En la peor tradición
del PRI y como otra muestra de que la presidencia de la República no sabe ni
que hacer, ni en donde están, se firmó un pacto entre cuates y sin sociedad
civil.
Armando Enríquez
Vázquez
Enrique Peña Nieto está desesperado, y demuestra esta
desesperación porque no es capaz de entender el México que en teoría gobierna.
Enrique Peña Nieto sigue demostrando ser un hombre del pasado, de un pasado tan
superado que hasta su propio partido hay quienes lo han abandonado.
La última ocurrencia al interior del gobierno del federal es
un pacto al más puro estilo del PRI de los años 80, lo que está claro, es que México
no es el de ese entonces. Enrique Peña Nieto no tiene claro que él no representa
a la mayoría de los mexicanos. Que la mayoría no votamos por él. Por eso su
pacto al vapor, como observó la COPARMEX, que se negó a firmarlo, solo lo
aprobaron sus incondicionales. ¿Por qué no estaban los partidos políticos de
oposición que en su conjunto si representan a la mayoría de los mexicanos, ni organismos
de la sociedad civil, en el supuesto pacto del presidente?
El PRI no gobierna a la mayoría de los mexicanos, ¿Acaso no
lo sabe Peña Nieto? ¿No conoce el mapa geopolítico de la República Mexicana?
Pero lo que es peor no son el cinismo y la arrogancia de Peña
Nieto. Lo peor es que hizo mucho ruido y resultaron muy pocas, o mejor dicho
ninguna nuez en el anuncio de su pacto. Como niño en una fiesta que cuenta un mal
chiste y todos sus invitados se ríen, así los mismos pusilánimes de siempre;
miembros del gabinete, el presidente del Consejo Coordinador Empresarial, el líder
de la CTM y el de la CNC, aplaudieron y aprobaron algo que sólo fue un globo
lleno de aire.
Palabras vacuas, demagogia, populismo todo lo que ha estado
presente en los cuatro años de desgobierno de Peña Nieto y nada, absolutamente
nada de sustento, ni de compromisos reales. A pocos meses de que escapara
Javier Duarte a Peña Nieto ya se olvidó, cómo el veracruzano y otros
gobernadores de su partido se robaron todo lo que pudieron. No hay en ese pacto
un compromiso de transparencia, ni de poner fin a la impunidad de los políticos.
Nada en materia de justicia. Que también son asuntos que avivan el descontento
de los mexicanos.
¿Por qué tampoco estuvieron presentes los líderes de los
otros poderes del gobierno, ni legisladores, ni el poder judicial? No estamos
en los años 80 cuando todos hacían caravana al presidente y ni aun así los
asesores de Peña Nieto, ni el mismo Peña Nieto recordaron que la Constitución
establece la división del Estado en tres poderes, el ejecutivo debe trabajar de
la mano con el judicial y el legislativo no sólo cuando a Peña Nieto le
conviene, sino sobre todo en momentos como el de dicha reunión, a manera de
legitimizar el dichoso pacto. Así lo hizo Calderón en sus reuniones de
seguridad en el Castillo de Chapultepec.
Incluso al interior del PRI ha comenzado la revuelta en
contra de un presidente incapaz de entender nada más que su ambición y la de
sus colaboradores, primero el destape del Secretario de Gobernación el año
pasado y ayer el de la priísta Ivonne Ortega, ex gobernadora de Yucatán y en su
momento promotora de Peña Nieto.
La postura de los senadores del PRI por Chihuahua en contra
del gasolinazo y del presidente del PRI, también ha sido clara. Pero Peña Nieto
sólo ve lo que quiere ver y cree que dirigir a México es igual de sencillo que
dirigir un estado lleno serviles políticos amigos, como lo es el Estado de
México.
En 2017, México no acepta pactos que no están avalados por
todos y me refiero a todos los actores políticos de importancia y que no son
sólo aquellos amigos de Peña Nieto que sin cuestionar y buscando el propio
beneficio aplauden y llenaron de más palabras vacías un acto sin sentido en el
que nadie cree.
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