Una de las propuestas
más absurdas y retrogradas del futuro gobierno del país es la creación de una Constitución
Moral y lo que esto quiera decir.
Armando Enríquez
Vázquez
“Juárez no debió de morir…” dice el danzón y el Presidente
Electo nos quiere hacer pensar que él cree esa oración a pie juntillas.
Francisco I. Madero se comunicaba con el espíritu de Juárez,
que lo impulsó a llevar a México a la Revolución para deponer a Porfirio Díaz.
Ridiculizar el sacrosanto nombre de Juárez y de su esposa
Margarita Maza de Juárez le costó a El “Loco” Valdés multas por parte del
gobierno represor de Luis Echeverría, uno de los juaristas más nefastos que ha
gobernado el país. Aun recuerdo como en 1972 en la primaria nos hicieron
nombrar todos los inicios de día de trabajo con la leyenda “Año de Juárez”
Y desde que López Obrador se autonombró presidente en 2006
poniéndose una banda presidencial espuria en el Zócalo de la capital, el nombre
de Juárez no ha dejado de salir de su boca, aunque me queda claro el
desconocimiento de la historia del “Benemérito”, su historia y la de México es
notable en cada decisión que anuncia el tabasqueño. Tal vez somos nosotros los
que no hemos entendido al tabasqueño y él quiere ser Juárez, pero cuando éste
se perfilaba a ser otro dictador del país, lo que no sucedió por qué, para
gloria histórica del oaxaqueño, la angina de pecho lo mató.
López Obrador en ese falso manto juarista en que se envuelve
se prepara a realizar algo que, al presidente del siglo XIX, le hubiera
horrorizado. Una Acción que desconoce de entrada el lema juarista aprendido
desde la primaria por todos los mexicanos. “Entre los individuos como entre las
naciones el respeto al derecho ajeno es la paz”. Lo que quiere hacer Andrés
Manuel López Obrador tiene que ver con normar la conducta privada e individual;
Una Constitución Moral. Algo que a ningún presidente por conservador que haya
sido se le ha ocurrido, violando los derechos individuales de cada uno de los
ciudadanos.
López Obrador, un hombre religioso, lo cual lo hubiera
puesto del lado de los enemigos de Juárez, ha decidido crear un Manual de
Carreño del siglo XXI para mexicanos. Sería bueno saber que piensan los grupos
minoritarios de la actitud fifí del Presidente Electo.
Los encargados de redactar el texto moralino y poco plural
del sexenio no son cientos de personas, son cuatro personas erigidas en Santos
Inquisidores de la visión unilateral del Presidente Electo; Verónica Velasco,
la esposa y socia de Epigmenio Ibarra, quienes se la han pasado poniendo series
de narcos y soft porno en las pantallas de televisión en México, para ahora
darse golpes de pecho y ahora convertirse, al menos ella, en la voz de las
señoras de la vela perpetua versión Cuarta Transformación. Enrique Galván Ochoa
un abogado especializado en asuntos financieros que participa en el noticiero
de Carmen Aristegui y escribe en la Jornada, José Agustín Ortiz Pinchetti,
seguidor de López Obrador y quien fungió como secretario de gobierno del
tabasqueño cuando este fue Jefe de Gobierno de la Ciudad de México y el próximo
vocero de la presidencia Jesús Ramírez, un destacado periodista que ha
trabajado como corresponsal para agencias extranjeras y para La Jornada.
Llama la atención que estos opositores a la Mafia del PRIAN
ahora se conviertan en cómplices de la Mafia de PRIMOR, o PRIORENA, como se
prefiera, para la elaboración de un documento que tiene oscuras finalidades y
que puede convertirse a largo plazo en la simiente para generar represión de
diferentes grupos de la sociedad. De la misma manera que estos personajes desde
sus diferentes tribunas atacaron la Ley de Seguridad de Peña Nieto, hoy
aprueban con servilismo el plan de seguridad de López Obrador que tanto se
parece a la de Ley de Peña Nieto. ¿Quiénes son estos cuatro impolutos y casi
santos ciudadanos para determinar como debe ser el comportamiento de los demás
mexicanos? ¿Se sienten ungidos por el Mesías tropical para juzgar desde un
pedestal a los demás mexicanos y dictar un código que imponga la moral con la
que debemos conducirnos? Reverendos Fifís resultaron estos que se llamaban liberales
hace seis meses.
¿Por qué elaborar una constitución moral? ¿México y los
mexicanos necesitamos a un presidente que se comporte como inquisidor español,
señalando lo que hacemos bien y lo que hacemos mal? ¿Y a él quien lo va a
vigilar en el cumplimiento de este código moral que pretende establecer?
México tiene problemas más graves que resolver que la
conducta y el actuar ético de la población. Necesita que sus políticos no sean
corruptos y que el pertenecer al grupo en el poder no los cobije con la impunidad,
como el diputado Charrez a quien Mario Delgado ya olvidó entre sus prioridades para
demostrar esa transformación tan cacareada.
Intentar imponer un “correcto” actuar moral socialmente, una
vez más es un regla dorada de todo autoritarismo totalitario; la España
Franquista, Italia de Mussolini, Alemania de Hitler, Rusia de Stalin, Cuba de
Castro, Venezuela de Maduro se basaron y se basan en esos códigos rupestres.
Estos llamados intelectuales y comunicadores mexicanos están dispuestos a
respaldar una idea similar, tendrían que decirnos por qué, o como el mismo
Presidente Electo, ya se les olvido la pluralidad la sociedad civil por el dinero
rápido de un sueldo que los hace cómplices y no miembros de un gobierno, simplemente
eran lobos con piel de oveja, que durante décadas jugaron a ser oposición
porque no conseguían de los gobiernos pasados los chayotes y dádivas esperadas.
La perversa y clerical idea de una constitución
moral, nada absolutamente nada tiene que ver con la historia de Juárez o con el
“juarismo”. Juárez jamás hubiera pensado en algo así de
conservador y retrogrado. Una Constitución Moral en México ni Santanna, ni
Comonfort la tuvieron.
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