Desde que tengo uso
de memoria uno de los temas clave en México es la necesidad de descentralizar
el poder y la actividad económica del país y nunca se ha hecho nada.
Armando Enríquez Vázquez
Una de las propuestas más llamativas de Andrés Manuel López
Obrador en caso de ser electo presidente de México tiene que ver con la
descentralización que planea hacer de las diferentes secretarias de estado y oficinas
federales. Pero como muchas otras de las “grandes ideas” del demagógico líder
de Morena, es solo atole con el dedo para un país que enojado con la forma en
que ha sido gobernado quiere creer sin razonar que todo lo que dice López Obrador
es posible y el milagro que estábamos esperando.
La idea de reducir la concentración de fuentes de trabajo,
al menos de la burocracia federal es interesante y utópicamente una de las que
ayudará al crecimiento de regiones del país y dará oportunidades de empleos de
calidad a millones de mexicanos.
Trasladar las secretarías implica en primera decidir ¿qué es
lo que se va a trasladar? ¿Es inteligente tener a la mayoría de los titulares
del gabinete legal y ampliado lejos de la oficina presidencial? En caso de no ser
esa la idea de López Obrador, ¿Cuáles serán las partes de las secretarias que
se descentralizarán y con qué fin?
Y puesto, así como lo describe el plan de López Obrador ¿qué
pasará con los millones de burócratas federales que laboran en la Ciudad de
México? ¿Existirá un fondo del gobierno que les ayude a mudarse de ciudad?
¿Está contemplando Andrés Manuel en caso de ganar que una decisión
de este tamaño debe considerar la infraestructura existente en las ciudades
elegidas? ¿Hay la oferta de vivienda y de escuelas necesarias para recibir a
los nuevos habitantes?
Puebla de Zaragoza, capital del estado de Puebla, tiene actualmente
alrededor de dos millones y medio de habitantes en su zona metropolitana de
acuerdo con el INEGI, es una ciudad moderna y de las principales urbes del país.
¿Esta lista la capital poblana para recibir a toda la burocracia administrativa
de la Secretaria de Educación, como pretende el tabasqueño? Y ni que decir con
ideas tan poco reflexionadas como mover las oficinas del IMSS a Morelia, del ISSSTE
a Colima, PEMEX a Ciudad del Carmen o Turismo a Chetumal. Ciudades medianas o
pequeñas que no tienen la capacidad en infraestructura para recibir a toda esta
migración interna que propone López Obrador, a menos que el candidato esté
pensando en digitalización y mejora de sistemas lo que implica una serie de
despidos masivos que Andrés Manuel no puede llevar a cabo después de todas sus
promesas de mejores trabajos.
Cuando en 1985 el INEGI se descentralizó para ubicar sus
oficinas centrales en la ciudad de Aguascalientes, el proceso implicó acuerdos
con organismos de vivienda, creando esquemas de crédito y financiamiento para
los primeros 1000 empleados del INEGI que se trasladaron a Aguascalientes, toda
una campaña publicitaria para concientizar a una población que rechazaba a los
chilangos, acerca de los beneficios que la llegada de nuevos habitantes
implicaba para la ciudad y la comunidad. Los gastos del gobierno federal no
fueron pocos y el plan era solo un instituto del gobierno federal pequeño y de
reciente creación. Descentralizar requiere de una inversión muy fuerte por
parte del gobierno austero y republicano que quiere operar López Obrador
El lado negativo de la propuesta irracional de López Obrador
es la depresión en la Ciudad de México. ¿Qué espera hacer el principal promotor
de la explosión de construcción en la CDMX con sus revanchistas bandos, con los
inmuebles que queden abandonados en la Ciudad? Pienso solamente en la Torre de
PEMEX, uno de los edificios más altos de la Capital y en ese complejo de
oficinas en la que 10,000 personas de la hasta hace poco paraestatal más importante
del país. Obviamente la migración de burócratas creará una sobreoferta de vivienda
y oficinas que se construyen y siguen siendo construyendo en la CDMX. El Plan
de Andrés Manuel contempla que la Presidencia con todos sus burócratas, al
igual que las secretarías de Gobernación, Hacienda, Relaciones Exteriores,
Marina y Defensa Nacional permanecerán en la Ciudad de México, pero esto es insuficiente
para mantener la ciudad en movimiento y la verdad resulta sospechoso por qué
alguien que se dice demócrata quiera mantener los órganos que podrían llegar a
ser los represores del estado a su lado. No olvidemos que López Obrador esta más
cerca de López de Santanna que de Juárez, o Madero.
La depresión económica que provocaría la decisión del candidato
a la presidencia en la capital del país podría desastrosa para todo México. Pero
uno de los detalles que olvida López Obrador es que mucha de la migración
interna actual está dictada por la violencia del narcotráfico y la inseguridad
y que personas de Sinaloa, Sonora, Tamaulipas, Coahuila, Jalisco, Michoacán,
Guerrero buscan nuevos horizontes de crecimiento lejos de sus entidades. ¿Por
qué entonces querría la gente irse a vivir con su familia a estos estados
tomados ya por el crimen organizado?
Este tipo de decisiones no pueden ser tomadas a la ligera,
ni por ocurrencias de un líder demagogo y promotor del peor pasado de nuestro
país; el del presidencialismo imperial del que acabamos de sufrir un sexenio
más con Enrique Peña Nieto y su nuevo PRI que se han robado el país y apoyado a
los peores enemigos de México como lo son empresas como OHL, Oderbrecht o al presidente
Donald Trump.
De buenas intenciones esta recubierto el camino al infierno,
en México lo que esperamos los ciudadanos es que las buenas intenciones nos
saquen de él y no que sólo sean el revestimiento de un camino circular que nos
mantenga en el averno. La descentralización es una buena idea, pero como muchas
otras cosas debe hacerse de manera paulatina y ordenada, con una lógica que va
allá de querer que el sur del país mejore por decreto. Esperemos que de llegar
a ser electo presidente López Obrador piense antes que creerse el dictador que
quiere ser.
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