Para los que vienen el pueblo es sabio, para los que se van el pueblo es responsable de todo lo malo que sucede, total el gobierno en México parece ser un mero espectador.
Armando Enríquez
Vázquez
En los últimos días me ha llamado la atención como las
dependencias del actual gobierno federal se están acabando los presupuestos de
los departamentos de comunicación social en propaganda inocua en la mayoría de
los casos pero que sigue inundando los espacios de comercialización de las
estaciones de radio y de televisión que más allá de julio regalado, la
temporada naranja y las ofertas de Liverpool parece ya no interesar a la gran
mayoría de los productos que han encontrado maneras más efectivas y directas de
llegar a sus consumidores.
Dentro de esta gama de spots inútiles y hasta estultos como
los del poder legislativo y los rezagados de partidos políticos y los órganos
electorales, llaman mi atención dos piezas producidas por CONAPO (Consejo
Nacional de Población) uno sobre enfermedades de transmisión sexual y embarazo
adolescente. El otro sobre abuso infantil.
En el caso del primero si bien es cierto que las
enfermedades de transmisión sexual son un grave problema entre adolescentes y
jóvenes y el grupo poblacional que más enfermedades de transmisión sexual
presenta es el de los mexicanos entre 15 y 24 años. En materia de embarazos
adolescentes México, de acuerdo con la UNAM ocupa el nada honroso primer lugar
en el mundo y la OCDE nos pone en el primer lugar en este problema entre los
países miembros de la organización con 77 embarazos en cada mil adolescentes de
entre 15 y 19 años.
Crear programas de política pública que ataquen de raíz
estos problemas es un imperativo de los gobiernos locales, estatales y federal.
Pero las irresponsabilidades de la CONAPO están muy lejos de enfrentar el
problema. En la pieza de propaganda pagada por esta dependencia de gobierno lo
único que se escucha son voces de jóvenes que ya tienen el problema y lo tienen
que dar a conocer a sus diferentes mayores, la muchachita que esta embarazada,
el niño que va a ser papá y el joven que le comunica a su mamá que tiene VIH y
el otro joven que le comunica a su maestra que tiene herpes. De nada o poco
sirven estos ejemplos a toro pasado, pero además es de llamar la atención el
joven que le comunica a su maestra su padecimiento, porque parecería que le
esta avisando que ella puede haberlo contagiado o viceversa. Como siempre el
maniqueísmo y la falta de una definición correcta de los temas en aras de ser
políticamente o mejor dicho puritana y moralinamente correcto no sólo provoca
que estos mensajes se encuentren en el terreno del humor involuntario, si no
que son en parte la causa de que México tenga las cifras anteriormente citadas.
En México son los organismos públicos los que deben de
llamar sífilis a la sífilis y herpes al herpes, decirle a los jóvenes cuales
son las consecuencias que pueden tener sus relaciones sexuales si las llevan a
cabo sin condón y cómo hace muchos años en muchos países del mundo volver al
condón la estrella de toda campaña publicitaria que hable de sexo. CONASIDA lo
ha hecho bien a lo largo de los años, y algunas otras instancias también.
Desgraciadamente la mentalidad retrograda y conservadora de muchos funcionarios
que se encuentran a cargo de dependencias o de las áreas de comunicación social
de las dependencias de salud y políticas públicas de población hacen que queden
en ridículo como CONAPO con esta propaganda.
Pero es mucho peor en el caso de la propaganda en contra del
abuso de infantes, porque mientras escuchamos los testimonios de quien parece o
se figura haber presenciado un caso de abuso, al final se declara cómplice
silencioso del supuesto delito. Y lo que es más grave al final para CONAPO el
culpable no resulta el abusador, si no el testigo. Y no es que en parte este
argumento no sea cierto, ni que los testimonios con los que se viste la
propaganda no sean delitos el problema es que de alguna manera en un país de
rumores y de maledicencias todo se limita a un mero chisme. Las personas que
cuentan en esos segundos los casos de abuso no son más que simples chismosos
que observan una sociedad agresiva con los niños sin hacer nada, pero que
también podrían carecer de una prueba fidedigna de lo que sucedió en realidad y
que se convierte y valida el chisme que tanto denigra en México.
Los problemas de maestros, jefes y compañeros de trabajo
denunciados por falsamente por acoso es alto y se hace sin la menor
comprobación, pero si con el mayor daño para el acusado, no se trata de
minimizar un problema real y muy importante de frenar, pero ¿Por qué CONAPO, en
lugar de hablar de un señor en el transporte público, no habla de un cura
pederasta, de esos a los que las arpías y ratones de sacristía defienden a capa
y espada? Ahí no sólo existe un silencio cómplice, existe una complicidad
abierta y ciega, recordemos como a finales del siglo veinte diferentes empresas
mexicanas retiraron su inversión publicitaria, cuando salió a la luz el
patético caso del fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel un
verdadero depredador sexual de niños, algo que la misma Iglesia tuvo que
reconocer como muchos otros casos alrededor del mundo a pesar de la fe ciega de
aquellos que entregaron y entregan a sus hijos a sacerdotes.
Es terrible hacer de la percepción personal el arma para
acusar a alguien y es peor hacer pensar a las personas que son culpables por no
actuar sin conocer las condiciones sociales y familiares en las que viven que
pueden implicar un grado de violencia familiar importante que impone un
silencio de terror en sus víctimas.
CONAPO debe ser y hacer consciente al publico de la
importancia de recorrer las instancias legales antes de promover algo que puede
derivar en linchamientos físicos y de boca en boca de las personas.
Ya sabemos que ya se van, que lo importante es
gastar el dinero, pero por favor háganlo de una manera inteligente y
responsable.publicado en roastbrief.com.mx el 13 de agosto de 2018
Imagen CONAPO
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