ha sido crítico, que
sólo sabe responder de manera servil a las ordenes del presidente, si no basta
ver como políticos de supuesta alcurnia como César Camacho o Emilio Gamboa se
vuelven obedientes siervos del ejecutivo, el último ejemplo lo vimos con el
artículo 32 de la ley de transparencia. Olvidando de plano que los poderes de la
nación son independientes uno del otro y funcionan en ámbitos diferentes que
permiten, en teoría que el país funcione sin ser una dictadura o la tiranía como
lo concibe el PRI.
Esa actitud poco propositiva y de total sumisión del poder
legislativo, así como el fuero que los protege y los hace mexicanos de otra
categoría violando la Constitución, las canonjías y dietas exageradas de la que
gozan, los llevó a por lustros ser los menos populares entre funcionarios e
instituciones ante la población, por debajo de los cuerpos policiales y de la
extinta policía judicial que por años se han dedicado a extorsionar, robar y
golpear a los ciudadanos.
Hoy, ese primer sitio entre los menos populares le ha sido
arrebatado a los legisladores, y nada menos que por el Presidente. Enrique Peña
Nieto no sólo ha desgastado la figura presidencial, Peña Nieto ha traicionado a
esa minoría que voto por él, ha traicionado los postulados del PRI, las
instituciones que su partido creo en sus inicios y ha traicionado y defraudado
a todos los mexicanos, no sólo por el grado de corrupción que él, su esposa y
los miembros de su gabinete han mostrado en estos años de presidencia, no sólo
por su defensa de la impunidad y su sumisión a grupos empresariales como OHL o
Televisa, sino porque sus tan cacareadas reformas se han desplomado aun estando
él al frente del poder ejecutivo de la Nación, provocando todo lo contrario al
bienestar prometido.
Hoy que los maestros de la CNTE ya le tomaron de nueva
cuenta la medida al gobierno, los del SNTE comienzan a mostrar su desacuerdo y
decepción frente a una reforma que de educativa no tiene nada. Obligando al
Secretario de Educación a sentarse a negociar, algo que hasta hace un mes no
estaba dispuesto a hacer el funcionario. Hoy Aurelio Nuño tendría que estar
dejando la secretaria por no haber sabido defender la reforma del presidente.
No existen mejores escuelas, ni más apoyo al sistema de educación pública, solo
un polvorín que puede estallar en toda la nación. La reforma educativa es un
total fracaso.
Ni que decir de una reforma energética, esa a la que los
mismos priístas se opusieron cuando en su momento la propusieron Vicente Fox y
Felipe Calderón, que lejos de fortalecer la postura del gobierno en materia de
petróleo y generación de energía eléctrica ha debilitado ha PEMEX, ha sido un
fracaso total en materia de licitaciones y lejos de frenar la inflación como lo
prometió Peña Nieto está a punto de generar una inflación no vista desde los
tiempos de Ernesto Zedillo.
La reforma en telecomunicaciones ha resultado un verdadero
fracaso. Hasta hoy no tenemos otra opción que no sea el duopolio. Nadie habla
de ya de una tercera cadena que tiene siete meses de retraso en sus
transmisiones. El ataque de Televisa, ordenando al IFT y al gobierno federal en
contra de las empresas de Slim, tampoco ha fructificado, pero si ha permitido
ver como la transparencia en el IFT es total, son y hacen lo que la televisora
de San Ángel les ordena.
Tal vez la reforma que más ha funcionad sea la hacendaria,
el problema es que la mayor recaudación no se ve en calles, hospitales,
escuelas, ni nada, solamente en políticos más voraces y arrogantes.
En el plano internacional la imagen del gobierno de Peña
Nieto esta realzada por la corrupción, la impunidad pero sobre todo por la
falta de respeto por los derechos humanos y los asesinatos de civiles a lo
largo de un sexenio que está muy lejos de haber revertido las cifras de la
violencia del sexenio de Calderón.
En menos de dos años y medio Enrique Peña Nieto habrá pasado
a la negra galería de los últimos ex presidentes de su partido. La gente lo
abucheará en las calles y a él le valdrá totalmente, porque no ha tenido el
valor.
Sin embargo, el daño que Peña nieto ha hecho a las
instituciones del país, iniciando por el que le ha hecho a la presidencia serán
difíciles de resanar. No tengo memoria, ni en tiempos del PRI, ni del Pan donde
un presidente se hubiera dejado insultar por un miembro menor de la grey
católica, como el homófobo cura sinaloense que a manera de insulto llamo al
presidente homosexual por la aprobación de los matrimonios gay, como tampoco
recuerdo a un Presidente de México al que un presidente de Estados Unidos le
mostrará su incultura y le dictara catedra de la forma tan elegante como lo
hizo el Presidente Obama durante la pasada Cumbre
de los tres amigos. Para ser presidente no basta con ser el guapito del
pueblo, hace falta por lo menos la astucia para no demostrar lo palurdo que se
es.
publicado en bluereport.com.mx el 12 de julio de 2016
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